"Por el mero hecho de que EEUU ha invertido tanto en el acuerdo [Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP, por sus siglas en inglés)] este ha adquirido una especie de valor totalitarista que va más allá de sus méritos económicos", explicó el experto en seguridad regional, Euan Graham, al WSJ.
"De modo que abandonar a los socios asiáticos que apuestan en él sería desastroso para el liderazgo de EEUU en la región", afirmó.
Mientras tanto, las propias ventajas económicas del TTP en su forma actual son puestas en duda tanto por la mayoría de los demócratas, como por las figuras clave del partido republicano, en tanto que sacrifica los intereses de los trabajadores estadounidenses al gran juego geopolítico, apunta el autor del artículo.
La oposición al pacto va ganando fuerzas debido a los ataques tanto de Donald Trump, como de Hillary Clinton, quien "se encuentra bajo creciente presión por parte de la izquierda para que haga una clara ruptura con el acuerdo que ella apoyó como secretaria de Estado del señor Obama".
El contradictorio acuerdo apunta a reducir unas 18.000 tarifas arancelarias entre países de América, Asia y Oceanía, un área que comprende el 40% de la economía global. El pacto, a la vez, excluye a China, que con su Asociación Regional Económica Integral (RCEP, por sus siglas en inglés) se empeña en el mismo ejercicio de corte de aranceles en la región, pero, a diferencia de Washington, sin ambiciones hegemónicas.
De hecho, los dos acuerdos comerciales no son mutuamente excluyentes para los países asiáticos que, en un principio, tenían la intención de participar en ambos. Lo que ha elevado las apuestas son las implicaciones geopolíticas que le dio Barack Obama al TTP.
En consecuencia, "para los amigos y socios de EEUU la aprobación del pacto se convierte en una prueba de fuego de su credibilidad y la seriedad de sus intenciones", según las palabras citadas del primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong.
Con el fracaso del TTP, se frustrarán los planes de sus mayores beneficiados, como Vietnam, que espera el auge de su economía en un 11% para 2025 y, además, usa el acuerdo como herramienta para contener la expansión de China en las aguas del mar de la China Meridional.
Al mismo tiempo, perderá parte de su prestigio el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien ha invertido todo su capital político en la lucha contra el sector agropecuario, opositor al TTP.
En cuanto a las economías más pequeña del área, que tradicionalmente vacilan entre China y EEUU, se inclinarán más por Pekín, afirma Lyons.
De manera que ya no hay camino atrás para la administración de Obama, quien se ha convertido en un rehén de los objetivos de su política exterior, concluye el autor.