"La intentona golpista lanzada la semana pasada por un grupo de oficiales descontentos no tuvo éxito, pero ahora otro golpe está en plena marcha, organizado por los partidarios de Erdogan en contra de los oponentes del estilo cada vez más autoritario del presidente", opina Coughlin, especialista en defensa y relaciones internacionales.
Coughlin señala que Turquía siempre ha jugado un papel muy importante para la OTAN y, por eso, las intenciones de la Alianza deben tomarse en serio.
Durante la Guerra Fría, no había ninguna duda de la importancia del papel de Turquía para la OTAN: los aviones estadounidenses podían alcanzar las fronteras de la URSS en una hora después de despegar de las bases turcas, recuerda el especialista.
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Actualmente, la OTAN necesita al país otomano debido a su proximidad a Irak y Siria, el territorio que se convirtió en el epicentro de un conflicto militar feroz.
"Así que, el hecho de que Washington ahora esté hablando abiertamente sobre la posibilidad de suspensión de la membresía de Turquía en la OTAN, muestra cuánto han empeorado las relaciones entre Ankara y sus aliados occidentales después del golpe de Estado fallido", considera Coughlin.
Ahora les toca a los representantes del sistema educativo: más de 15.000 empleados de las universidades han sido apartados de la docencia debido a que supuestamente apoyaban a Gulen —predicador islámico que reside en Estados Unidos—, acusado de la organización del motín turco. Además, se ordenó a 1.500 rectores de universidades del país renunciar a su cargo.
Antes, dada su importancia estratégico-geográfica, Turquía logró permanecer en la OTAN pese a las medidas represivas del Gobierno contra sus propios ciudadanos.
En un mundo ideal, todos se beneficiarían si Erdogan dejara de intentar convertir a Turquía en una república islámica al estilo iraní y, por lo tanto, conservaría un lugar en la mesa de negociaciones de la OTAN.
"Pero si tiene la intención de seguir su agenda radical islámica, la OTAN no tendrá más remedio que deshacerse del problemático aliado turco", resume Coughlin.
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El 15 de julio, el Estado Mayor General de Turquía declaró haber tomado el poder en el país. Las autoridades lo calificaron como un golpe de Estado organizado por un grupo de militares. El golpe se saldó con más de 290 muertos y unos 1.400 heridos, según los últimos datos oficiales. Las autoridades turcas acusaron al líder de la Alianza por los Valores Compartidos, Fethullah Gulen, exiliado en EEUU, de haber organizado la intentona.