"Uno de los últimos confidentes, de los siete testimonios que he recabado, el sexto, él sí menciona al Ejército", dijo el sacerdote galardonado con el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012.
"El séptimo confidente, que no lo mencioné nunca, él mencionó la heroína que venía cargada en el camión (autobús), y fue la última vez que vieron a algunos de los estudiantes", dijo el religioso.
Solalinde reveló por primera vez el 16 de octubre de 2014 en una entrevista con Sputnik Nóvosti y el diario austriaco Der Standard de Viena –a un mes de la masacre saldada con seis muertos, 25 heridos y 43 desaparecidos–, las versiones de testigos que le confesaron la incineración de algunos alumnos.
"Cuando ellos (los estudiantes) se enteran que existe la heroína, ellos no lo sabían antes, pensaban llevarse el camión solamente a la conmemoración de la masacre del 2 de octubre del 68, se quedan realmente sorprendidos", dijo el religioso.
"Esta última persona que me ha dado testimonio habla de un cambio de chófer", enfatiza el sacerdote, quien ha sido galardonado por su trabajo de apoyo a migrantes en el Albergue Amigos en el Camino, que él fundó en el sureño Ixtepec, Oaxaca.
"El chófer asignado para ese camión con droga –prosigue el relato– no podía separarse del autobús; él sabía de la jugada que estaban haciendo".
Solalinde introduce entonces el papel de agentes federales: "lo primero que hacen la Policía Federal y el Ejército es proteger ese autobús; ese chófer se va y se encargan de que después pongan a otro, fue lo que me contaron; y a partir de ese momento los muchachos fueron dispersados".
Lo sabe el GIEI
Dos jóvenes lograron escapar y son la fuente de la versión de Solalinde: "Esto que le voy a decir es muy delicado, porque dos logran escapar; el GIEI lo sabe y no puede revelar nombres ni nada porque peligra la vida de estas personas, de esos estudiantes".
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Los expertos del GIEI lo supieron, pero los testimonios no están en el informe: "eso no pueden decirlo los expertos, es muy delicado; este gobierno está tratando de ocultar la verdad y de salvar al Ejército; no ha podido salvar a otras policías municipales que intervinieron ni a la policía federal", afirma Solalinde.
"El destino último de los muchachos habrían sido los espacios militares en Iguala", afirma el sacerdote.
Cuando ofreció su entrevista de octubre de 2014, Solalinde solo tenía tres confesiones: "no tenía estos últimos testimonios últimos, han ido saliendo poco a poco".
"Una víctima –presente en los ataques– fue mi tercer confidente, el primero y el segundo no he dicho siquiera su género, ni cómo es, porque yo protejo a las personas", subraya.
"Con el tercero tuvimos un diálogo –describe–, lo abracé y lloramos juntos, sé su nombre, lo recuerdo perfectamente; él no sabía lo que a mí me habían contado antes dos personas".
Los últimos testimonios los recibió en octubre de 2015, después de la entrevista con esta agencia, "de 10.00 a 12.00 de la noche, habíamos tenido una marcha, fueron padres de familia y un exalumno de Ayotzinapa; el último destino no se explica porque no hay un lugar probado para incinerar a 43 cuerpos", dice.
El religioso trata de armar el rompecabezas; "quiero decirle algo, un caso ha sido probado científicamente, de Alexander (Mora Venancio), pero no en el basurero de Cocula", pueblo vecino de Iguala.
"¿De dónde sacó el gobierno esos restos y los demás restos que ha enviado a Innsbruck, y que dice va a seguir enviando?", interroga.
Solalinde rechaza que los alumnos fueran incinerados en el basurero de Cocula, como afirma la "verdad histórica" de la investigación federal, "por razones científicas de diferentes expertos".
El Gobierno de Enrique Peña "lo está ocultando, porque el crimen de Estado es demasiado grande, fue en colaboración de instituciones y diferentes niveles de Gobierno y no puede negarlo".
Los testimonios de Solalinde no están en el informe final del GIEI.
Los testigos "aún no prestan testimonio porque tienen mucho miedo, las personas del GIEI les han ofrecido inclusive protección internacional, pero piensan que no se puede hacer nada para protegerlos; en alguna parte de México están escondidos", acota.
Preguntado si se trata de un secreto de confesión cristiana, respondió: "Claro que sí, nunca lo voy a decir; yo se lo dije al GIEI y se comunicaron con ellos, están ocultos en algún lugar".
Finalmente, Solalinde resume: "me dijeron que algunos habían sido incinerados, quemados, no me dijeron el lugar; el que empezó a decir que los habían quemado en el basurero de Cocula fue el Gobierno".