“Después vienen otras personas para hablarme del tema; y el sexto testigo vuelve a decirme que algunos habían sido quemados, pero menciona cada vez más al Ejército, menciona además la participación de la Policía Federal; a mí me queda la duda, la inquietud de que en el destino final tiene que ver el Ejército”, enfatiza el religioso poco antes de abordar un vuelo hacia Nueva York, acompañado de familiares de los 43 alumnos desaparecidos con la intención de saludar al Papa Francisco en EEUU.
“Entonces, de repente, aprovechando de que no había mucha gente allí me empezó a contar que a algunos de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa los habían quemado, y algunos incluso todavía vivos”, dice el religioso desde su teléfono móvil para recordar su primer testimonio a la luz de los nuevas investigaciones.
“El primer testigo me dijo que a los estudiantes los habían quemado, también me dijo que algunos estudiantes fueron obligados a subir a un alto, y que allí fueron golpeados, disparados e incinerados”, vuelve a recordar el religioso.
El cura católico sigue manteniendo en reserva el secreto de confesión: “no voy a decir ni el género ni la edad, hay mucha gente que sabe mucho más; pero no quieren decir más, hay mucho miedo, hay otras personas que saben cosas y no las dicen; y hay cosas que algunas autoridades saben y tampoco lo quieren decir”.
Para Solalinde el papel de la Policía Federal y el Ejército es la pieza que falta en el del rompecabezas.
“Con él nos vemos junto con otras personas en la Ciudad de México, y me cuenta sobre el primer ataque”, perpetrado por policías municipales de Iguala, Guerrero, (220 km al sur), contra los estudiantes que habían ocupado cinco autobuses para viajar a la capital mexicana, al aniversario de la masacre de universitarios del 2 de octubre de 1968.
“Él comienza a mencionar la presencia del Policía Federal y del Ejército mexicano; eso me alarmó, pero después no le di más importancia”, recuerda el religioso.
“La principal conclusión de esos informes es que apuntan cada vez más al Ejercito, y los expertos piden que se investigue al menos a 10 elementos del ejército”, apunta.
“La pregunta que le tenemos que hacer al Gobierno es que si los forenses de Innsbruck (Austria), aseguran que los restos incinerados son de dos estudiantes, pero las investigaciones científicas niegan la posibilidad de hayan sido quemados en el basurero de Cocula (pueblo vecino de Iguala), entonces ¿de dónde los sacó, de un horno crematorio?”, interroga.
El religioso preguntó al Procurador: “díganos Procurador qué pasó con los alumnos de Ayotzinapa; el movió la cabeza y trono los dientes: es muy sencillo es cuestión de narcotráfico”, les dijo Murillo.
“La persona que me dijo que los quemaron, mencionó que se uso diesel, gasolina y algún combustible en algún lugar, entendí en ese momento que era un grupo pequeño, nunca que era un grupo grande, solo algunos” de los 43 desaparecidos.
Y resume la secuencia del rompecabezas: “para mí, de acuerdo a todos los dictámenes y testimonios de algunas víctimas, creo que los policías municipales los habrían entregado a policías federales y al Ejército, ellos deben dar la explicación sobre el destino final de los estudiantes”.