CIUDAD DE MÉXICO (Sputnik) — "Gustavo está más estable en lo físico, pero sigue tenso por la situación que está viviendo", dijo Oscar Castro Soto, también activista social, expresidente del Observatorio Latinoamericano de Trata y Tráfico de Personas (2011-2014).
El sociólogo exjesuita de 52 años, quien resulto herido y fue dado por muerto por los mismos asesinos de la dirigente, galardonada en 2015 con el Premio Goldman de medioambiente, "quiere regresar ya a México y estamos haciendo todo lo que está en nuestro alcance a nivel jurídico para que esto suceda", dijo su hermano quien lo acompaña en Tegucigalpa.
Ante la orden judicial de arraigo en Honduras contra el sobreviviente, denunciada por la ONU y México, los abogados presentaron solicitudes de amparo a la Sala de Apelaciones para que revoque la orden de una jueza por inconstitucionalidad, y un habeas corpus "para que reconozcan, con base en la legislación local e internacional, que la retención en Honduras es ilegal."
El ambientalista, autor del libro 'Las Aguas Negras de la Coca Cola', escribió una carta a sus familiares y compañeros en la que narra: "Vine a Honduras con tanta ilusión; hacía muchos años que no venía; pero le agradezco a Berta que me haya invitado; amiga del alma desde hace tantos años".
El sociólogo, autor del manual ambientalista 'La mina nos extermina', afirma que se recupera de sus heridas, y que "pese a todo lo vivido", no se arrepiente "de haber venido, ni de haber sido elegido por el destino" para poder despedirse de su "querida amiga".
Y sobre su situación legal señala: "Que no les quepa duda, he apoyado todas las diligencias que me han pedido las autoridades a la hora que me lo han solicitado, más de diez, y lo seguiré haciendo para que se haga justicia".
Dolor por Honduras
"Me duelen tanto mis heridas aunque ya van cicatrizando, pero me duele más el dolor del querido pueblo hondureño que no se merece esto, nadie nos lo merecemos", prosigue la misiva compartida por el hermano de Gustavo Castro Soto a esta agencia.
El dirigente fundador de la organización Otros Mundos –Amigos de la Tierra en México, exhorta a no dejar "que ni los asesinatos ni los gorgojos nublen la esperanza ni el paisaje".
El líder que despliega su trabajo en el estado indígena de Chiapas, fronterizo con Centroamérica, relata que "cuando en México me topo por las calles con migrantes de esta tierra, no resisto el acercarme para tenderles la mano y reconocer su valentía, porque sé la travesía que llevan a cuestas, y el dolor por lo que dejan para seguir la ruta de la vida, de la esperanza, de buscar algo mejor".
"Berta –prosigue en tono intimista la misiva- significaba mucho para mí como para todos ustedes, Berta fue una mujer excepcional que luchó por una Honduras mejor, más digna, más justa, por un país para todos", en nombre de la esperanza.
Agradece las expresiones de solidaridad "en estos días de espera por reunirme con los míos".
El relato describe que "aunque siempre las autoridades me dijeron en múltiples ocasiones que me podía ir, incluso dispusieron de un helicóptero para salir de La Esperanza –donde ocurrió el crimen en el suroeste del país- a Tegucigalpa, a última hora me solicitaban que mi quedara para nuevas diligencias, lo que siempre he aceptado".
Por el momento, "ya hice todo lo que está en mis posibilidades, tengo vida, tengo familia; desde México nunca dejaré de apoyar y siempre estaré dispuesto a ayudarlos para encontrar la verdad" promete.
Invoca además un Tratado sobre Asistencia Jurídica Mutua en Materia Penal entre México y Honduras, para fundamentar su participación y hacer una larga lista de agradecimientos.
"En mi cuerpo llevo tatuadas las heridas para toda la vida que nunca me dejarán olvidar este compromiso" con un pueblo con un "espíritu incansable de lucha por preservar su identidad y su lugar de origen, admirable en su respeto a la naturaleza y por su amor a Honduras".