Las razones de esta contención proceden de diferentes factores que actúan al unísono, pero especialmente se debe a la guerra de precios que se vive desde 2014 y que está dividiendo a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y perjudicando a Rusia.
Una de las causas de este fenómeno se llama 'fracking'. Esta controvertida forma de extraer crudo basada en la fracturación hidráulica del subsuelo ha supuesto una verdadera revolución en Estados Unidos. Allí la producción de barriles diarios casi se ha multiplicado por dos en siete años, al pasar de 5,02 millones en 2008 a 9,41 millones.
Efectos ostensibles
Ese exceso de oferta ha tenido unos efectos sostensibles. En primer lugar, ha provocado que en EEUU, donde se usan muchísimo los coches, haya caído el precio de llenar los depósitos de combustible de los automóviles hasta niveles insospechados, por debajo de los dos dólares el galón. Realmente el coste fluctúa entre los 2,8 en Los Angeles (California) y los 1,5 en Houston (Texas). Este asunto del precio de la gasolina tiene tanta relevancia política que hasta fue mencionado por el presidente Barack Obama en su último discurso del Estado de la Unión pronunciado el pasado 12 de enero.
Otro efecto demoledor viene siendo el comportamiento de Arabia Saudí. El Gobierno de Riad es, en gran medida, el promotor de esta lucha mercantil por recuperar mercados internacionales, consciente de que los estadounidenses ya producen más que ellos. No quieren ni hablar de reducir la producción, pues eso podría subir los precios y penalizar a los clientes seguros y potenciales. En esta estrategia de resistencia, los saudíes cuentan con el firme apoyo de cuatro Estados aliados y miembros de la OPEP, todos ellos situados en el Golfo Pérsico: Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Margen de maniobra
A Arabia Saudí no le interesa mover ficha. Está embarcada en una plan de desgaste. Tiene margen de maniobra: está poco endeudada en el exterior, tiene una buena reserva de divisas y, lo más importante, sus costes de extracción son bajísimos: unos dos dólares el barril.
Otra variable muy a tener en cuenta en este puzle es que Irán está regresando al tablero comercial tras haber firmado la pipa de la paz con Washington. Los iraníes podrían añadir un millón de barriles al día a un mercado ya saturado en el que la OPEP ya cuenta con una capacidad excedentaria de 2,5 millones de barriles al día.
Tema: Implementación del acuerdo sobre Irán
Lo peor de esta pesadilla de aires kafkianos —sobre todo para los afectados- es que no termina, es decir, que no tiene visos de que el precio suba a corto plazo. En otras palabras, el problema es estructural, como cree el economista y especialista en temas energéticos Daniel Lacalle, autor del libro "La Madre de Todas las Batallas" (Editorial Deusto).
También se aprecian ventajas considerables para las economías importadoras de crudo, como por ejemplo España, pues reduce sus gastos en la balanza externa comercial.
Ciertos analistas arropados por el diario economista Financial Times consideran que un barril muy barato supone un fuerte estímulo para el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
Sin embargo, en Europa esta volatilidad en el mercado de materias primas se vincula con el riesgo y la incertidumbre. Esa tendencia presiona la inflación a la baja, ralentizando el crecimiento económico. Por eso no gusta ni un pelo al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dispuesto ahora a aplicar nuevas medidas de estímulo —léase inyección de dinero- en la zona del euro.
Plan de recortes
La OPEP, que produce el 32% del petróleo del planeta, huele a crisis. Venezuela y Nigeria solicitaron recientemente una reunión extraordinaria para discutir los precios del crudo. Recibieron por respuesta el ninguneo de Arabia Saudí y sus satélites. Ahora no toca. Para mover el mercado al alza, sería necesario un acuerdo con las naciones no-OPEP (EEUU y Rusia principalmente), algo que en estos momentos suena altamente improbable.
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Tampoco funciona el riesgo geopolítico. En los años 90 del siglo pasado, la amenaza de un conflicto armado ocasionaba una casi inmediata subida de los precios. Ahora las guerras en Siria, Irak, Yemen o Nigeria no afectan lo suficiente y están descontadas para los brokers.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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