Los inversionistas que quieran participar como socios financieros por algunos de esos 10 campos petroleros, cuyo valor estimado es de 3.000 a 4.000 millones de dólares cada uno, necesitarán contar con 250 millones de dólares.
Además, el acceso al cuarto de datos de información sísmica en tres dimensiones costará 38,5 millones de dólares, mientras que las simples bases de licitación costarán 16.000 dólares.
La información de esos costos ha sido ofrecida el mismo día en que ha sido convocada la esperada cuarta fase de las cinco, que integran la llamada Ronda Uno que este año 2015 ha puesto fin al monopolio estatal de la industria petrolera mexicana que data de la nacionalización de 1938.
El desafío tecnológico
Un primer grupo de cuatro campos, todos con aceite ligero, está bajo el lecho marino en el área del Cinturón Plegado de Perdido en el Golfo de México, en aguas fronterizas con EEUU, donde los pozos de exploración como Trion han descubierto crudo ligero.
En 2012, la estatal Pemex contrató la perforación del pozo de exploración Trion-1, con un tirante de agua de 2.500 metros y una profundidad desde el lecho marino de 2.000 metros, más donde descubrió 400 millones de barriles de crudo ligero, pero no los ha podido explotar por lo estratosférico de la inversión y la dificultad técnica.
Otros seis campos petroleros –cinco de aceite y uno de gas- bajo el lecho marino mexicano, se localizan en la Cuenca Salina de Istmo, en el Golfo de México al sur del país latinoamericano, de los cuales dos están en aguas ultraprofundas y los otros cuatro en tirantes de aguas profundas menores a los 1.500 metros.
A lo largo de las tres convocatorias de la Ronda Uno cumplidas en entre julio y diciembre 2015, México ha logrado firmar contratos de exploración y explotación petrolera que suman unos 7.000 millones de dólares para cinco años, sin embargo, la cuarta fase podría multiplicar por cinco o seis veces ese monto.