Xi Jinping y Ma Ying-yeou, presidentes de China y Taiwán respectivamente, se reunieron durante una hora en Singapur en la que fue la primera cumbre después de que los nacionalistas perdieran la guerra civil contra los comunistas setenta años atrás.
Tsai, que encabeza todas las encuestas para imponerse en las presidenciales de enero, había dicho tras la reunión que Ma no había hecho sentir al pueblo "más seguro ni más orgulloso" sino que lo había "sumido en la ansiedad".
Tsai, quien había criticado la cumbre por electoralista, también aclaró que sólo los taiwaneses podían decidir por medio del voto el futuro de la isla y sus relaciones con Pekín.
"No es un problema serio. Comparado con Chen Shui-bian, Tsai se enfrenta ahora con un Gobierno continental mucho más fuerte y el pleno reconocimiento global al principio de una sola China, así que su margen de maniobra es muy pequeño", continúa.
Chen fue el presidente taiwanés antes de la subida al poder en 2008 del Kuomintang (KMT) y su mandato estuvo caracterizado por las tensiones cotidianas con Pekín.
"Ella (por Tsai) sufrirá una derrota más rápida y horrible que Chen si no aprende de lo que le ocurrió a éste", señala en aparente referencia a su condena de cárcel por corrupción.
"Mientras la histórica reunión de Xi y Ma será largamente recordada, los lamentos de Tsai se los llevará el viento", vaticina el medio.
Taiwán y China han disfrutado durante los últimos siete años de gobierno del KMT de una concordia poco habitual, con numerosos acuerdos económicos y mercantiles firmados.
Xi ya recalcó en la cumbre del sábado en Singapur que Taiwán no podía repetir los errores del pasado, en referencia a la hostilidad del PDP.
Taiwán disfruta de una independencia de facto que no declara formalmente por la amenaza armada china.
Tsai ha manifestado que no variará el statu quo pero los expertos vaticinan que sufrirá presiones del ala más dura de su partido en un cuadro social de sentimientos antichinos crecientes.
La prensa oficial de Pekín ya advirtió el domingo de los peligros de vulnerar el principio de "una sola China" pactado en 1992 que permite la interpretación opuesta a ambas orillas del Estrecho de Formosa.
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"El barco de la paz se encontraría en medio de una poderosa y temible tormenta que podría incluso hundirlo", amenazaba el Diario del Pueblo, órgano propagandístico del Partido Comunista de China.
Las amenazas de Pekín en el pasado sólo han conseguido multiplicar el apoyo electoral a los partidos más hostiles a China.