En estas condiciones la aviación rusa continua incrementando la intensidad de sus ataques.
Como objetivos del fuego han sido elegidos los puestos de mando y nudos de comunicación de los militantes, los almacenes de armas y combustibles, así como las bases de preparación de los terroristas en las provincias de Raqqa, Latakia, Hama, Idlib y Alepo.
Desde el 30 de septiembre los aviones de la Fuerza Aeroespacial de Rusia realizan una operación aérea contra las posiciones del Estado Islámico en Siria, en virtud de una solicitud del presidente sirio y tras recibir una autorización del Senado ruso.
El Derecho Internacional permite el uso de las fuerzas armadas en territorio de un país extranjero si está autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU, o si se trata de autodefensa, o si hay una solicitud correspondiente de las autoridades de ese país, que es el caso de la intervención rusa en Siria.
Mientras, la coalición internacional dirigida por EEUU bombardea las posiciones del EI en Siria desde hace un año sin un visto bueno del Consejo de Seguridad y tampoco coordina sus operaciones con el Gobierno sirio.