El presidente Bashar al-Asad niega la utilización por sus fuerzas de este tipo de cilindros mortíferos, que la ONU vetó en una resolución aprobada en 2014.
AI responsabiliza sin embargo a la aviación siria de la muerte de 3.000 civiles en una serie de bombardeos el año pasado en Alepo.
Los ataques con "bombas de barril" habrían causado más de 11.000 víctimas mortales en el país desde 2012, según se documenta en 'Death everywhere: War crimes and human rights abuses in Aleppo' (Muerte por todas partes: crímenes de guerra y abusos de derechos humanos en Alepo).
"La vida de los civiles en Alepo es crecientemente insoportable debido a las atrocidades generalizadas, particularmente los viciosos y constantes bombardeos aéreos de barrios residenciales por las fuerzas gubernamentales", advierte Philip Luther, director en AI del programa en Oriente Medio y Norte de Africa.
El informe acusa también a los grupos opuestos al régimen de Asad de cometer "crímenes de guerra" contra la ciudadanía siria.
AI apunta al "armamento impreciso, como morteros y cohetes improvisados, utilizado por la oposición en ataques que mataron por lo menos 600 civiles en Alepo en 2014".
La organización hace un llamamiento al Tribunal Internacional de la Haya para remitir la situación en Siria, además de instar a ambas partes a permitir el "libre acceso" de ayuda humanitaria en todo el territorio.