"Dos de nuestros equipos permanecen en Donetsk y Lugansk y no nos planteamos retirarlos de ahí; tenemos intención de quedarnos", insistió. Corbaz indicó que a finales de diciembre en Ucrania trabajaban casi 200 colaboradores del CICR, unos 70 de los cuales eran extranjeros y el resto, habitantes locales.
"Ahora tenemos a diez colaboradores locales y siete extranjeros en Donetsk y a dos locales y cinco extranjeros en Lugansk. Además tenemos oficinas en Severodvinsk, Járkov, Odesa, Mariúpol y Kiev", precisó al agregar que la misión puede enviar a más especialistas en caso de necesidad. Reconoció a la vez que la situación es poco segura.
"Por supuesto, a causa de los continuos combates, bombardeos y sucesos por el estilo, es imposible seguir trabajando al nivel que nos gustaría", explicó al agregar que la actividad de la misión "puede cesar temporalmente por las hostilidades". Sin embargo, Corbaz recalcó que se trata de pausas breves, "de unas cuantas horas o un día".
El este de Ucrania sufre un conflicto armado que, según la ONU, ha causado más de 5.000 muertos y casi 11.000 heridos desde abril pasado, cuando Kiev lanzó una operación militar contra las milicias independentistas de Donbás.
El 9 de diciembre en la región empezó a regir una tregua pactada con mediación de la OSCE.
A partir del 18 de enero el Ejército intensificó los ataques contra las posiciones de los milicianos.
En respuesta, los líderes de Donbás declararon la necesidad de lanzar una ofensiva para impedir los ataques de artillería que causan víctimas entre la población civil.