"Hoy estoy simplificando nuestros aranceles sobre el acero y el aluminio.
Es un 25% sin excepciones ni exenciones", dijo Trump desde la Oficina Oval, mientras firmaba las órdenes ejecutivas correspondientes, en las que canceló también las cuotas libres de impuestos para sus principales proveedores de estos materiales, que son
Canadá, México y Brasil.
Según el republicano, estas medidas comerciales proteccionistas ayudarán a reindustrializar a la economía del país norteamericano y contribuirán al crecimiento de la industria metalúrgica local.
La reacción en México fue inmediata. La presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que, con esas medidas arancelarias, Washington está violando el T-MEC y, aunque dijo que su país podría recurrir a los paneles legales para expresar su desacuerdo, al final optará por dar argumentos a Estados Unidos sobre por qué sus medidas no tienen justificación. "México importa más acero de EEUU que lo que exporta", añadió el secretario de Economía de la nación latinoamericana, Marcelo Ebrard.
De acuerdo con datos presentados por el funcionario, México es el principal destino de las exportaciones de productos siderúrgicos totales de EEUU, representando el 52% de sus exportaciones globales al cierre de 2024.
En una entrevista con Sputnik, Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que, si bien
estas medidas arancelarias no forman parte del paquete que se negoció entre México y EEUU para poner en pausa las cuotas, lo cierto es que esto "añade más presión" al país latinoamericano.
El analista recordó que México se comprometió a diversos puntos en materia de
seguridad y migración con la finalidad de que Washington pausara los aranceles impuestos y tener margen de negociación.
Al respecto, Claudia Serrano, doctora en Relaciones Internacionales y docente de la UNAM, explicó a Sputnik que estos aranceles al acero y al aluminio aplican a nivel global y no son exclusivos contra México y Canadá. Por ello, dice, no todo está cerrado, ya que EUU podría estar dando señales de que puede negociar.
Al ser
Canadá el principal exportador de acero a Estados Unidos, mientras que México también tiene una presencia importante en este sector, el republicano podría estar buscando
acelerar la revisión y renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), apunta Serrano.
Por tratarse de una medida de emergencia, los aranceles impuestos por Donald Trump al acero y al aluminio no son violatorios del tratado entre los países norteamericanos. "El T-MEC no está roto con esto", valoró Martínez Cortés.
Ambos especialistas coinciden que estas medidas no socavan el T-MEC, aunque, de acuerdo con la doctora Serrano, la decisión de Washington podría ser impugnada por México y Canadá en los paneles de controversia del tratado. Sin embargo, dice, los nuevos aranceles impuestos por la Administración de Trump son más un movimiento geopolítico que económico.
"[Trump quiere formar] un frente para que no haya margen de oportunidad para que China pueda triangular o pueda, a través de terceros países, ingresar también su acero y su aluminio al mercado estadounidense", añade.
Mientras que Trump ejerce presión para empezar ya la renegociación del T-MEC, México se está tomando su tiempo para estudiar sus opciones y comenzar a negociar con su principal socio comercial y Canadá.
"[Los aranceles] no implican que se vaya a perder toda la integración económica que se ha alcanzado hasta el momento, sino que los tres países tienen que buscar cuáles van a hacer ahora los sectores que podrían considerarse de beneficio mutuo", señala la analista.
Además, dice, no se debe perder de vista que la integración económica de Norteamérica implica también una ventaja para Washington ante el dinamismo económico que está teniendo el gigante asiático en la región latinoamericana.
Estados Unidos también impuso aranceles del 10% a todos los productos chinos que deseen ingresar a territorio estadounidense. En respuesta,
Pekín introdujo aranceles del 15% al carbón y el gas natural licuado (GNL) importados de Estados Unidos; y del 10% adicional, al petróleo crudo y la maquinaria agrícola estadounidense.