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Comercios de Buenos Aires abren sus puertas en una ciudad vacía

BUENOS AIRES (Sputnik) — Badaraco es una pequeña librería de barrio en Buenos Aires que permaneció cerrada casi un mes, hasta que el 14 de abril pudo retomar una restrictiva atención al público por Internet "con las persianas bajas y la luz prendida a la espera de que alguien nos pida algún libro", en palabras de su dueño, Gabriel Badaraco.
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A través de una red de ventas a futuro durante las semanas que estuvo clausurada, la librería apenas cubrió el sueldo de uno de sus tres empleados.

Después comenzó el acercamiento a los clientes a través del teléfono y de los medios electrónicos, pero Gabriel reconoce la ausencia de algo fundamental.

"Con un libro de por medio el contacto con la gente es algo muy necesario. Falta el olor del papel, el contacto, el mirarse a los ojos, el gesto que viene al recomendar un libro. Es una decepción desde el punto de vista del oficio, pues ya está en desuso ser librero, lector y recomendador", razona.

A menos de un kilómetro del Congreso, esta librería especializada en literatura infantil y en ciencia política no había presenciado nada igual en sus seis años de existencia.

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"La afluencia de la gente por la calle es muy poca, la ciudad desde las 18 horas está deshabitada, solo se ven los carritos y las bolsas de los comestibles de la gente. Es un paisaje lacónico, bastante raro", describe el librero.

Este argentino, de 46 años, menciona ciudades con cultura literaria como Madrid, Barcelona, Frankfurt, y México DF, y sostiene que esta urbe sin librerías pierde esencia, como lo sería una Buenos Aires sin tango, o una Argentina sin fútbol.

"El libro es una promesa de felicidad para quien nos visita", añade.

Las secuelas económicas ocasionadas por el nuevo coronavirus vienen a ser "un golpe de gracia" dentro de un sector que venía golpeado desde hace muchos años.

Las ventas, que se envían a domicilio, han bajado un 30-40%.

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Mientras averigua si puede acceder a alguna de las ayudas que puso a disposición el Gobierno de Alberto Fernández, Gabriel espera "solidaridad y paciencia" de los proveedores y del arrendatario.

Lo que el dueño de Badaraco sabe es que el estilo del negocio ya cambió.

Su temor es que la crisis concentre el negocio en grandes distribuidores, desaparezcan las librerías de barrio, como ya sucedió con los cines, "y quede decapitado nuestro trabajo, que conlleva una labor sociocultural", advierte quien lleva 19 años dedicado al oficio de librero.

Gastos

Las librerías son una de las actividades recientemente excluidas del "aislamiento social y obligatorio" vigente desde el 20 de marzo para prevenir la expansión del COVID-19, al igual que bancos, tiendas de repuestos o de neumáticos, y talleres de automóviles.

El alivio inicial de estos sectores se deshizo con el paso de los días, al constatar que la apertura apenas reanudó las ventas.

"La semana anterior no vino nadie, y esta semana recién empezó a moverse un poquito", cuenta Héctor Omar Yáñez, dueño de Taller Mecánico Boedo, en el barrio porteño que le da su nombre.

"Se está trabajando pero con muy poco movimiento, pues solo pueden asistir al taller las personas autorizadas, como taxis, ambulancias y patrulleros", agrega.

En la microempresa familiar de Omar trabajan su esposa y su hermano, quien dejó de pagar los aportes contributivos como trabajador independiente.

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El chapista admite que no tiene suficientes ingresos para sostener lo que define como "la estructura" de gastos que componen los dos alquileres que debe pagar, los insumos aparejados a su oficio y los impuestos.

"La gente que sale tampoco tiene plata [dinero], muchos vienen al taller y se van porque no pueden pagar la reparación o los repuestos", admite.

A este hombre ya le fue denegado un préstamo con una tasa de interés al 24% porque no entraba dentro de los requisitos, al carecer de empleados registrados, pero no se resigna a volver al banco y ver si puede calificar para alguna otra ayuda.

Entre tanto, "no me queda otra que trabajar y mantener a mi familia. Pero sé que esto viene para rato", añade.

Una situación más desahogada presenta Matías, dueño de Mutanbaiky, una bicicletería que cuenta con un taller especializado y que tiene turnos ya programados por los próximos tres meses.

"Tenemos un oficio muy útil y dentro de todo lo que está pasando, estamos bastante beneficiados por haber tenido trabajo, poder cobrar y pagar sueldos más allá de estar cerrados", señaló.

Aunque ha comenzado a atender a clientes que quedaron pendientes del mes anterior, Matías sabe que deberá esperar algún tiempo antes de tener algún capital.

Esto no le impide cumplir con sus dos empleados, pero deberá atrasar su pago al fisco, de 70.000 pesos (1.037 dólares).

"Si uno no puede pagar los sueldos durante dos meses, es porque está fundido desde antes, aunque sabemos que Argentina viene de años terribles", indica, "los gastos de local son mayores que el de los trabajadores, así que sacarles la plata a ellos me parece que está mal éticamente".

Desde el 18 de abril el Gobierno amplió en 22 de los 24 distritos del país el listado de actividades y servicios que pueden abrir, aunque el confinamiento que en principio finaliza el 26 de abril será extendido una vez más.

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