"Los vecinos de las favelas corren un riesgo inmenso si les afecta la pandemia; la tendencia es que [el virus] se propague muy rápido en las favelas (…) si entra aquí vamos a perder a mucha gente muy rápido", dijo a Sputnik Gizza, residente en el complejo Fazenda Botafogo, en la periferia norte de Río.
En los últimos días, activistas y líderes comunitarios como Gizza recordaron a través de las redes sociales que las medidas que las autoridades sanitarias repiten constantemente para prevenir la expansión del virus (lavarse las manos con agua y jabón, aislarse en casa lo máximo posible, etc) muchas veces son casi imposibles de aplicar en la favela.
Además, Gizza recalca que para la población más humilde, que tiene trabajos informales de venta en la calle, por ejemplo, el confinamiento equivale a pasar hambre.
"Un vendedor ambulante ya no puede trabajar en la calle porque la calle está vacía, y porque hay que estar en casa, así que la gente ya se está quedando sin dinero para comer, estamos empezando a ver personas pasando hambre", dijo.
En muchas casas, la situación se agrava porque desde hace días se cancelaron las clases en las escuelas públicas debido al coronavirus; para muchos niños, el almuerzo de los comedores públicos es la única alimentación consistente que reciben a lo largo del día, y ahora eso supone un gasto extra para las familias.
Evitar que el coronavirus se extienda aquí es crucial no sólo por el bien de sus habitantes, sino porque las favelas no están aisladas, están repartidas por toda la ciudad y sus habitantes conviven normalmente con el resto de la población que reside en barrios formales, resalta Gizza.
Por todo ello, y ante la falta de un plan específico de prevención por parte del Gobierno, la Cufa, una organización nacional creada hace 20 años, publicó en los últimos días una carta abierta con una lista de medidas que deberían aplicarse lo antes posible.
Entre ellas están la distribución gratuita de agua y gel desinfectante para manos, proteger a los ancianos y otra población de riesgo trasladándolos a hoteles y otros establecimientos turísticos que ahora están vacíos, y las ayudas a micro y pequeñas empresas, así como una moratoria para el pago de luz y gas para las familias que ganan menos de cuatro salarios mínimos.
El pasado fin de semana, la Cufa y otras entidades movilizaron vehículos en varias favelas de Río con altavoces recordando los consejos de prevención e higiene, y se lanzó incluso un "funk" (el género musical más genuino de las favelas cariocas) con rimas pidiendo que todo el mundo se quede en casa.
En la favela de Paraisópolis, una de las más grandes de Sao Paulo, se convocó a 400 voluntarios que controlarán casos sospechosos y confirmados de coronavirus (cada uno tendrá que estar pendiente de 50 casas y sus respectivos habitantes), y la idea quiere replicarse en otras favelas del país.
Según el último balance del ministerio de Salud de Brasil, divulgado el 22 de marzo, el país tiene 1.546 casos confirmados de SARS-Cov-2 y se registraron 25 muertes.
Las autoridades sanitarias advirtieron que las cifras crecerán exponencialmente en los próximos días y que en abril el sistema hospitalario del país podría entrar en colapso.