"Vienen desnutridos, deshidratados, con diarrea, todo relacionado con el hambre; son los más castigados (…) en la frontera se les empieza a vacunar, es una norma estricta que tenemos para que puedan entrar en el albergue", explica en una entrevista con Sputnik el argentino Alejandro Cacopardo, responsable del albergue Janokoida, en esa ciudad fronteriza del norte de Brasil.
Quienes ingresan a Janokoida cuentan con un gran espacio cubierto donde duermen en sus hamacas, además de enfermería, asistencia psicológica, y una ambulancia en la puerta por si hace falta.
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Además, pueden utilizar un terreno espacioso para jugar al vóley y para cocinar con leña al aire libre; a diferencia de lo que ocurre en otros albergues, aquí son ellos mismos quienes se cocinan la comida, ya que se promueve la autogestión para preservar al máximo sus costumbres, explica Cacopardo.
Los indígenas Warao habitan el delta del Orinoco desde hace al menos 8.000 años, pero en las últimas décadas se vieron obligados a dejar sus tierras debido a la contaminación del agua y a problemas con la construcción de minas y represas.
Siguiendo la problemática de todos los pueblos nativos de América, a medida que se fueron acercando a los entornos urbanos empezaron a depender cada vez más de la comida que se vende en la ciudad; y cuando la inflación empezó a descontrolarse fueron de los primeros en dejar Venezuela.
Resistencia
Los responsables del albergue en Brasil explican que quienes allí residen son especialmente vulnerables al alcoholismo y a caer en las redes del tráfico de personas o del trabajo esclavo, sobre todo en este lugar de frontera, que se ha vuelto bastante peligroso.
El ataque se produjo como represalia por la agresión y robo a un comerciante local por parte de venezolanos, y en el ataque de la turba, que actuó con palos y piedras, se quemaron lonas, pertenencias y documentos de muchos venezolanos.
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Alrededor de 1.200 inmigrantes regresaron asustados a su país, y algunos Warao, a pesar de estar seguros dentro del albergue —que cuenta con vigilancia por parte de los militares—, también decidieron volver a Venezuela.
Un total de 22 indígenas fueron escoltados de regreso a Venezuela por miedo a que la situación se volviese más hostil.
Parte de los integrantes de la marcha eran indígenas locales, de las etnias Mucuxi, Tauperang y Wapichana, que aseguran que los indígenas venezolanos están siendo priorizados cuando ellos suman décadas de abandono por parte de las autoridades brasileñas.
Los indígenas locales dicen no estar en contra de los Warao, pero sí de que la ayuda sea un pretexto que les acabe perjudicando, y citan el proyecto que tiene el Gobierno brasileño para construir un nuevo albergue para venezolanos junto a la carretera que une Pacaraima con Boa Vista.
El camino entre ambas localidades es un largo trayecto de 215 kilómetros que atraviesa, en parte, el área indígena demarcada del Alto de Sao Marcos.
"Es una conquista que nos costó mucho sufrimiento, son nuestros derechos, no queremos que el Gobierno invada nuestra tierra para poner un albergue", remarcó Level.
Los indígenas de Pacaraima temen que si el Gobierno finalmente construye un albergue en su territorio empiece a haber conflictos con los militares, que son quienes se encargan de la logística y seguridad de la operación de acogida a los inmigrantes venezolanos.