Gritos, insultos, barro y pedradas: por qué en Valencia recibieron hostilmente a reyes y presidentes
Gritos, insultos, barro y pedradas: por qué en Valencia recibieron hostilmente a reyes y presidentes
Sputnik Mundo
Los abucheos y el lanzamiento de lodo contra Felipe VI, Letizia, Pedro Sánchez y Carlos Mazón fueron parte de un sentir generalizado, explican los analistas... 05.11.2024, Sputnik Mundo
"La visita el 3 de noviembre de las principales autoridades del Estado a Paiporta, una de las ciudades del área metropolitana de Valencia más afectadas por la devastación provocada por las inundaciones en el Levante español, se saldó con un rotundo fracaso y grandes momentos de tensión.Las imágenes de la multitud increpando y lanzando pegotes de barro al rey Felipe VI y su esposa Letizia, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a su homónimo regional, Carlos Mazón, dieron la vuelta al mundo. De forma inusitada, los intentos de agresión contra Sánchez, al que no obstante alcanzó en la espalda una pala que le lanzaron, lo obligó a retirarse de la comitiva, momento en el que su vehículo fue objetivo de la ira de varios ciudadanos, que llegaron a romper los cristales del automóvil. Mazón también optó por abandonar el séquitoManchados de barro hasta el rostro, los monarcas decidieron seguir avanzando, en un intento de templar ánimos o cumplir mínimamente con el objetivo de su visita: ofrecer apoyo moral. Fue entonces cuando varias personas pudieron entablar diálogo con la pareja real para quejarse de la situación de absoluta emergencia que aún vive la ciudad y toda la zona, días después del paso destructivo de las mayores lluvias torrenciales en España en años.El acceso a la entrada de la ciudad se despejó para la treintena de vehículos oficiales y de escolta que transportaban a las autoridades y sus servicios de seguridad. Una sensación de falta de respeto e ineficacia cundió entonces entre la masa, que entendió la visita como un acto propagandístico y la tildó incluso de "provocación".Fue entonces cuando el enojo del gentío se verbalizó. "¡Asesinos, asesinos!", fue el grito más frecuente. "No era el día, no teníais que venir", recriminaron a Felipe VI y Letizia algunos de los vecinos de Paiporta, enojados además por el parón de "más de dos horas" que la llegada de la comitiva provocó en los trabajos de limpieza y saneamiento.Sánchez, el peor paradoEl presidente del Gobierno fue especial depositario de la ira de muchas personas. Compungido, con el gesto dolorido y caminando lentamente con ayuda de sus guardaespaldas, Sánchez dio media vuelta y se retiró. Al día siguiente, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, confirmó la agresión sufrida, que ya investiga la Guardia Civil y un juzgado de la ciudad de Torrent.Entre los improperios dirigidos contra su persona, Sánchez fue recibido con la frase "Si necesitas ayuda, la pides", una suerte de tergiversación de uno de sus discursos, cuando el día 2, durante una comparecencia oficial para anunciar una nueva movilización de la ayuda por parte del Gobierno central, afirmó que si el Gobierno regional valenciano necesitaba "más recursos", solo tenía que pedirlos.El Gobierno también reveló que la visita fue producto de la insistencia de la Casa Real, convencida de su necesidad pese a las advertencias de que no era el momento idóneo para realizarla. "Pensaban que eran intocables, que no les iba a pasar nada y que el Gobierno estaba exagerando en su advertencia", expone a Sputnik el politólogo y autor Jorge Verstrynge, que cree que la valoración previa que hizo la institución monárquica demuestra que está "totalmente" fuera de la realidad."La realidad es que la gente saltó al entender que todos llegaron para hacerse la foto, empezando por el rey y siguiendo por Pedro Sánchez y Mazón", añade el historiador José Miguel Villarroya, que explica a Sputnik que una vez el asunto escala mediáticamente a nivel internacional, "se crea un relato" donde las protestas airadas son obra solo de grupúsculos de ultraderecha. "Pero hay que subrayar que lo importante es la indignación del pueblo", resalta. El protagonismo de la ultraderechaMiembros de grupos radicales como Revuelta, Núcleo Nacional, España 2000 e incluso Desokupa (una empresa parapolicial) estuvieron presentes en los momentos más álgidos de la visita de las autoridades.Una vez que disminuyó la intensidad de la "lluvia" de barro y luego de que los efectivos policiales y los agentes de la seguridad personal de los monarcas lograran formar un nutrido cordón de seguridad en torno a ellos, estos accedieron a hablar con algunas de las personas presentes. A juzgar por su indumentaria y aspecto, algunas resultaron ser miembros de estos grupos.Felipe VI incluso concluyó su plática con dos jóvenes abrazándose a ellos. La indumentaria de otro con los que conversó era una sudadera con simbología de la 250.ª División de Infantería de la Wermacht, la División Azul, el cuerpo expedicionario que el dictador Franco envió a Hitler en 1941 para colaborar al asedio de Leningrado. Uno de ellos resultó estar implicado en la agresión a Sánchez. Ninguno era vecino de Paiporta. Otro de sus interlocutores llevaba tatuada en la sien el número 88, el acrónimo numérico de Heil Hitler.Al respecto de esta situación, Villarroya cree "evidente" que estos grupos estaban organizados con la pretensión "exclusiva" de increpar e intimidar a Pedro Sánchez. "Pero ya es casualidad que estos dos personajes se acercaran al rey y se abrazaran con él, algo muy complicado y más en una situación así, con tanta facilidad", afirma.Para Verstrynge, el hecho no es tan relevante "porque toda la gente allí en ese momento pensaba igual", explica. En sus palabras, "estos grupúsculos se suben a un tren que ya está en marcha, el de la DANA y el tren de la protesta radical" y está convencido además de que el costo electoral para el gobernante PSOE ya es fatal e irreversible."El pueblo está harto de todos", resume Villarroya, que subraya la tentación de muchos medios de comunicación de atribuir la cólera desatada a los "grupúsculos organizados" antes que a un sentir genuinamente generalizado. Es decir, a efectos de imagen, la indignación pudo acabar siendo liderada por los grupos más radicales, aun cuando esa mañana ellos también estuviesen colaborando en las tareas de limpieza, con el fin de focalizar toda la rabia en Pedro Sánchez. En su opinión, estos grupos aprovecharon una ausencia política."Pero salió mal, porque la gente saltó contra todos. La prueba es que Mazón se desplazó a continuación a Chiva, donde la gente tuvo la misma reacción. La gente está muy cansada, ve que todo es una tomadura de pelo", concluye. Chiva era la segunda localidad a visitar por la comitiva, adonde Pedro Sánchez y los reyes decidieron no acudir.La posición de la monarquíaSánchez atribuyó las agresiones a "algunos violentos absolutamente marginales" y dijo entender la "angustia" de la gente. El exportavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, fue más allá y refutó la tentación mediática de atribuir la tensión en exclusiva a la presencia de ultraderechistas."Claro que había elementos ultras allí, pero la inmensa mayoría eran personas indignadas con el abandono de PP y PSOE y el turismo de selfie del rey", escribió en su cuenta oficial de la red X."Fue un movimiento espontáneo de la población", conviene Versrynge, que añade que los hechos "demuestran que la monarquía es frágil en España" y revelan una falta de flexibilidad. Como ejemplo, cabe recordar la respuesta que Felipe VI espetó a los ciudadanos que criticaban la poca idoneidad de la visita. "Si quieres, no vengo y me quedo en Madrid", dijo el monarca.La crisis actual deriva también de un poder regional "desastroso" y un poder central que "no se atreve" a relevarle de la gestión de la catástrofe y asumir la dirección, reflexiona este politólogo, que señala a la organización territorial del país, "que no es unitaria ni tampoco una confederación", donde la distribución de competencias "no están claramente fijadas".Según él, en Paiporta se ve "claramente" que la institución monárquica está "muy débil". ¿Por qué? "Porque pese al kingwashing mediático, cada vez salen más cosas de papá", recuerda, en alusión a los audios revelados a principios de octubre por Bárbara Rey, una antigua amante de Juan Carlos I, en los que el monarca emérito admitía su implicación en el intento de golpe de Estado de 1981 en España.
Los abucheos y el lanzamiento de lodo contra Felipe VI, Letizia, Pedro Sánchez y Carlos Mazón fueron parte de un sentir generalizado, explican los analistas, que estiman inoportuna la decisión de "ir a hacerse la foto". Más allá de la presencia de grupos de ultraderecha, la indignación se vincula a la búsqueda de un "chivo expiatorio", añaden.
"La visita el 3 de noviembre de las principales autoridades del Estado a Paiporta, una de las ciudades del área metropolitana de Valencia más afectadas por la devastación provocada por las inundaciones en el Levante español, se saldó con un rotundo fracaso y grandes momentos de tensión.
Las imágenes de la multitud increpando y lanzando pegotes de barro al rey Felipe VI y su esposa Letizia, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a su homónimo regional, Carlos Mazón, dieron la vuelta al mundo. De forma inusitada, los intentos de agresión contra Sánchez, al que no obstante alcanzó en la espalda una pala que le lanzaron, lo obligó a retirarse de la comitiva, momento en el que su vehículo fue objetivo de la ira de varios ciudadanos, que llegaron a romper los cristales del automóvil. Mazón también optó por abandonar el séquito
Manchados de barro hasta el rostro, los monarcas decidieron seguir avanzando, en un intento de templar ánimos o cumplir mínimamente con el objetivo de su visita: ofrecer apoyo moral. Fue entonces cuando varias personas pudieron entablar diálogo con la pareja real para quejarse de la situación de absoluta emergencia que aún vive la ciudad y toda la zona, días después del paso destructivo de las mayores lluvias torrenciales en España en años.
El acceso a la entrada de la ciudad se despejó para la treintena de vehículos oficiales y de escolta que transportaban a las autoridades y sus servicios de seguridad. Una sensación de falta de respeto e ineficacia cundió entonces entre la masa, que entendió la visita como un acto propagandístico y la tildó incluso de "provocación".
Fue entonces cuando el enojo del gentío se verbalizó. "¡Asesinos, asesinos!", fue el grito más frecuente. "No era el día, no teníais que venir", recriminaron a Felipe VI y Letizia algunos de los vecinos de Paiporta, enojados además por el parón de "más de dos horas" que la llegada de la comitiva provocó en los trabajos de limpieza y saneamiento.
Sánchez, el peor parado
El presidente del Gobierno fue especial depositario de la ira de muchas personas. Compungido, con el gesto dolorido y caminando lentamente con ayuda de sus guardaespaldas, Sánchez dio media vuelta y se retiró. Al día siguiente, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, confirmó la agresión sufrida, que ya investiga la Guardia Civil y un juzgado de la ciudad de Torrent.
Entre los improperios dirigidos contra su persona, Sánchez fue recibido con la frase "Si necesitas ayuda, la pides", una suerte de tergiversación de uno de sus discursos, cuando el día 2, durante una comparecencia oficial para anunciar una nueva movilización de la ayuda por parte del Gobierno central, afirmó que si el Gobierno regional valenciano necesitaba "más recursos", solo tenía que pedirlos.
El Gobierno de España está asistiendo a las autoridades autonómicas en todo lo que han pedido.
La prioridad es salvar vidas. Hemos activado el mayor despliegue que ha realizado ya 4.800 rescates y ha auxiliado a más de 30.000 personas en viviendas, carreteras y polígonos… pic.twitter.com/1qqougbsOR
El Gobierno también reveló que la visita fue producto de la insistencia de la Casa Real, convencida de su necesidad pese a las advertencias de que no era el momento idóneo para realizarla.
"Pensaban que eran intocables, que no les iba a pasar nada y que el Gobierno estaba exagerando en su advertencia", expone a Sputnik el politólogo y autor Jorge Verstrynge, que cree que la valoración previa que hizo la institución monárquica demuestra que está "totalmente" fuera de la realidad.
"La gente necesita un chivo expiatorio", asegura Verstrynge. "El primero, el presidente autonómico, que no lo lincharon porque no pudieron llegar a él. El segundo es Sánchez y el tercero, la monarquía. En vez de llegar el primer o segundo día con un pico y una pala, llegan al cabo de cinco para hacerse la foto, cuando todavía algunos pueblos no han recibido ayuda para hacerse la foto. Eso sentó muy mal a la gente. Y más en una región tradicionalmente republicana".
"La realidad es que la gente saltó al entender que todos llegaron para hacerse la foto, empezando por el rey y siguiendo por Pedro Sánchez y Mazón", añade el historiador José Miguel Villarroya, que explica a Sputnik que una vez el asunto escala mediáticamente a nivel internacional, "se crea un relato" donde las protestas airadas son obra solo de grupúsculos de ultraderecha. "Pero hay que subrayar que lo importante es la indignación del pueblo", resalta.
El protagonismo de la ultraderecha
Miembros de grupos radicales como Revuelta, Núcleo Nacional, España 2000 e incluso Desokupa (una empresa parapolicial) estuvieron presentes en los momentos más álgidos de la visita de las autoridades.
Una vez que disminuyó la intensidad de la "lluvia" de barro y luego de que los efectivos policiales y los agentes de la seguridad personal de los monarcas lograran formar un nutrido cordón de seguridad en torno a ellos, estos accedieron a hablar con algunas de las personas presentes. A juzgar por su indumentaria y aspecto, algunas resultaron ser miembros de estos grupos.
Felipe VI incluso concluyó su plática con dos jóvenes abrazándose a ellos. La indumentaria de otro con los que conversó era una sudadera con simbología de la 250.ª División de Infantería de la Wermacht, la División Azul, el cuerpo expedicionario que el dictador Franco envió a Hitler en 1941 para colaborar al asedio de Leningrado. Uno de ellos resultó estar implicado en la agresión a Sánchez. Ninguno era vecino de Paiporta. Otro de sus interlocutores llevaba tatuada en la sien el número 88, el acrónimo numérico de Heil Hitler.
Al respecto de esta situación, Villarroya cree "evidente" que estos grupos estaban organizados con la pretensión "exclusiva" de increpar e intimidar a Pedro Sánchez. "Pero ya es casualidad que estos dos personajes se acercaran al rey y se abrazaran con él, algo muy complicado y más en una situación así, con tanta facilidad", afirma.
Para Verstrynge, el hecho no es tan relevante "porque toda la gente allí en ese momento pensaba igual", explica. En sus palabras, "estos grupúsculos se suben a un tren que ya está en marcha, el de la DANA y el tren de la protesta radical" y está convencido además de que el costo electoral para el gobernante PSOE ya es fatal e irreversible.
"Es cierto que hay que hacer una diferenciación –abunda Villarroya–, porque una cosa son los grupos organizados de ultraderecha y otra la crispación natural del pueblo, al que durante casi una semana no ha ido prácticamente nadie a llevar ayuda, salvo los voluntarios".
"El pueblo está harto de todos", resume Villarroya, que subraya la tentación de muchos medios de comunicación de atribuir la cólera desatada a los "grupúsculos organizados" antes que a un sentir genuinamente generalizado. Es decir, a efectos de imagen, la indignación pudo acabar siendo liderada por los grupos más radicales, aun cuando esa mañana ellos también estuviesen colaborando en las tareas de limpieza, con el fin de focalizar toda la rabia en Pedro Sánchez. En su opinión, estos grupos aprovecharon una ausencia política.
"Como no existe una izquierda real organizada, las casillas en política no quedan vacías. Y la ultraderecha vio en río revuelto una ganancia de pescadores", sostiene, en su impresión de que lo sucedido tiene rasgos de "operación" con probable acuerdo tácito entre el Partido Popular y la Casa Real para obrar que Pedro Sánchez fuera el destinatario de las críticas.
"Pero salió mal, porque la gente saltó contra todos. La prueba es que Mazón se desplazó a continuación a Chiva, donde la gente tuvo la misma reacción. La gente está muy cansada, ve que todo es una tomadura de pelo", concluye. Chiva era la segunda localidad a visitar por la comitiva, adonde Pedro Sánchez y los reyes decidieron no acudir.
La posición de la monarquía
Sánchez atribuyó las agresiones a "algunos violentos absolutamente marginales" y dijo entender la "angustia" de la gente. El exportavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, fue más allá y refutó la tentación mediática de atribuir la tensión en exclusiva a la presencia de ultraderechistas.
"Claro que había elementos ultras allí, pero la inmensa mayoría eran personas indignadas con el abandono de PP y PSOE y el turismo de selfie del rey", escribió en su cuenta oficial de la red X.
"Fue un movimiento espontáneo de la población", conviene Versrynge, que añade que los hechos "demuestran que la monarquía es frágil en España" y revelan una falta de flexibilidad. Como ejemplo, cabe recordar la respuesta que Felipe VI espetó a los ciudadanos que criticaban la poca idoneidad de la visita. "Si quieres, no vengo y me quedo en Madrid", dijo el monarca.
"El rey dijo lo único que se sabe decir: ¡orden, orden! Igual que hizo en 2017, con su mensaje sobre Cataluña. Y lo dice en un momento en que la gente no tiene ni agua para beber. Él dice: '¡El Estado tiene que estar presente!' El que tiene que estar presente es el Gobierno y arreglar las cosas. Así que deje usted de hablar del Estado, porque cuando habla del Estado en realidad se refiere a la ley", argumenta Verstrynge.
La crisis actual deriva también de un poder regional "desastroso" y un poder central que "no se atreve" a relevarle de la gestión de la catástrofe y asumir la dirección, reflexiona este politólogo, que señala a la organización territorial del país, "que no es unitaria ni tampoco una confederación", donde la distribución de competencias "no están claramente fijadas".
Según él, en Paiporta se ve "claramente" que la institución monárquica está "muy débil". ¿Por qué? "Porque pese al kingwashing mediático, cada vez salen más cosas de papá", recuerda, en alusión a los audios revelados a principios de octubre por Bárbara Rey, una antigua amante de Juan Carlos I, en los que el monarca emérito admitía su implicación en el intento de golpe de Estado de 1981 en España.
"Llega un momento en que la gente piensa: ¿el hijo no se enteraba de nada? Pero esto no significa que la monarquía vaya a caer, porque la monarquía es la clave de bóveda del sistema para todos los grupos de interés del país. Saben que si la monarquía desaparece, muchas otras cosas más pasarán y serán puestas en cuestión", concluye Verstrynge.
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