El gran cachetazo argentino: el fin del mundo conocido
El gran cachetazo argentino: el fin del mundo conocido
Sputnik Mundo
Los mercados abrieron este lunes 14 de agosto con una devaluación del 22%, se hundieron los bonos argentinos en la Bolsa, el dólar blue se acercaba a los 700... 14.08.2023, Sputnik Mundo
¿Por qué Argentina tenía que seguir siendo la excepción latinoamericana? ¿Por qué un país con casi 120% de inflación anual, 40% de pobreza, una brecha de casi 100% entre el dólar oficial y el paralelo, sin reservas, con 40% de informalidad laboral, iba a mantener los buenos modales y votar como corresponde, comme il faut, dirían los franceses?La espectacular elección de Milei en las primarias marcó el fin de lo conocido: las dos coaliciones electorales tradicionales, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, obtuvieron apenas algo más del 55% y Milei se colocó como el candidato más votado, con el 30%, con una abstención histórica del 30%.Una caída estrepitosa del edificio de la política tradicional argentina con sus dos pilares, el peronismo y la oposición, y el voto obligatorio.El peronismo perdió mas de 5 millones de votos desde 2019: cayó 20 puntos desde el 47,66% en las internas de aquel año, y solo retuvo cinco provincias, Buenos Aires, Formosa, Santiago del Estero, Catamarca y Chaco.Bienvenida, Argentina, a América Latina, donde se acabó lo previsible, como sucedió en Chile con el juvenil Gabriel Boric, en Perú con un desconocido maestro rural como Pedro Castillo, en Colombia con el exguerrillero Gustavo Petro, en Brasil con Jair Bolsonaro.De izquierda o de derecha, todos fueron los instrumentos, las picas y los buldóceres que destruyeron la estructura tradicional de la política, el famoso bipartidismo, montados en el descontento y hartazgo de la población.En este caso, un candidato sin casi ninguna estructura derrotó a las coaliciones tradicionales que marcaron la vida política argentina en los últimos 20 años, imponiéndose en 16 de las 23 provincias del país, peronistas o de Juntos por el Cambio. Un verdadero terremoto.Lo comparan con Donald Trump, pero el estadounidense ganó como parte de la maquinaria del Partido Republicano. En este caso, Milei casi ni apareció en las elecciones provinciales previas.El libertario ganó en las peronistas Santa Cruz, el bastión de la familia Kirchner, Tierra del Fuego, Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro; se impuso en las provincias cordilleranas, tradicionalmente peronistas, como San Luis, San Juan —donde había ganado Juntos por el Cambio las internas hace pocos meses— y en La Rioja; en las norteñas Tucumán, Jujuy (de Juntos por el Cambio) y Salta (peronista), así como en Misiones. Le arrebató a Juntos por el Cambio las provincias donde había ganado hace pocas semanas en el cinturón productivo del país: Mendoza, Córdoba y Santa Fe.Adiós al peronismo como estructura del poder de los últimos 80 añosLa pésima elección de Unión por la Patria era de esperarse. Quedó en tercer lugar a nivel nacional, con el 27,3%, y Sergio Massa consiguió solo el 21,4%, pero esto no fue una sorpresa.Con los peores indicadores económicos desde 2001, Massa, en su doble papel de ministro y candidato, no pudo convertirse en el más votado. Era muy difícil que el encargado de devaluar, pagar la deuda al FMI (Fondo Monetario Internacional), ajustar el presupuesto para eliminar el déficit fiscal, reduciendo los salarios por debajo de la inflación y aumentando la pobreza, tuviera buenos resultados.Si esto se suma a la inseguridad provocada por la combinación mortal de droga y falta de alternativas, como el asesinato de la niña Morena Domínguez en Lanús, provincia de Buenos Aires, este 9 de agosto, el peronismo se encaminaba a la peor elección de su historia.La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que ungió a Massa candidato, se recluyó en su provincia, Santa Cruz. Pero hasta allá la persiguió la derrota: el peronismo perdió el gobierno provincial ante el petrolero Claudio Vidal, con 46,48% de los votos, y Milei fue el candidato presidencial más votado con el 28,96% de las preferencias.En la histórica provincia de Buenos Aires, si bien el gobernador peronista Axel Kicillof logró retener el primer lugar, con 36,41% de los votos, la segunda más votada fue Carolina Píparo, la candidata de Milei, con 23,76%, y en tercer y cuarto lugar quedaron los candidatos de Juntos por el Cambio, aunque como fuerza ocuparon el segundo lugar.Hasta en el pago chico de Sergio Massa, el municipio de Tigre, al norte de la Ciudad de Buenos Aires, perdió su señora, Malena.Y en el mayor distrito electoral bonaerense, el bastión peronista de La Matanza, con alrededor de 1,8 millones de habitantes, UP retuvo la intendencia con 44,8%, pero el candidato respaldado por Milei, El Dipy, un cantante de cumbia villera, obtuvo 23,07%, con lo que relegó a Juntos por el Cambio, que no pudo capitalizar el descontento con el peronismo.Ni Juntos ni por el CambioTan importante como la derrota del Gobierno fue la de Juntos por el Cambio. Si bien Patricia Bullrich se impuso sobre Horacio Rodríguez Larreta, la campaña interna tóxica que los enfrentó los llevó a perder frente a Milei en todo el país.La similitud del programa de Bullrich con el de La Libertad Avanza hizo que muchos votantes prefirieran ver la película en el cine grande y no en el cine chico, ya que tanto el uno como el otro proponen ajuste, eliminar el cepo, achicar el Estado, fuerza y represión. Mejor votar al original y no la copia.Y Rodríguez Larreta encontró que el discurso negociador y conciliador va bien para cuando todo marcha bien, pero no para una sociedad tremendamente enojada.Sumados, los "pitucos de Recoleta", como los llamó Martín Llaryola, el gobernador electo de Córdoba, no pudieron atrapar ni un tercio del electorado. La mención de Llaryola es porque los dos candidatos, hijos del barrio más aristocrático de la capital argentina, difícilmente podían parecer "el cambio" y despertar el entusiasmo en las villas del gran Buenos Aires, del gran Rosario, en los pueblos cordobeses o en el empobrecido norte argentino. Tampoco sus candidatos a gobernador de la mayor provincia del país, Diego Santilli y Néstor Grindetti, oriundos capitalinos trasplantados al conurbano bonaerense.Bienvenidos a la dimensión desconocidaEn el día después de la elección, hasta el momento ni el presidente Alberto Fernández ni la vicepresidenta Cristina Kirchner han hecho ninguna declaración. Solo se conoció la fuerte devaluación del 22%, sin que nadie dé explicaciones.Conclusión: ya no existe grieta entre el peronismo y Juntos por el Cambio. Ni unos ni otros pudieron recoger la bronca nacional.Es un cambio categórico desde el estallido de 2001, cuando emergieron dos propuestas de país: el del kirchnerismo, que gobernó entre 2003 y 2015, y el Frente de Todos desde 2019 hasta hoy, por un lado; y por otro el de Mauricio Macri, que gobernó entre 2015 y 2019 y parecía que tenía todas las de ganar en estas elecciones.Se abre una nueva etapa de gran incertidumbre política y económica hacia las elecciones de octubre, donde nada está escrito: Milei, Bullrich y Massa competirán por la presidencia, no se sabe si habrá balotaje, ni cuál de los tres quedará afuera. El diagnóstico es el mismo, sea que lo hagan Milei, el diario La Nación o Página 12: "La gente odia a los políticos. Los tratan de ladrones y ellos no entienden que el sistema cambió. Se confiaron. Creyeron que yo era un error del sistema, pero el modelo ya no es el mismo. Lo dije una y otra vez. El hartazgo fue coherente con los votos e hicimos historia", celebró anoche Milei, según relataron diarios locales."No es sólo el desafío a los aparatos partidarios. En un sentido más general, una parte muy amplia de la sociedad se levanta frente al Estado. A 40 años de su refundación, la democracia argentina se encuentra en una encrucijada en la que ya ingresaron otras naciones, sobre todo en la región", escribe el analista Carlos Pagni en La Nación."El veredicto popular fue contundente, debe ser respetado y escuchado. Seguramente expresa descontentos, broncas, falta de pertenencias, nuevas generaciones con demandas inéditas. El padrón nacional causó una conmoción, con ella se convivirá en adelante", escribió desde el ángulo peronista Mario Wainfield en Página 12.La opinión del autor no coincide necesariamente con la de Sputnik.
Los mercados abrieron este lunes 14 de agosto con una devaluación del 22%, se hundieron los bonos argentinos en la Bolsa, el dólar blue se acercaba a los 700 pesos: el día después del espectacular triunfo del libertario Javier Milei en las elecciones internas del domingo.
¿Por qué Argentina tenía que seguir siendo la excepción latinoamericana? ¿Por qué un país con casi 120% de inflación anual, 40% de pobreza, una brecha de casi 100% entre el dólar oficial y el paralelo, sin reservas, con 40% de informalidad laboral, iba a mantener los buenos modales y votar como corresponde, comme il faut, dirían los franceses?
La espectacular elección de Milei en las primarias marcó el fin de lo conocido: las dos coaliciones electorales tradicionales, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, obtuvieron apenas algo más del 55% y Milei se colocó como el candidato más votado, con el 30%, con una abstención histórica del 30%.
Una caída estrepitosa del edificio de la política tradicional argentina con sus dos pilares, el peronismo y la oposición, y el voto obligatorio.
El peronismo perdió mas de 5 millones de votos desde 2019: cayó 20 puntos desde el 47,66% en las internas de aquel año, y solo retuvo cinco provincias, Buenos Aires, Formosa, Santiago del Estero, Catamarca y Chaco.
Bienvenida, Argentina, a América Latina, donde se acabó lo previsible, como sucedió en Chile con el juvenil Gabriel Boric, en Perú con un desconocido maestro rural como Pedro Castillo, en Colombia con el exguerrillero Gustavo Petro, en Brasil con Jair Bolsonaro.
De izquierda o de derecha, todos fueron los instrumentos, las picas y los buldóceres que destruyeron la estructura tradicional de la política, el famoso bipartidismo, montados en el descontento y hartazgo de la población.
En este caso, un candidato sin casi ninguna estructura derrotó a las coaliciones tradicionales que marcaron la vida política argentina en los últimos 20 años, imponiéndose en 16 de las 23 provincias del país, peronistas o de Juntos por el Cambio. Un verdadero terremoto.
Lo comparan con Donald Trump, pero el estadounidense ganó como parte de la maquinaria del Partido Republicano. En este caso, Milei casi ni apareció en las elecciones provinciales previas.
El libertario ganó en las peronistas Santa Cruz, el bastión de la familia Kirchner, Tierra del Fuego, Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro; se impuso en las provincias cordilleranas, tradicionalmente peronistas, como San Luis, San Juan —donde había ganado Juntos por el Cambio las internas hace pocos meses— y en La Rioja; en las norteñas Tucumán, Jujuy (de Juntos por el Cambio) y Salta (peronista), así como en Misiones.
Le arrebató a Juntos por el Cambio las provincias donde había ganado hace pocas semanas en el cinturón productivo del país: Mendoza, Córdoba y Santa Fe.
Adiós al peronismo como estructura del poder de los últimos 80 años
La pésima elección de Unión por la Patria era de esperarse. Quedó en tercer lugar a nivel nacional, con el 27,3%, y Sergio Massa consiguió solo el 21,4%, pero esto no fue una sorpresa.
Con los peores indicadores económicos desde 2001, Massa, en su doble papel de ministro y candidato, no pudo convertirse en el más votado. Era muy difícil que el encargado de devaluar, pagar la deuda al FMI (Fondo Monetario Internacional), ajustar el presupuesto para eliminar el déficit fiscal, reduciendo los salarios por debajo de la inflación y aumentando la pobreza, tuviera buenos resultados.
Si esto se suma a la inseguridad provocada por la combinación mortal de droga y falta de alternativas, como el asesinato de la niña Morena Domínguez en Lanús, provincia de Buenos Aires, este 9 de agosto, el peronismo se encaminaba a la peor elección de su historia.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que ungió a Massa candidato, se recluyó en su provincia, Santa Cruz. Pero hasta allá la persiguió la derrota: el peronismo perdió el gobierno provincial ante el petrolero Claudio Vidal, con 46,48% de los votos, y Milei fue el candidato presidencial más votado con el 28,96% de las preferencias.
En la histórica provincia de Buenos Aires, si bien el gobernador peronista Axel Kicillof logró retener el primer lugar, con 36,41% de los votos, la segunda más votada fue Carolina Píparo, la candidata de Milei, con 23,76%, y en tercer y cuarto lugar quedaron los candidatos de Juntos por el Cambio, aunque como fuerza ocuparon el segundo lugar.
Hasta en el pago chico de Sergio Massa, el municipio de Tigre, al norte de la Ciudad de Buenos Aires, perdió su señora, Malena.
Y en el mayor distrito electoral bonaerense, el bastión peronista de La Matanza, con alrededor de 1,8 millones de habitantes, UP retuvo la intendencia con 44,8%, pero el candidato respaldado por Milei, El Dipy, un cantante de cumbia villera, obtuvo 23,07%, con lo que relegó a Juntos por el Cambio, que no pudo capitalizar el descontento con el peronismo.
Ni Juntos ni por el Cambio
Tan importante como la derrota del Gobierno fue la de Juntos por el Cambio. Si bien Patricia Bullrich se impuso sobre Horacio Rodríguez Larreta, la campaña interna tóxica que los enfrentó los llevó a perder frente a Milei en todo el país.
La similitud del programa de Bullrich con el de La Libertad Avanza hizo que muchos votantes prefirieran ver la película en el cine grande y no en el cine chico, ya que tanto el uno como el otro proponen ajuste, eliminar el cepo, achicar el Estado, fuerza y represión. Mejor votar al original y no la copia.
Y Rodríguez Larreta encontró que el discurso negociador y conciliador va bien para cuando todo marcha bien, pero no para una sociedad tremendamente enojada.
Sumados, los "pitucos de Recoleta", como los llamó Martín Llaryola, el gobernador electo de Córdoba, no pudieron atrapar ni un tercio del electorado.
La mención de Llaryola es porque los dos candidatos, hijos del barrio más aristocrático de la capital argentina, difícilmente podían parecer "el cambio" y despertar el entusiasmo en las villas del gran Buenos Aires, del gran Rosario, en los pueblos cordobeses o en el empobrecido norte argentino. Tampoco sus candidatos a gobernador de la mayor provincia del país, Diego Santilli y Néstor Grindetti, oriundos capitalinos trasplantados al conurbano bonaerense.
En el día después de la elección, hasta el momento ni el presidente Alberto Fernández ni la vicepresidenta Cristina Kirchner han hecho ninguna declaración. Solo se conoció la fuerte devaluación del 22%, sin que nadie dé explicaciones.
Conclusión: ya no existe grieta entre el peronismo y Juntos por el Cambio. Ni unos ni otros pudieron recoger la bronca nacional.
Es un cambio categórico desde el estallido de 2001, cuando emergieron dos propuestas de país: el del kirchnerismo, que gobernó entre 2003 y 2015, y el Frente de Todos desde 2019 hasta hoy, por un lado; y por otro el de Mauricio Macri, que gobernó entre 2015 y 2019 y parecía que tenía todas las de ganar en estas elecciones.
Se abre una nueva etapa de gran incertidumbre política y económica hacia las elecciones de octubre, donde nada está escrito: Milei, Bullrich y Massa competirán por la presidencia, no se sabe si habrá balotaje, ni cuál de los tres quedará afuera.
El diagnóstico es el mismo, sea que lo hagan Milei, el diario La Nación o Página 12: "La gente odia a los políticos. Los tratan de ladrones y ellos no entienden que el sistema cambió. Se confiaron. Creyeron que yo era un error del sistema, pero el modelo ya no es el mismo. Lo dije una y otra vez. El hartazgo fue coherente con los votos e hicimos historia", celebró anoche Milei, según relataron diarios locales.
"No es sólo el desafío a los aparatos partidarios. En un sentido más general, una parte muy amplia de la sociedad se levanta frente al Estado. A 40 años de su refundación, la democracia argentina se encuentra en una encrucijada en la que ya ingresaron otras naciones, sobre todo en la región", escribe el analista Carlos Pagni en La Nación.
"El veredicto popular fue contundente, debe ser respetado y escuchado. Seguramente expresa descontentos, broncas, falta de pertenencias, nuevas generaciones con demandas inéditas. El padrón nacional causó una conmoción, con ella se convivirá en adelante", escribió desde el ángulo peronista Mario Wainfield en Página 12.
La opinión del autor no coincide necesariamente con la de Sputnik.
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