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Uruguay en terapia intensiva: el camino hacia el colapso
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No se había cumplido una semana desde que Uruguay detectara, el 13 de marzo de 2020, sus primeros casos de COVID-19, cuando una convocatoria a través de redes
2021-04-15T20:45+0000
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No se había cumplido una semana desde que Uruguay detectara, el 13 de marzo de 2020, sus primeros casos de COVID-19, cuando una convocatoria a través de redes sociales conminó a los uruguayos a salir a sus balcones y jardines a aplaudir a médicos, enfermeros y demás trabajadores de la salud. Algunos uruguayos cumplieron, sobre todo en barrios céntricos de Montevideo, y su cálido gesto fue transmitido en vivo por los principales noticieros de televisión.La iniciativa intentaba emular lo que en ese momento sucedía en países lejanos pero con gran influencia en el Cono Sur de Sudamérica como Italia y España, donde los casos de COVID-19 ya comenzaban a saturar hospitales y unidades de terapia intensiva. Paradójicamente, los uruguayos fueron más entusiastas con los aplausos en aquel marzo de 2020, cuando el país apenas contaba infectados, que un año después, cuando el pequeño país sudamericano se colocó como el que más casos nuevos y muertes por millón de habitantes tiene en el mundo.La magnitud de la explosión de casos de 2021 basta con consignar que, hasta el 31 de diciembre de 2020, Uruguay registraba solo 181 fallecimientos por la enfermedad. Al 14 de abril de 2021, la cifra de fallecidos trepó a 1.646. También crecieron los casos activos: mientras 2020 terminó con 5.470 casos activos, las personas que padecen la enfermedad al mismo tiempo superan, a mediados de abril de 2021, las 32.000.La ola de casos tuvo su repercusión progresiva en las unidades de terapia intensiva, donde llegan cada vez más pacientes con cuadros graves de COVID-19. Como sucedió en todo el mundo, las personas que desarrollan complicaciones severas por la enfermedad requieren, necesariamente, cuidados intensivos para sobrevivir.¿Por qué los pacientes graves con COVID-19 necesitan cuidados intensivos?El intensivista uruguayo y dirigente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), Luis Núñez, explicó a Sputnik que las unidades de cuidados intensivos (UCI) se vuelven fundamentales para los pacientes graves porque padecen "una insuficiencia respiratoria que no les permite mantener un nivel adecuado de oxígeno en sangre”.Núñez indicó que los pacientes en esas circunstancias alcanzan "niveles extremadamente bajos de oxígeno", por lo que "no hay otra forma de ayudarlos" que en un Centro de Terapia Intensiva (CTI) —cada CTI cuenta con varias UCI—, donde puede recibir asistencia respiratoria mecánica, los dispositivos comúnmente llamados "respiradores".El especialista aclaró que algunos pacientes graves logran ser tratados con oxigenoterapia de alto flujo, un tratamiento que no requeriría estar en CTI. Sin embargo, al tratarse de pacientes "muy inestables" deben permanecer en cuidados intensivos ante la eventualidad de que este tratamiento no surta efecto.Fuera de lo respiratorio, los pacientes graves con COVID-19 suelen presentar problemas cardiovasculares que requieren un control permanente de la presión sanguínea. Las fallas renales también aparecen en cerca de la mitad de los pacientes graves, por lo que muchas veces necesitan ser sometidos a diálisis.Una cuestión matemáticaLa ausencia de fuertes medidas de restricción de la movilidad y la aparición en todo el territorio uruguayo de la variante P1 —caracterizada por su mayor capacidad de contagio— incidieron en que el país sudamericano viera multiplicarse los casos activos en los primeros meses de 2021. Junto con el número de casos nuevos totales también aumentó la cifra de casos graves y los CTI de Uruguay pasaron de tener un 1% de pacientes con COVID-19 en 2020 a que más del 50% en marzo y abril de 2021.Núñez ilustró ese crecimiento con números concretos: "En 2020 el día que tuvimos más pacientes en CTI hubo 17 y en la actualidad duplicamos esa cifra solo en ingresos diarios".El flujo de ingresos hizo que, a mediados de abril, Uruguay pasara por primera vez la barrera de los 500 hospitalizados en cuidados intensivos al mismo tiempo. Una cifra alta para un país de 3,5 millones de habitantes y con menos de 1.000 unidades de cuidados intensivos en todo el país.Por si fuera poco, los médicos intensivistas uruguayos también han comprobado cómo los pacientes con COVID-19 tienen un promedio de estadía en CTI mucho mayor al de otras patologías, una variable que contribuye a la saturación de camas. Según Núñez, un paciente con COVID-19 permanece en cuidados intensivos "dos y tres veces más" que los pacientes con otras dolencias.Este tiempo puede incluso extenderse cuando se trata de pacientes sometidos a respiración mecánica que logran sobrevivir a la terapia. En esos casos, la permanencia en cuidados intensivos puede llegar a ser de 30 días.Intensivistas versus GobiernoEl período más crudo de la epidemia de COVID-19 en Uruguay desató cruces de posiciones entre representantes del Gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou y los intensivistas nucleados en SUMI. La piedra angular del conflicto estuvo en que para el Gobierno, las constantes advertencias de los médicos sobre la inminente saturación de los CTI del país eran exageradas.A comienzos de abril, el presidente de ASSE, el prestador público de salud de Uruguay, Leonardo Cipriani, ironizó con que los especialistas uruguayos están "ansiosos o nerviosos" a pesar de que el sistema de salud "no está saturado". El jerarca aseguró que la capacidad de CTI está al 70% de su capacidad por lo que, si bien sufre un "estrés", aún no está saturado.La negativa del Gobierno a admitir la saturación cayó mal entre los intensivistas. Núñez, uno de los que respondió públicamente a Cipriani, dijo a Sputnik que el Gobierno intenta dar a la población "una falsa sensación de que estamos bien y no hay saturación porque no llegamos al 85%", el porcentaje considerado internacionalmente como de saturación del sistema por los intensivistas.Según Núñez, si Uruguay no ha sobrepasado el umbral de saturación es debido a los esfuerzos del Gobierno por ampliar el número de camas de CTI. Sin embargo, el camino adoptado por el Ejecutivo de Lacalle Pou no es compartido por los especialistas. "La estrategia de aumentar camas no es una buena estrategia, lo que hay que intentar es que el paciente no llegue a CTI", remarcó.De acuerdo al especialista, el incremento de camas de cuidados intensivos durante marzo y abril se logró a costa de incorporar médicos que "no habían completado su formación" como intensivistas y tuvieron que hacerse cargo de guardias repletas de pacientes graves con COVID-19.El especialista remarcó que los intensivistas uruguayos "no se multiplicaron" con el incremento de camas de cuidados intensivos, por lo que, en la práctica, en el peor momento de la pandemia, cada intensivista debe atender a más pacientes. Como resultado de eso, aseguró, "la calidad de la atención bajó mucho" en los CTI.En ese sentido, Núñez advirtió que "está demostrado que a medida que la calidad de atención baja, la mortalidad sube".Núñez remarcó que el promedio de 3.000 casos diarios que Uruguay tuvo en marzo y principios de abril es "un generador permanente de pacientes graves" que impide que el sistema supere la saturación. Por ese motivo, enfatizó que "la estrategia tiene que ser que haya menos contagios".Y si bien el plan de vacunación de Uruguay avanza con relativa rapidez, los pacientes a quienes se le aplica la vacuna de Sinovac no obtendrán protección hasta luego de dos semanas de la segunda dosis, algo que podría comenzar a suceder recién a mediados de mayo.Para los intensivistas, además, existió una demora por parte del Gobierno en hacer un monitoreo riguroso de la situación de los CTI. De hecho, los especialistas propusieron al Ejecutivo iniciar un seguimiento de los cuidados intensivos desde que la pandemia llegó al país, en marzo de 2020. Sin embargo, "el Gobierno no pudo implementarlo inicialmente".En sustitución del Gobierno, el propio SUMI inició un censo diario de camas de CTI disponibles que, recién en abril de 2021, quedó en manos del Sistema Nacional de Emergencias uruguayo. "Pensar que esto no iba a pasar en Uruguay creo que era algo descolgado de la realidad", sintetizó Núñez.
https://noticiaslatam.lat/20210413/uruguay-en-su-peor-momento-de-la-pandemia-record-de-muertes-y-saturacion-en-urgencias-1111132024.html
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Uruguay en terapia intensiva: el camino hacia el colapso
20:45 GMT 15.04.2021 (actualizado: 20:46 GMT 15.04.2021) La pandemia de COVID-19 dejó de ser benévola con Uruguay en 2021, cuando el incremento de casos lo puso en los primeros puestos del mundo en casos y muertes por habitante. El médico intensivista Luis Núñez explicó a Sputnik cómo se llegó a la saturación de unidades de cuidados intensivos y por qué el Gobierno no tiene una buena estrategia.
No se había cumplido una semana desde que Uruguay detectara, el 13 de marzo de 2020, sus primeros casos de COVID-19, cuando una convocatoria a través de redes sociales conminó a los uruguayos a salir a sus balcones y jardines a aplaudir a médicos, enfermeros y demás trabajadores de la salud. Algunos uruguayos cumplieron, sobre todo en barrios céntricos de Montevideo, y su cálido gesto fue transmitido en vivo por los principales noticieros de televisión.
La iniciativa intentaba emular lo que en ese momento sucedía en países lejanos pero con gran influencia en el Cono Sur de Sudamérica como Italia y España, donde los casos de COVID-19 ya comenzaban a saturar hospitales y unidades de terapia intensiva. Paradójicamente, los uruguayos fueron más entusiastas con los aplausos en aquel marzo de 2020, cuando el país apenas contaba infectados, que un año después, cuando el pequeño país sudamericano se
colocó como el que más casos nuevos y muertes por millón de habitantes tiene en el mundo.
13 de abril 2021, 22:24 GMT
La magnitud de la explosión de casos de 2021 basta con consignar que, hasta el 31 de diciembre de 2020, Uruguay registraba solo 181 fallecimientos por la enfermedad. Al 14 de abril de 2021, la cifra de fallecidos trepó a 1.646. También crecieron los casos activos: mientras 2020 terminó con 5.470 casos activos, las personas que padecen la enfermedad al mismo tiempo superan, a mediados de abril de 2021, las 32.000.
La ola de casos tuvo su repercusión progresiva en las unidades de terapia intensiva, donde llegan cada vez más pacientes con cuadros graves de COVID-19. Como sucedió en todo el mundo, las personas que desarrollan complicaciones severas por la enfermedad requieren, necesariamente, cuidados intensivos para sobrevivir.
¿Por qué los pacientes graves con COVID-19 necesitan cuidados intensivos?
El intensivista uruguayo y dirigente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), Luis Núñez, explicó a Sputnik que las unidades de cuidados intensivos (UCI) se vuelven fundamentales para los pacientes graves porque padecen "una insuficiencia respiratoria que no les permite mantener un nivel adecuado de oxígeno en sangre”.
Núñez indicó que los pacientes en esas circunstancias alcanzan "niveles extremadamente bajos de oxígeno", por lo que "no hay otra forma de ayudarlos" que en un Centro de Terapia Intensiva (CTI) —cada CTI cuenta con varias UCI—, donde puede recibir asistencia respiratoria mecánica, los dispositivos comúnmente llamados "respiradores".
10 de abril 2021, 01:34 GMT
El especialista aclaró que algunos pacientes graves logran ser tratados con oxigenoterapia de alto flujo, un tratamiento que no requeriría estar en CTI. Sin embargo, al tratarse de pacientes "muy inestables" deben permanecer en cuidados intensivos ante la eventualidad de que este tratamiento no surta efecto.
Fuera de lo respiratorio, los pacientes graves con COVID-19 suelen presentar problemas cardiovasculares que requieren un control permanente de la presión sanguínea. Las fallas renales también aparecen en cerca de la mitad de los pacientes graves, por lo que muchas veces necesitan ser sometidos a diálisis.
La ausencia de fuertes medidas de restricción de la movilidad y la aparición en todo el territorio uruguayo de la variante P1 —caracterizada por su mayor capacidad de contagio— incidieron en que el país sudamericano viera multiplicarse los casos activos en los primeros meses de 2021. Junto con el número de casos nuevos totales también aumentó la cifra de casos graves y los CTI de Uruguay pasaron de tener un 1% de pacientes con COVID-19 en 2020 a que más del 50% en marzo y abril de 2021.
Núñez ilustró ese crecimiento con números concretos: "En 2020 el día que tuvimos más pacientes en CTI hubo 17 y en la actualidad duplicamos esa cifra solo en ingresos diarios".
14 de abril 2021, 01:36 GMT
El flujo de ingresos hizo que, a mediados de abril, Uruguay pasara por primera vez la barrera de los 500 hospitalizados en cuidados intensivos al mismo tiempo. Una cifra alta para un país de 3,5 millones de habitantes y con menos de 1.000 unidades de cuidados intensivos en todo el país.
Por si fuera poco, los médicos intensivistas uruguayos también han comprobado cómo los pacientes con COVID-19 tienen un promedio de estadía en CTI mucho mayor al de otras patologías, una variable que contribuye a la saturación de camas. Según Núñez, un paciente con COVID-19 permanece en cuidados intensivos "dos y tres veces más" que los pacientes con otras dolencias.
"La estadía promedio de un paciente de CTI en Uruguay es, tomando todas las patologías, entre seis y siete días. Ahora hablamos de que un paciente con COVID, en el mejor de los casos, permanece un promedio de entre 12 y 18 días", aportó el especialista.
Este tiempo puede incluso extenderse cuando se trata de pacientes sometidos a respiración mecánica que logran sobrevivir a la terapia. En esos casos, la permanencia en cuidados intensivos puede llegar a ser de 30 días.
Intensivistas versus Gobierno
El período más crudo de la epidemia de COVID-19 en Uruguay desató cruces de posiciones entre representantes del Gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou y los intensivistas nucleados en SUMI. La piedra angular del conflicto estuvo en que para el Gobierno, las constantes advertencias de los médicos sobre la inminente saturación de los CTI del país eran exageradas.
A comienzos de abril, el presidente de ASSE, el prestador público de salud de Uruguay, Leonardo Cipriani, ironizó con que los especialistas uruguayos están "ansiosos o nerviosos" a pesar de que el sistema de salud "no está saturado". El jerarca aseguró que la capacidad de CTI está al 70% de su capacidad por lo que, si bien sufre un "estrés", aún no está saturado.
14 de abril 2021, 22:33 GMT
La negativa del Gobierno a admitir la saturación cayó mal entre los intensivistas. Núñez, uno de los que respondió públicamente a Cipriani, dijo a Sputnik que el Gobierno intenta dar a la población "una falsa sensación de que estamos bien y no hay saturación porque no llegamos al 85%", el porcentaje considerado internacionalmente como de saturación del sistema por los intensivistas.
Según Núñez, si Uruguay no ha sobrepasado el umbral de saturación es debido a los esfuerzos del Gobierno por ampliar el número de camas de CTI. Sin embargo, el camino adoptado por el Ejecutivo de Lacalle Pou no es compartido por los especialistas. "La estrategia de aumentar camas no es una buena estrategia, lo que hay que intentar es que el paciente no llegue a CTI", remarcó.
De acuerdo al especialista, el incremento de camas de cuidados intensivos durante marzo y abril se logró a costa de incorporar médicos que "no habían completado su formación" como intensivistas y tuvieron que hacerse cargo de guardias repletas de pacientes graves con COVID-19.
"Cada unidad que se abre, por más que se diga que tiene todos los recursos humanos, los tiene pero porque van a escasear en otros lados. No se tiene una visión de sistema y eso a nosotros nos preocupa", sostuvo Núñez.
El especialista remarcó que los intensivistas uruguayos "no se multiplicaron" con el incremento de camas de cuidados intensivos, por lo que, en la práctica, en el peor momento de la pandemia, cada intensivista debe atender a más pacientes. Como resultado de eso, aseguró, "la calidad de la atención bajó mucho" en los CTI.
En ese sentido, Núñez advirtió que "está demostrado que a medida que la calidad de atención baja, la mortalidad sube".
Núñez remarcó que el promedio de 3.000 casos diarios que Uruguay tuvo en marzo y principios de abril es "un generador permanente de pacientes graves" que impide que el sistema supere la saturación. Por ese motivo, enfatizó que "la estrategia tiene que ser que haya menos contagios".
14 de abril 2021, 19:18 GMT
Y si bien el plan de vacunación de Uruguay avanza con relativa rapidez, los pacientes a quienes se le aplica la vacuna de Sinovac no obtendrán protección hasta luego de dos semanas de la segunda dosis, algo que podría comenzar a suceder recién a mediados de mayo.
Para los intensivistas, además, existió una demora por parte del Gobierno en hacer un monitoreo riguroso de la situación de los CTI. De hecho, los especialistas propusieron al Ejecutivo iniciar un seguimiento de los cuidados intensivos desde que la pandemia llegó al país, en marzo de 2020. Sin embargo, "el Gobierno no pudo implementarlo inicialmente".
En sustitución del Gobierno, el propio SUMI inició un censo diario de camas de CTI disponibles que, recién en abril de 2021, quedó en manos del Sistema Nacional de Emergencias uruguayo. "Pensar que esto no iba a pasar en Uruguay creo que era algo descolgado de la realidad", sintetizó Núñez.
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