Tradición e innovación en España para frenar la contaminación de la industria textil
04:30 GMT 17.01.2021 (actualizado: 14:34 GMT 03.06.2024)
© Foto : Cortesía de FashionRevolution Campaña de conciencia sobre la producción textil
© Foto : Cortesía de FashionRevolution
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Tras el atracón de los regalos de navidad llegan las rebajas. La cultura de consumo se palpa, sobre todo, en la ropa. La manera en la que compramos ropa ha crecido a costa del medio ambiente, pero nuevas propuestas emergen contra la 'fast fashion', reclamando la artesanía y la innovación desde el reciclaje para crear modelos sostenibles.
La industria textil, es tras la de los hidrocarburos, la más contaminante del planeta. El Banco Mundial calcula que el 20% de la contaminación del agua es causada por el procesamiento textil, lo que la convierte en el segundo mayor contaminante de recursos de agua dulce en el planeta. Pero el problema no está solo en la producción, sino por —y este es un gran problema sin grandes soluciones— la cantidad de desecho que genera.
Desde hace tiempo sabemos que la producción de un solo pantalón vaquero implica el gasto de 7.500 litros de agua, según Naciones Unidas. Es el agua que un individuo promedio consumiría en 7 años. Pero es que la ropa que compramos en rebajas, cada vez dura menos tiempo en nuestro armario y por lo general, esa ropa se convierte en basura.
'Fast fashion' = mucha basura
Según la Asociación empresarial del Sector del Reciclaje Textil de España y Portugal (ASIRTEX) en España son más de 900.000 toneladas de este residuo que cada año se desperdician y no se recogen selectivamente, acabando en vertederos. Solo el 10% de la ropa usada acaba en el contenedor específico.
Otra de las peculiaridades de este modelo de producción y consumo basado en la globalización es la deslocalización, no solo de la producción y mano de obra (las etiquetas atestiguan eternamente el Made in Cambodia–Bangladesh–Morocco…), sino también de la gestión del residuo. Al año, cada español genera más de 10 kilos de residuo textil y eso tiene su efecto en países como Togo, India o Pakistán. Asirtex confirma que España exportó cerca de 60 millones de kilos de desecho en textil en 2018.
Somos un aspersor de desperdicios global con cada nueva temporada. No será hasta 2025, el año en que todos los municipios de la Comunidad Europea deberán disponer de una recogida separada de textiles, cuando haya una regulación específica para el flujo de textil usado. Pero como tantas veces sucede, la conciencia social se mueve más rápido que la regulación de las administraciones.
Predicando con el ejemplo
La moda sostenible es un reclamo cada vez más recurrente en las grandes marcas. Pero que grandes corporaciones pongan una cesta para reciclar junto a su mostrador o etiquetas verdes de cartón, no implica un cambio de paradigma productivo tan revolucionario como el que el planeta precisa. "Hemos llegado a un sistema de consumo tan irracional que ha llegado la hora de un verdadero cambio", explica Ana Mª Santiago, artesana y tejedora.
© Foto : Cortesía de AyF TejedoresLa artesana Ana Mº Santiago en su taller
© Foto : Cortesía de AyF Tejedores
"Entiendo que mi caso es muy particular, no quiero adoctrinar ni dar lecciones, pero sí espero que nuestro ejemplo pueda inspirar a otros productores".
Santiago es una rara avis en el mundo de la moda. Su caso es el de una propuesta atrevida y casi única, en comunión total con su entorno, la sostenibilidad y la coherencia ambiental. Pero también, con mucho éxito. Acaba de ser galardonada con el Premio Nacional de Artesanía, el mayor reconocimiento del sector.
Este galardón no está siendo instrumentalizado para catapultar la marca a más mercados, "no sería coherente, en mi taller trabajamos mi marido y yo a un ritmo natural, producimos a un ritmo acompasado con nuestro entorno, así que no tendría sentido que quisiéramos crecer". La técnica de Santiago es la de tejer (que no coser o hacer punto), con los instrumentos de toda la vida, artesanía dentro del sector de la moda, en este caso, verdaderamente sostenible.
Sus telares no se diferencian en nada a los de siglos atrás y su taller está en el 'El Pilarillo', en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Segura (Jaén). Funciona con placas solares y no consume energía, más allá de la plancha y el agua para lavar los tejidos, "aquí todo se hace a mano para que no haya impacto en nuestro entorno", detalla.
Un arte único en peligro de extinción
El Premio Nacional de Artesanía es una doble alegría para AyF Tejedores, "no solo por el galardón, que es nuestra medida de éxito más que las ventas, sino porque es además un reconocimiento a este oficio de artesanía que apenas subsiste".
La producción de AyF Tejedores nos traslada a otras épocas. Las prendas que realizan se crean de una en una, el proceso no cuenta con mecanización ni producción en serie. 'El Eterno Vaquero' es su colección premiada, cuenta con diseño contemporáneo y está realizada a partir de fibras naturales recicladas.
"Uso solo tejidos naturales que tiene su propio valor, pero luego cada cliente valora el añadido de que sea realmente artesanal y hecho a mano, sin maquinaria".
Como artesana tejedora, Santiago es la única superviviente en esta región andaluza. "Solo en algunas zonas de Cataluña y Galicia se mantiene esta tradición", los grandes telares dejaron de usarse en los pueblos cuando las mujeres migraron a las ciudades y la Revolución industrial los convirtió en pasto de las llamas o el abandono. "No ha habido una transición al uso doméstico del oficio de tejedor y la bestial industrialización del textil ha hecho el resto, estamos en peligro de extinción".
© Foto : Cortesía de AyF TejedoresDetalle tejidos de AyF Tejedores
© Foto : Cortesía de AyF Tejedores
Ana Mª Santiago no produce, crea, pero hoy la ropa vive a otro ritmo.
"Si la industria textil solo tiene en cuenta el factor económico, está claro que los artesanos no tenemos cabida, pero ¿realmente necesitamos producir tanto?", reflexiona Santiago.
El hilo que conecta con la sostenibilidad: el postconsumo
Lejos del bucólico taller de Ana Mª Santiago en medio de la naturaleza, hay muchos otros signos de cambio. Barcelona acoge otra propuesta para revolucionar el paradigma que crece desde el postconsumo. "Ya que hay tal cantidad de residuos textiles, decidimos partir de los residuos como materia prima. Si no hubiera tal cantidad de residuos nuestra labor no sería necesaria", desvela a Sputnik Nuria Nubiola, una de las creadoras de Infinit Denim.
© Foto : Cortesía InfinitDenimMontse Bayo y Nuria Nubiola, creadoras de Infinit Denim
© Foto : Cortesía InfinitDenim
Este equipo procedente del sector ambiental empezó a desarrollar un producto que diera salida a la gran cantidad de desechos textiles. Escogieron el denim, el tejido de los vaqueros, por su uniformidad, resistencia y popularidad.
"Usando jeans viejos hemos hecho de todo". El momento de cambio llegó cuando crearon un nuevo hilo, un tejido "usando un 30% del denim que teníamos almacenado, combinado con más de un 20% de algodón regenerado y fibra de celulosa ecológica".
Este tejido ha sido la base para lanzar Infinit Denim. "No solo somos una tienda de ropa con un material reciclado, sino que ese material reciclado es de km 0. El problema es que el ciclo de vida de la ropa es demasiado corto, solo en Cataluña generamos casi 20 kilos de residuo textil por persona y año y a las plantas de reciclaje solo llega un 12%", lamenta Nubiola.
© Foto : Cortesía de FashionRevolution Campaña de conciencia sobre la producción textil
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La aparición de propuestas audaces por innovadoras, o patrimoniales por preservar modos preindustriales y sostenibles, implica que la conciencia ciudadana está cambiando. Términos insospechados hasta hace pocos años como köpskam (una nueva tendencia sueca), que viene a ser la vergüenza de consumir y comprar ropa en exceso, se viralizan poco a poco. La economía circular, que genera valor añadido desde los residuos, lo que viene a ser un paso más allá del reciclaje, es otra nueva realidad productiva. Sin embargo, el cliente siempre comprará barato, y la artesanía y la innovación no entiende de abaratamiento de costes. Quizás más que concienciación, hace falta regulación.