Rudy Luis Alberto Yampa fue herido de bala en la cara el 21 de noviembre del 2019 en la ciudad de La Paz. Habían realizado una movilización cargando ataúdes luego de la masacre de Senkata, ocurrida dos días antes en la ciudad de El Alto. La protesta en La Paz fue reprimida, y al dolor de los once muertos de la masacre se agregó la rabia ante la única respuesta del Gobierno de facto: más represión.
Rudy estuvo desde el inicio del intento del golpe en las calles, junto a su organización, la Coordinadora Regional de Padres y Madres de Familia de El Alto. Cuando comenzaba las acciones de desestabilización, "en un ampliado del ejecutivo decidimos presentar una acción popular en contra de Camacho, otros que estaban instigando a la sedición. Nos dirigimos al Ministerio Público, la fiscalía departamental e hicimos una acción en contra de estos señores".
Fue una de las tantas acciones que realizaron en una trama de resistencia popular que puede dividirse en cuatro partes: antes de que el golpe de Estado triunfara, los días y semanas inmediatamente posteriores, la reorganización en El Alto con un proceso de "zarandeo de dirigentes", y las huelgas y bloqueos de agosto del 2020 que condujeron a que se estableciera la fecha de elecciones para el pasado 18 de octubre.
El movimiento del cual Rudy es coordinador general fue parte central de esa trama, gracias a la capacidad de organización propia, y por su ubicación en un territorio estratégico: la ciudad del Alto, situada sobre una planicie arriba de La Paz, un punto medular de la historia de resistencia y organización popular boliviana y aymara.
El Alto
Se llega a la ciudad de El Alto en teleférico desde La Paz. El transporte fue inaugurado en el 2014, bajo el gobierno de Evo Morales (2006-2019). Un sistema así era impensable hace décadas atrás: "cuando nace la ciudad no se tiene energía eléctrica, agua potable, gas domiciliario", cuenta Rudy.
El Alto era, en sus orígenes, un punto de parada de los transportistas que, desde La Paz, iban a las provincias. "Hubo un desarrollo tremendo en la época de 1982, 1986, hasta los 90 con el tema de relocalización de los mineros, y la migración a la ciudad de El Alto", explica el dirigente alteño, y en la actualidad existe una población de más de un millón de personas.
Una de esas organizaciones fue la Coordinadora Regional de Padres y Madres de Familia de El Alto, nacida hace cerca de 30 años. La conformación del movimiento surgió a partir del mismo proceso de conformación de las escuelas en El Alto, impulsadas en su gran mayoría por el esfuerzo colectivo de las familias.
La escuela en la cual se encuentra para dar la entrevista, la Unidad Educativa Simón Bolívar, refleja esa historia: "Se creó con la participación de padres de familia, a través de la construcción de una pequeña unidad educativa con recursos propios, aulas de adobe, sin inmobiliario, sin pupitre, y poco a poco con el paso del tiempo se generó mayor infraestructura, ya después con la colaboración del municipio y del Gobierno central".
Este esfuerzo por construir escuelas tiene una razón muy clara: "Los sectores más empobrecidos, más populares, creen que la única forma de salir y desarrollar su economía es a través de la educación", explica Rudy.
Esto tiene un peso central en el sector aymara de la población, mayoritario en El Alto: "Por el tema de topografía no tiene mucha productividad agrícola, entonces toda la población en esta región de occidente, la región altiplánica, pone énfasis en la educación, y gran parte de los maestros en Bolivia son hermanos collas, aymaras".
La Coordinadora tiene entonces un arraigo social profundo, y una extensión que abarca los 14 distritos que conforman El Alto, con 14 directorios ejecutivos, 483 unidades educativas con una junta escolar en cada una, y un total de 274.836 estudiantes.
Las resistencias
Rudy, junto a los padres y madres de El Alto, estuvieron en las calles. "El pueblo estaba defendiendo la democracia y el voto", cuenta, pero existió un punto de quiebre: "Cuando la policía quema la wiphala el día del golpe, que no es una bandera para nosotros sino un código de armonía, de paz, de interculturalidad, cuando la queman la gente se calienta porque es nuestra identidad".
Comenzó una resistencia frontal donde "son los sectores populares los que le ponen más fuerza a la defensa de sus derechos". Pero la asimetría era inmensa: "No teníamos con qué luchar contra el gobierno golpista, no portamos armas, no tenemos financiamiento, nuestra única arma son nuestros pechos, nuestros gritos, nuestra fuerza", explica Rudy.
Enfrente había tanquetas, helicópteros y avionetas sobrevolando, "un despliegue de uniformados de la policía y el ejército en complicidad con algunos sectores paramilitares con armas, equipamiento".
El punto de quiebre de esa etapa fue la masacre de Senkata y la posterior represión. En simultáneo y posteriormente tuvo lugar un proceso de reorganización en El Alto: "se hace un zarandeo de dirigentes y de organizaciones sociales leales y consecuentes con el pueblo, y organizaciones o dirigentes que estaban solamente por intereses personales o sectoriales".
La resistencia en las calles comenzó nuevamente en agosto de este año, ante la decisión del Gobierno de facto de volver a posponer las elecciones presidenciales. Allí, la Confederación de Maestros Urbanos, Rurales, junto con la Coordinadora, iniciaron "la primera huelga de hambre contra la dictadura".
Esa acción, según Rudy, tuvo un efecto multiplicador, rompió el efecto "de intimidación de Murillo que lanzaba en cada momento en medios de comunicación", y el "miedo de enfrentar nuevamente a las Fuerzas Armadas". Fue el escalón sobre el cual se construyó luego el bloqueo de agosto en conjunto con los movimientos del Pacto de Unidad, la Central Obrera Boliviana, que "garantizó que haya elecciones este 18 de octubre".
El triunfo y el nuevo Gobierno
Para Rudy el resultado electoral, con 55,1% de los votos a favor de Luis Arce y David Choquehuanca, no fue sorprendente. La contundencia de la victoria se debe a tres factores centrales: la unidad que se logró consolidar, los errores del Gobierno de facto, y el impacto que tuvo haber enfrentado la violencia desplegada durante meses desde el Estado.
El dirigente alteño se refiere a la "toma de conciencia" que representó para la "generación que no conocía de un gobierno de derecha, que no conocía de un golpe de Estado, que es la generación que conoció al presidente Evo cuando tenían cinco o seis años"
Por esas razones el día de la elección se registró una votación masiva y a favor del Movimiento Al Socialismo. "Personas de 70, 80 años que están exentos de votar aun así con sus bastones fueron a las urnas", cuenta.
Con el nuevo gobierno que asumirá el 8 de noviembre se abre "una nueva oportunidad". Sin embargo, Rudy, así como varios dirigentes de organizaciones, expresan un pedido: "Varios sectores, incluido el nuestro, piden una renovación de conductores del sistema público, no solamente es el cambio de personas, también es el tema ideológico".
Ese pedido se expresa, por ejemplo, en lo que señala como el hecho de que haber visto "con mucha pena que en el anterior gobierno de Evo Morales sectores de la derecha se infiltraron e hicieron quedar mal a la gestión".
A partir del domingo 8, y luego con el regreso de Morales a Bolivia previsto para el lunes 9, comenzará una nueva etapa política en el país, marcada por desafíos económicos y políticos muy complejos. Ante eso, Rudy remarca que "hay una esperanza grande de una nueva conducción, una esperanza genuina del pueblo de a pie que cree en una nueva oportunidad de rescatar nuestra patria".