Desde hace años, los dos partidos de izquierda más sólidos en Perú, el Frente Amplio y Nuevo Perú, han venido apuntando a la elaboración de una nueva Constitución como una medida indispensable para lograr un cambio en la realidad política, económica y social del país; haciendo énfasis prominentemente en el modelo neoliberal como el principal problema que resolvería la redacción de una carta magna.
"En Chile hubo éxito porque no sólo había hartazgo por una Constitución con un origen, digamos inválido, sino también por problemas concretos, sobre todo de la clase media. La izquierda peruana no tiene un discurso para la clase media. El cambio constitucional se señala como una cuestión etérea que dice que hay que cambiar el modelo económico neoliberal, pero no hay ninguna situación concreta que dé pie a que se diga queremos cambiar esta parte específica de la Constitución", indica el analista.
A favor del cambio
En un sondeo realizado a inicios de noviembre por la empresa Datum Internacional, a la pregunta si la ciudadanía desea un cambio de Constitución, el 56% contestó a favor, el 27 en contra y un 17 no manifestó opinión. Visto así, se podría percibir que un grupo considerable de peruanos ve conveniente la iniciativa pero, a diferencia de la principal causa que las fuerzas de la izquierda esgrimen (cambio de modelo económico), existiría un divorcio con los intereses ciudadanos.
Por otro lado, Perú y Chile tienen algo en común: sus constituciones fueron redactadas dentro de regímenes con tintes autoritarios.
En el caso chileno estuvo la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), y en el caso peruano la carta magna de 1993 fue resultado de un objetivo político de Alberto Fujimori (1990-2000), quien realizó giros a una política de libre mercado, pero cuyo régimen acabó con su renuncia luego de probados actos de corrupción y con su intento fallido de quedarse por 15 años en el poder, y acaso más si es que las circunstancias se lo permitían.
En ese sentido, el 25% de los encuestados en el sondeo de Datum manifestaron que el país no podía seguir regido por la Constitución de un expresidente con tantas observaciones y, además, actualmente encarcelado por crímenes de lesa humanidad.
Falta vigor
Por un lado, la izquierda carga con la herencia de los años del terrorismo de la década del 80 e inicios de los 90, cuando el grupo terrorista Sendero Luminoso, maoísta de extrema izquierda, buscó tomar el poder. Este hecho aún es capitalizado por los adversarios de la derecha, quienes con versiones ciertamente tendenciosas han buscado conectar a la izquierda democrática con el extremismo terrorista de esa época, algo que ha logrado sembrar temor entre un electorado conservador como el peruano.
Por otro lado, Godoy señala que la izquierda peruana no goza de la unidad y fortaleza de las izquierdas de otros países de la región, algo que puede reflejarse en el hecho de que desde hace más de 4 décadas no haya llegado al poder.
"En Perú la izquierda no ha gobernado y es muy débil en términos partidarios (...) Tiene conflictos de agenda, de luchas internas, problemas de liderazgo, tendencia a ver quién es más "puro" (ideológicamente). Todos estos problemas hacen que la izquierda peruana sea mucho más débil que otras de la región", dice el politólogo.
Por otro lado, para Godoy es claro que Perú está lejos de tener un movimiento ciudadano consistente que vaya a volcarse a las calles en busca del cambio constitucional, por lo que una iniciativa de supuesta refundación debería nacer de las fuerzas políticas formales que, por el momento, carecen de vigor para poner sus temas como de especial relevancia en la discusión nacional.