Cuando asuma el Gobierno en la primera quincena de noviembre, el presidente electo, Luis Arce, tendrá que enfrentar una crisis como nunca se vio por estas tierras. La pandemia de COVID-19 paralizó el motor económico del país, que deberá ponerse a rodar otra vez. Además, deberá implementar algunos ajustes para revertir la desaceleración en el crecimiento que se registra desde 2014, producto de la caída de los precios del petróleo.
Según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía del Estado Plurinacional caerá un 7,9% durante este año, mayormente motivada por las afectaciones del coronavirus. Sin embargo, pronostica que en 2021 habrá un efecto rebote, que cerrará con una recuperación 5,6% en el Producto Bruto Interno (PBI).
Este es, a grandes rasgos, el panorama que deberá enfrentar Luis Arce cuando asuma la presidencia. Por ahora, en algunas entrevistas dejó entrever que podría devaluar el peso boliviano, luego de 10 años en los cuales el precio del dólar se mantuvo sin cambios, a 6,92 Bs.
Arce y Marinkovic representan dos miradas opuestas sobre lo que es el Estado. Por ello, si ambos concuerdan en la cuestión de la devaluación, algo de cierto debe haber en ello.
"Arce ha dicho que todavía no va a devaluar. Pero viendo la tendencia a nivel internacional, creo que va a haber la necesidad de hacerlo. El secreto va a estar en cómo lo hagan, en el sentido de que tienen que hacerlo lentamente", comentó a Sputnik la economista María Teresa Hosse Sahonero. Para ella, una devaluación gradual permitiría que no resulte muy afectada la economía de las familias bolivianas.
"Para poder exportar es mejor tener un buen precio del dólar. Pero ahorita estamos importando más de lo que estamos exportando, esa es una tendencia desde 2014, cuando bajaron los precios internacionales del petróleo", dijo Hosse, quien durante 24 años fue directora del Centro de Desarrollo y Comunicación Andino (CENDA), con sede en la ciudad de Cochabamba.
"Desde 2014 podría haberse hecho una estrategia de ir devaluando de a poquito, pero no se ha hecho. Ahorita Arce va a tener que hacer algo así. No lo ha negado, ha dicho que 'por ahora no'. Pero creo que es necesario, porque de lo contrario se crea una burbuja financiera que al reventar hace que se caiga toda la economía", opinó la economista.
Un legado de crisis
En una entrevista con el canal boliviano Gigavisión, Luis Arce indicó que el Gobierno de Áñez "nos está dejando una crisis en -11% de tasa de crecimiento. Si no nos ponemos a trabajar de inmediato, vamos a necesitar de tres a cuatro años para salir de todo esto. Ingresos y empleos es lo inmediato, y de lo primero que nos vamos a ocupar", aseguró.
Apenas ocupe su despacho en la Casa Grande del Pueblo, Arce sostuvo que se encargará de pagar a la población el Bono Contra el Hambre, equivalente a 144 dólares (1.000 Bs.), que ya fue aprobado por la Asamblea Legislativa Plurinacional (manejada en sus dos tercios por el MAS), pero Áñez rechazó pagarlo.
"Arce tiene el desafío de reactivar la economía. El 60% de la economía boliviana es informal. Son trabajadores dedicados al comercio, sin pagar aportes. El próximo Gobierno debe procurar formalizar la economía, así va a lograr ampliar la recaudación por impuestos", consideró Hosse.
"Se debe reactivar la industria, porque la pandemia deL coronavirus ha afectado muchísimo. Mucha gente está siendo despedida, porque no queda otra. Por ello, el Gobierno de Arce va a implementar bonos, porque tiene que inyectar liquidez a la economía. Si la población tiene dinero para comprar, se reactiva el consumo. Así se podrán crear empleos, que es el reto más grande que tiene Arce", dijo la economista, quien actualmente es la secretaria técnica de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático.
El milagro económico del pasado
Bolivia es un país con importantes reservas de petróleo y gas, pero la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos por la pandemia será otro desafío para el inminente Gobierno del MAS. Hasta 2017, las reservas probadas de gas en Bolivia llegaban a 10,7 trillones de pies cúbicos (TCF, por su sigla en Inglés) y a 240.900 millones de barriles de petróleo.
Como ventaja, este país también posee grandes reservas de litio, especialmente en el salar de Uyuni, en Potosí. Según estudios preliminares, allí habría 21 millones de toneladas métricas de este metal, fundamental para la fabricación de baterías de celulares y de autos eléctricos. Durante el Gobierno de Evo Morales no se logró comenzar la explotación. Porque el líder aymara no quería solamente vender el mineral: quería fabricar las baterías en Bolivia.
Ahora, para levantar económicamente a Bolivia, Arce tiene algo más a su favor: ese 54,75% de votos (hasta el 97% de actas relevadas) que le garantizan acompañamiento para gobernar hasta 2025.
A un año del golpe de Estado de octubre-noviembre de 2019, que derrocó a Evo, la población pudo votar democráticamente en elecciones limpias para volver a elegir al MAS, sin que se pudiera hacer una observación al proceso electoral. Es un duro revés para los partidos de la derecha boliviana, que desde el 12 de noviembre de 2019 administran de facto al Gobierno nacional, con Áñez como figura más visible.
"La gente ha votado muy pragmáticamente. Han dicho: 'Con el MAS hemos estado bien, Arce lo puede hacer. No importa cómo sea, pero nos van a sacar de esto'. Los empresarios también han pensado lo mismo al momento de emitir su voto", consideró Hosse.