Los recientes bloqueos de la Fuerza Armada a sus archivos militares, con el visto bueno del Gobierno, supuso un nuevo desengaño para quienes pusieron los muertos y desaparecidos durante una guerra que terminó hace casi tres décadas, pero cuyas heridas siguen abiertas.
La concesión de una Ley de Amnistía como condición para la paz entre militares y guerrilleros constituyó el primero de muchos agravios para las víctimas, imposibilitadas de llevar a la justicia a autores materiales e intelectuales de crímenes de lesa humanidad.
Luego de años de dilaciones, disputas y cabildeo, los diputados aprobaron el pasado 25 de febrero la Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional, la cual fue vetada tres días después por el presidente Nayib Bukele, por considerarla inconstitucional.
La Sala citó entonces a las partes involucradas para que defendieran sus consideraciones el pasado 13 de marzo, pero la irrupción de la pandemia de COVID-19 obligó a suspender la audiencia, que recién fue reprogramada para el próximo 30 de octubre.
Existe gran expectativa en la sociedad salvadoreña y en quienes siguen el proceso desde la comunidad internacional, pues la Sala citó al presidente Bukele, quien hasta la fecha no ha confirmado si acudirá, mientras su actitud hacia las víctimas es considerada ambivalente.
Optimismo cauteloso
Benjamín Cuéllar, uno de los impulsores de la demanda para declarar inconstitucional la Amnistía de 1993, aseguró a Sputnik que la reprogramación de la audiencia es un paso más para presionar en busca de justicia, y más en el actual contexto.
Para el exdirector del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca), la citación para que rindan cuentas las autoridades del Estado, incluyendo al presidente, es fruto del esfuerzo de quienes representan a las víctimas, no a los victimarios.
"Es otro paso para presionar, cuando aún es reciente la condena en España del excoronel Inocente Montano por la masacre de seis jesuitas y sus asistentes en 1989, y ahora que el Ejecutivo se niega a que la justicia revise los archivos militares de la masacre de El Mozote", aseguró Cuéllar.
Se conoce como "la masacre de El Mozote" al asesinato de unos mil hombres, mujeres y niños salvadoreños a manos del ejército, entre el 10 y el 12 de diciembre de 1981, en al menos tres localidades del departamento de Morazán.
Para Manuel Escalante, abogado del Idhuca, retomar el debate de la Ley de Reconciliación es importante y necesario para enviar un mensaje a quienes defienden la impunidad.
"Es algo positivo, pues permitirá que en un ambiente judicial los titulares de los distintos órganos del Estado argumenten sus posiciones sobre la ley, y porque los demandantes podremos opinar sobre qué tanto cumple el proyecto con los estándares ordenados", dijo Escalante a Sputnik.
Una guerra interminable
Para muchos, el magnicidio del monseñor Oscar Arnulfo Romero, ocurrido el 24 de marzo de 1980, fue el detonante de la guerra entre al frente guerrillero Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la Fuerza Armada de El Salvador, financiada por Estados Unidos.
Según la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, aquella contienda dejó unos 75.000 muertos y desaparecidos, y graves violaciones perpetradas por el Ejército, los llamados "escuadrones de la muerte" (grupos parapoliciales o paramilitares) y el FMLN.
Otra larga batalla desde la sociedad civil condujo a la derogación de esa normativa, que permitió reabrir investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos, y llevó a la aprobación de una polémica Ley de Reconciliación Nacional, calificada de "amnistía disfrazada".
Por ejemplo, esta propuesta no contempla penas de prisión para los responsables de violaciones de derechos humanos, y abre la puerta para la conmutación de penas por razones de enfermedad y edad, sin especificar qué casos aplicarán.
Así, entre denuncias de impunidad e incumplimiento del mandato constitucional, llega esta nueva audiencia judicial, que para las víctimas representa una luz en la oscuridad: solo esperan que sea un resplandor de esperanza, y no el final del túnel hacia la eternidad.