En misa y repicando
Entre una caída del nivel de azúcar en sangre, y una intoxicación por 'Novichok' hay un abismo del tamaño de un agujero negro, y que sólo una gran potencia industrial como lo es la tierra de Einstein sabe cómo taparlo: con sanciones contra Rusia.
Algo a lo que Lavrov lo llamó por su nombre: "Las acciones de Alemania fueron tan bien ensayadas que hacen pensar en otro montaje del uso de armas químicas, pero esta vez no en Siria o en el Reino Unido, sino en Rusia", dijo, al señalar también la implicación de la cúpula político-militar alemana, que declaró al paciente su huésped. O como dijera el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, "el paciente de Berlín".
"Es evidente que en su tiempo no fue Rusia la que inició el cierre de diálogos en todos los ámbitos, es evidente que precisamente Rusia no ve entendimiento en sus intentos de restablecer de alguna manera este diálogo. Y es evidente que Rusia, claro, no tolerará la actitud que enfrentamos tras lo ocurrido con el paciente de Berlín", dijo Peskov.
Entonces, Lavrov fue un paso más allá: "No solo cuestionamos si es posible tener negocios como antes sino también, en general, si es posible tener negocios con la UE, que no solo mira a Rusia por encima del hombro, sino también con altanería, diría, con arrogancia, exigiéndonos confesar todos los pecados que, según la UE, cometimos".
Unas palabras que hicieron temblar a Bruselas, y el mensajero de su 'diplomacia', el español Josep Borrell, apuró una conversación telefónica con Lavrov en la que abogó por mantener abiertos los canales de comunicación con Rusia y fortalecer la cooperación en temas de interés mutuo. Lo que en lenguaje del Río de la Plata viene siendo 'pretender quedarse con la chancha, los veinte lechones, y la máquina de hacer chorizos'.
"Es muy interesante ver a uno de los creadores de ese producto de envenenamiento, que dice que quien hubiera estado en contacto con el enfermo y con los elementos que supuestamente hubieran sido contaminados para intoxicar y envenenar, también hubieran fallecido [aparte de que Navalny también hubiera fallecido]", observa al respecto el director del think tank Dossier Geopolítico, Carlos Pereyra Mele.
¿Estilo Goebbels?
"Hasta la fecha Rusia ha hecho poco para esclarecer el caso [...] Esto solo aumenta la impresión de que no hay interés real por aclarar lo sucedido", se atrevió a decir el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas a la agencia RIA Novosti.
Un mantra que viene repitiendo desde principios de septiembre, lo que entonces provocó la respuesta de la portavoz de Exteriores de Rusia, María Zajárova: le recordó a Maas sobre el pedido que la Fiscalía de Rusia le había hecho a Alemania el 27 de agosto, sobre el cual Rusia no había recibido ninguna respuesta por parte del Gobierno de Merkel.
A propósito, Maas declaró que nada de esto tenía por qué influir en las relaciones entre Berlín y Moscú. "Lo sucedido con Alexéi Navalni no cambia la geografía y por ello no cancela nuestro interés principista por unas buenas, o por lo menos razonables relaciones con Rusia", dijo, como si estuviera bailando la misma coreografía que Borrell.
En este sentido, Mele señala que aquí es donde se ve la doble vara para medir las cosas que utiliza Europa. "Porque dice, te sanciono pero quiero seguir haciendo negocios contigo. Te pego, pero te quiero", ironiza al respecto.
"Esto lleva a enfrentamientos y crisis que no tienen ningún sentido que no fuera más allá de aplicarle una especie de cuasi guerra híbrida a la Federación Rusa y de mantener tensionada la línea para impedir el crecimiento de las potencias euroasiáticas [Rusia y China]", concluye Carlos Pereyra Mele.