Para el peronismo, el Día de la Lealtad, celebrado cada 17 de octubre, no solo es una fecha para recordar aquella mitológica movilización obrera de 1945 que catapultó como dirigente político a su fundador, el expresidente Juan Domingo Perón (1946-1955 / 1973-1974), sino también una oportunidad para demostrar la unidad entre sus simpatizantes, a pesar de las diferencias, y la vigencia de su legado, en la militancia política y su representación pública.
"Representa muchas cosas esta fecha, en lo personal porque he vivido muchos 17 de octubre en diversas circunstancias. Quisiera recordar las palabras de Perón, quien dijo que interpretaba ese encuentro y movilización como el renacimiento de la conciencia de los trabajadores sobre sus derechos, su aspiración a la justicia social, a la soberanía política y la independencia económica, y ese es el significado profundo", dijo a Sputnik Jorge Taiana, senador y excanciller (2005-2010).
El peronismo está lejos de ser un ente monolítico, se trata de una fuerza donde coexisten disidencias, muchas veces enfrentadas, contradictorias, y eso tiene que ver con su historia, que está intrínsecamente ligada a la del país. Perón fue militar de carrera, nacionalista y católico, que llegó a la Presidencia gracias al apoyo popular de la clase trabajadora y enfrentado con los intereses de los estratos sociales altos y medios.
El movimiento, también conocido como justicialismo, ha tenido una amplitud ideológica extraordinaria en estos 75 años, con momentos de violentas tensiones internas tan grandes como las contiendas con sus opositores, y con períodos en los que pareció perder su esencia durante el apogeo del neoliberalismo en la década de 1990.
Su actualidad y omnipresencia en el escenario político argentino solo se puede explicar por la capacidad de adaptación y pragmatismo de sus referentes y, principalmente, por la fortaleza de los ideales sobre los que se fundamenta: la redistribución de la riqueza, la ampliación de derechos, la defensa del mercado interno y la resistencia a las presiones de grupos de poder hegemónicos, incluidas las grandes potencias extranjeras y las corporaciones multinacionales.
El gen peronista
"El peronismo sigue con la misma vigencia que en 1945, con formas nuevas y adaptándose a la situación global y de Argentina pero enarbolando las mismas banderas, que por supuesto tienen contenidos muy diferentes a los que tenían en aquel momento, pero el pueblo no lo olvida", comentó Filmus.
Durante sus primeros dos mandatos, Perón propuso las máximas de justicia social, independencia económica y soberanía política, que definieron políticas de un Estado de bienestar, el desarrollo de la industrial local y el proteccionismo, consecuente con una impronta nacionalista. La figura de la primera dama, Evita, corporizó la lucha de los sectores vulnerables hasta su muerte en 1952.
La llamada Resistencia Peronista realizó actos de sabotaje en fábricas que originaron los primeros esbozos de lo que durante la década del 1970 se manifestó abiertamente como las corrientes de izquierda revolucionaria, principalmente en la agrupación guerrillera Montoneros.
Durante los 18 años de exilio de Perón en España, entre 1955 y 1973, hubo en Argentina intentos de restitución democrática fallidos, presidencias que no llegaron a término, con las que el peronismo articuló subrepticiamente, seguidos de golpes de Estado que instauraron regímenes militares de facto, en los que la persecución política a la oposición y toda organización de trabajadores generó un clima de violencia contenida.
El regreso de la democracia y la vuelta de Perón al país, en 1973, desnudaron la virulencia entre las facciones. El 20 de junio de ese año, una violenta disputa de poder en el acto de bienvenida al expresidente, conocida como la Masacre de Ezeiza, en la que murieron 13 personas y hubo 300 heridos, significó la ruptura entre el peronismo de derecha y las juventudes de izquierda, que perdieron el respaldo del líder y regresaron a la clandestinidad.
Perón murió el 1 de julio de 1974, meses después de haber sido electo presidente en un tercer mandato, y fue reemplazado por su viuda y vicepresidenta, María Estela Martínez, conocida como Isabel Perón, aunque el comando del Gobierno quedó a cargo del expolicía José López Rega, mano derecha del general y ministro de Bienestar Social.
Peronismo(s) pos-Perón
La inestabilidad política abrió una época de represión ilegal y desaparición forzada de personas a cargo de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, un grupo parapolicial creado por la cúpula de poder para exterminar lo que denominaban la "infiltración marxista".
Con el retorno de la democracia, en 1983, el peronismo perdió sorpresivamente las elecciones presidenciales pero demostró su dominio político en la mayor parte de las provincias, algo que no ha cambiado desde entonces.
El movimiento regresó al Poder Ejecutivo con la llegada a la presidencia de Carlos Menem (1989-1990), quien instauró en el país un modelo económico neoliberal, promotor del libre mercado y la inversión extranjera directa, así como la reducción del Estado a través de la privatización de empresas públicas y la desregulación de la competencia.
El peronismo volvió al Gobierno después de 13 años en un contexto externo de finalización de la Guerra Fría y caída del muro de Berlín, y de una crisis económica interna extrema, revueltas sociales e inestabilidad política como consecuencia de un proceso descontrolado de aumento de precios conocido como hiperinflación, que llegó casi al 80%.
Tras 10 años de un Gobierno que triplicó la deuda externa, implantó la bomba de tiempo fiscal que fue la equiparación del peso al dólar y descapitalizó el Estado con la pérdida de sus activos y el despilfarro por corrupción, el justicialismo perdió las elecciones en 1999.
Pero regresará al poder bajo la tutela de Eduardo Duhalde, quien ejerció como presidente interino entre enero de 2002 y mayo de 2003, luego de la acefalía que provocará la crisis de 2001. En 2003 asumió el también peronista Néstor Kirchner (2003-2007), quien dio un giro ideológico de 180 grados.
El kirchnerismo, que continuó con las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), reinstaló el discurso estatista y redistribucionista traicionado durante los 90, conducido por aquellos jóvenes peronistas del 70 y nuevas generaciones de militantes.
"En cada elección, los candidatos peronistas cuando se manifiestan unidos siempre ganan y cuando no, también. La mayoría del pueblo sigue pensando que aquellas ideas que Perón y Evita llevaron adelante, y que después Néstor y Cristina pusieron en la práctica son las que nos pueden permitir una sociedad más justa y un país más soberano e independiente", concluyó Filmus.
Hoy, el peronismo, este movimiento popular creado desde sus orígenes como plataforma política de bases nacionalistas y laboristas, de reivindicación obrera y sindical, está encarnado en su signo mayoritario en Argentina en el Frente de Todos, coalición gobernante desde diciembre de 2019, que incluye principalmente a las corrientes progresistas y de centro-izquierda, aunque aliado a los peronismos provinciales, de orientación más conservadora.
"El sentimiento sigue vigente con más fuerza que nunca porque todos sabemos que estamos atravesando un momento difícil y tenemos que defender los derechos y reconquistar una justicia social y un bienestar económico que hoy no está al alcance de muchísimos argentinos", cerró Taiana.