Donde antes hubo silencio, hoy hay memoria. Donde antes había oscuridad, hoy entra la luz. En los altillos y el sótano de lo que era el espacio de esparcimiento de la Marina solo quedan los ecos del calvario, las huellas del dolor.
Allí se perpetraron las formas más sistemáticas y perversas del terrorismo de Estado y llegaron, desde el inicio, los primeros detenidos de la dictadura cívico-militar que se inauguró en Argentina el 24 de marzo de 1976.
En ese lugar los militares torturaron, violaron, deshumanizaron y exterminaron. Por la ESMA pasaron cerca de 5.000 desaparecidos pero solo sobrevivieron unos 500. Allí mismo nacieron casi 40 niños pero recuperaron su identidad solo 14, muchos años después.
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El sótano era donde llevaban en primer lugar a todos los detenidos. Contaba con cubículos donde había cuartos de revelado fotográfico, archivos de datos e incluso áreas de confección de artículos de prensa.
También se encontraba la principal sala de tortura y destacaba la función de la enfermería lindante, en la que médicos verificaban el umbral de dolor para evitar el desvanecimiento o controlar la descompensación de las víctimas.
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El pasillo que dividía el ambiente era conocido como "avenida de la felicidad". También era el lugar previo a los "traslados", la antesala a los "vuelos de la muerte". Las personas eran inyectadas con sedantes pentotal, trepadas a un camión que los llevaba a un aeródromo militar, se les ataban pies y manos y eran arrojados vivos al Río de la Plata desde aviones Skyvan, que cuentan con grandes compuertas traseras.
Los marinos, expertos en la medición de mareas, calculaban la hora y el lugar exacto donde tirar los cuerpos para asegurarse que las olas no los regresaran a las costas, aunque no siempre con éxito.
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En 2004, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) descubrió fosas donde habían sido enterradas como N.N. restos humanos que habían sido encontrados en las costas en 1977.
Gracias al cruce con la base de datos se pudo determinar que se trataba del ADN de tres Madres de Plaza de Mayo, una militante social y una monja francesa, todas ellas desaparecidas por la dictadura y recluidas en la ESMA. Se trató de la primera prueba tangible no testimonial de la existencia de los vuelos de la muerte.
Al sótano de la ESMA se accedía originalmente por la misma escalera central por la que se accede a las plantas superiores. En 1979, ante la inminente visita de los veedores de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se elimina este acceso y se realizan algunas obras para que los testimonios de los sobrevivientes no concordaran con la diagramación.
Lo que ocurría allí necesitaría más que una simple obra de albañilería para ser olvidado.
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El techo a dos aguas y los sonidos de la Avenida Libertador y del cercano aeropuerto Jorge Newbery fueron los principales indicios que tuvieron los sobrevivientes de la ESMA para identificar el lugar donde habían pasado tanto tiempo secuestrados.
En los altillos del casino de oficiales, espacios que llamaban "capucha" y "capuchita" debido a la obstrucción visual constante en la que estaban sometidos los desaparecidos, llegaron a estar recluidos en simultáneo hasta 150 personas en condiciones infrahumanas: grilletes en manos y pies sin excepción, ventanas y claraboyas tapiadas, sin acceso a baños.
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Ahí arriba, lejos del mundo de los vivos, nacieron por lo menos 38 niños (confirmados) que fueron entregados a familias allegadas a los oficiales de Marina con excepción de Sebastián, único bebé nacido en la ESMA que fue entregado a la familia de su madre, Patricia, quien hasta ahora se encuentra desaparecida al igual que Walter, su pareja y padre del niño. Es sabido que el capitán Rubén Chamorro, entonces director del centro de detención, decía estar orgulloso de tener una sala de maternidad clandestina, "por izquierda".
"Una sobreviviente nos dijo que a ellas les 'entraron por la misma puerta' que a los varones pero que, una vez detenidas, empezaron a recibir tormentos, acosos, violaciones, violencia de género. En los últimos años, abogadas, querellantes, fiscales, juezas tomaron esta demanda y hoy se están juzgando la violencia de los delitos sexuales y de género [a las desaparecidas] como crímenes de lesa humanidad", dijo a Sputnik Alejandra Naftal, directora ejecutiva del Museo Sitio de Memoria ESMA, donde en este momento existe una muestra temporaria con intervenciones con perspectiva de género.
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Chamorro vivía en el edificio, al igual que muchos de los oficiales: en las plantas primera y segunda estaban las habitaciones, espacios a los que los detenidos clandestinamente no tenían acceso. Los gritos de dolor, sin embargo, traspasan las paredes, y lo que ocurría allí era conocido por todo aquel que deambulara en las instalaciones.
Emilio Eduardo Massera, jefe de la Armada y uno de los representantes del poder de facto durante la dictadura, obligaba a todo miembro de la Marina en busca de ascenso a realizar tareas en la ESMA en su afán de repartir culpas y legitimizar la barbarie, disfrazándola de acto patriótico.
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Las infraestructura de la tortura y desaparición de personas fue desmantelada por los militares al término de la dictadura. Los archivos en los que se llevaba cuenta de los detenidos y su destino (liberación o muerte) nunca fueron encontrados. En 1985 se realizó el juicio a las Juntas Militares pero las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, así como los indultos recibidos, impidieron durante años el castigo de los represores.
En 2003, el entonces presidente Néstor Kirchner impulsó la reapertura de las causas y la Corte Suprema dictó como imprescriptibles los delitos de lesa humanidad y como inconstitucionales las leyes que dejaron impunes a los militares criminales.
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Por su envergadura, la Megacausa ESMA fue dividida y actualmente se encuentra en su cuarta instancia; gran parte de los responsables fueron condenados. Desde 2004, el predio de la ESMA fue expropiado de las Fuerzas Armadas y hoy alberga espacios dedicados a la memoria y los Derechos Humanos, instituciones de familiares de las víctimas del terrorismo de Estado y un centro cultural.
Ricardo Coquet, quien estuvo secuestrado en la ESMA entre el 10 de marzo de 1977 y el 3 de diciembre de 1978, habló con Sputnik acerca de la importancia de conmemorar el Día de la Memoria.
"Este es un año especial porque es un momento en el que no se puede separar de lo político el tema histórico de la lucha por los Derechos Humanos y por encarcelamiento de los genocidas por distintas circunstancias; por el perfil que tiene este Gobierno, el hambre que está generando, la destrucción de todos los cimientos populares y nacionales, de la industria. Lo que vive la gente es tremendo", dijo.
Coquet criticó también la figura de Carlos Rosenkrantz, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, designado por decreto por el presidente Mauricio Macri, por haber votado a favor de aplicar a casos de delitos de lesa humanidad la ley conocida como "dos por uno", que establece que, transcurridos dos años en prisión preventiva, cada año de detención equivale a dos años de prisión, reduciendo la pena de algunos represores.