El expresidente indígena sigue siendo el enemigo a vencer para los sectores conservadores, que cantaron victoria cuando resultó forzado a renunciar en noviembre de 2019 y proclamaron el final del "proceso de cambio" de los 14 años precedentes.
"Casi un año después de irse, podría decirse que Morales sigue presente hasta en la sopa de la política boliviana, más aún en la campaña electoral", dijo el politólogo Gonzalo Balcázar.
Pero el actual proceso electoral, con el que culminaría la transición, parece más cerca de posibilitar el retorno del Movimiento Al Socialismo y de su jefe Morales que de enterrar por siempre al caudillo cocalero y a su partido, advirtió Balcázar, docente de la Universidad de El Alto.
Mas creciente
Si el objeto de las revueltas de octubre y noviembre de 2019 era "liberar" a Bolivia de Morales y el MAS, la realidad muestra lo contrario, dio a entender el jefe nacional del partido derechista Demócratas, Rubén Costas, que fue hasta esta semana el principal soporte político del Gobierno transitorio de Jeanine Áñez.
"Desgraciadamente, todo parece indicar que los acontecimientos del último año han servido para consolidar mejor al MAS que a la oposición (al Gobierno de Morales)", dijo al diario La Razón el también gobernador del rico departamento tropical de Santa Cruz.
Áñez inclusive renunció a su candidatura presidencial a principios de septiembre en tácita admisión de que era incapaz de frenar el ascenso en las encuestas preelectorales del candidato del MAS, Luis Arce, quien parecía próximo a asegurar una victoria en primera vuelta.
Evo en campaña
"La frecuente y casi ininterrumpida alusión a Morales en los actos gubernamentales y en las acciones de sus rivales políticos han estado apuntadas a desmitificar al caudillo, desgastar su imagen e invalidar a su proyecto y a su partido. Probablemente esta campaña termine con otro resultado", sostuvo Balcázar.
El MAS lo inscribió luego como candidato al Senado, pero el Tribunal Electoral lo inhabilitó en febrero con el argumento de que el exiliado no vivía en Bolivia.
La disputa sobre si Morales podía o no ser candidato parlamentario se mantuvo en el aire desde febrero y durante la pandemia, hasta que la justicia ordinaria ratificó ese fallo el pasado el 7 de septiembre, al día siguiente de que se reanudara la campaña electoral.
Presentaciones de nuevos juicios y órdenes de captura por diversos delitos, incluido pedofilia, y anuncios de reversión de una nacionalización eléctrica y privatización de un proyecto de mega aeropuerto en Santa Cruz, acciones emblemáticas del pasado Gobierno masista, pusieron a Morales casi a diario en los medios y las redes en el último mes.
Ese debate, ampliamente publicitado por el Gobierno transitorio, se realizó a instancias de grupos conservadores bolivianos que nunca aceptaron la habilitación de Morales para las elecciones de 2019, en las que el líder indígena ganó un cuarto mandato consecutivo, al que finalmente no pudo acceder.
En la campaña electoral, Morales no es solo de quien muchos hablan; él mismo interviene a diario, haciendo propuestas, apoyando a los candidatos del MAS y criticando con frecuencia al Gobierno transitorio y a los antimasistas Mesa y Camacho, a quienes califica como responsables de la llegada de Áñez al poder.
"El único programa de gobierno de los candidatos de la derecha es su odio contra el MAS y creen que así resolverán los graves problemas que tiene nuestra Bolivia, sumida en la peor catástrofe de la historia", escribió Morales recientemente en Twitter, provocando reacciones inmediatas del Gobierno.
"Ahora, Áñez y Murillo repiten esa historia. ¿Negocian nuestros recursos naturales o cómo impedir la recuperación de la democracia; ambas cosas?", cuestionó.
A mediados de septiembre, cuando una encuesta pronosticó una victoria en primera vuelta del MAS el 18 de octubre, Morales dijo que si eso se producía él retornaría a Bolivia al día siguiente, ganando con ese anuncio grandes titulares en los medios y masiva difusión en las redes.