Para China una alianza estratégica con Europa, con un papel destacado de Rusia, le permitirá darle todo su sentido a la Ruta de la Seda. Para una Europa a la deriva, puede ayudarla a reposicionarse como el centro político-económico global que supo ser.
La importancia que ambas partes concedieron a la cumbre se reflejó en la participación directa del presidente chino y de la canciller alemana, ésta porque su país ejerce la presidencia rotativa de la UE.
Ambas partes llegaron a la cumbre en medio de tensiones y dificultades. Para China la guerra comercial con EEUU, la crisis en la frontera con India, las tensiones con Taiwán y Australia, dibujan un panorama complejo, a lo que deben sumarse las diferencias que mantiene con Bruselas en asuntos económicos, políticos y diplomáticos.
La UE, por su parte, ha sido definida por un think tank europeo como "un barco a la deriva sin utensilios de navegación", por su "incapacidad total de previsión" y por la inexistencia de "los instrumentos operacionales" para resolver sus problemas a nivel interno e internacional. En efecto, la Comisión Europea tiene enormes dificultades para definir una política común ante la mayoría de los desafíos actuales.
Es evidente que Pekín busca orillar las importantes diferencias en el terreno económico, que la presidenta de la Comisión Europea, von den Leyen, destacó como un aspecto en el que "queda mucho, mucho por hacer".
Xi solicitó a la UE adherirse a la coexistencia pacífica, el multilateralismo, el diálogo y la apertura, comparando las diferencias en las relaciones entre Pekín y Bruselas con el antagonismo existente con EEUU. No obstante, la parte europea se empeñó en exigir la eliminación de las barreras a las inversiones europeas, un mayor acceso al mercado del dragón, sobre todo en áreas reservadas para las empresas chinas.
Respecto al acceso a los mercados chinos para las empresas europeas, la comisaria destacó que "no se trata de quedar a medias, se trata de reequilibrar la asimetría y de la apertura de nuestros respectivos mercados", por lo que "China tiene que convencernos de que vale la pena tener un acuerdo de inversión".
El acuerdo de inversiones se viene negociando desde hace siete años. El trato igualitario para sus empresas que demanda la UE, está centrado en tres puntos, según Pepe Escobar:
- las telecomunicaciones;
- el mercado de automóviles que debería estar completamente abierto;
- la competencia desleal.
Según Europa, del acero chino por las cuantiosas subvenciones estatales.
La esperanza de firmar el acuerdo de inversiones antes de fin de año no parece nada sencilla, ya que las diferencias siguen siendo importantes y la UE no se va a conformar con cambios menores a la situación actual.
Por otro lado, la fuerte presión de EEUU sobre Europa en el contencioso con Huawei, así como con Alemania en torno al gasoducto Nord Stream 2, han conseguido debilitar la posición europea y abrir brechas entre sus socios. Como señala un artículo de opinión de Global Times, "la mayoría de los países europeos esperan maniobrar en la competencia entre las dos partes [China y la UE] para mejorar la influencia y la autonomía estratégica del Europa".
Llegados a este punto, creo que todas las partes tienen algo importante para perder si no se llega a un acuerdo de inversiones y a una alianza estratégica de larga duración. Menos EEUU que ganaría con una ruptura.
Para Europa, que sus empresas puedan acceder al mercado chino, además de una demanda razonable, representa una oportunidad para remontar la aguda crisis que viven sectores enteros de la industria y los servicios como consecuencia de la pandemia de coronavirus, además de las ya mencionadas dificultades que tiene la UE para proyectarse como potencia independiente en el escenario global.
Además, la tecnología europea, que siempre fue apreciada y deseada por las grandes empresas y el Estado chinos, cobra una relevancia especial durante la presente guerra con EEUU, que tiene su punto nodal en las tecnologías.
Rusia también se verá beneficiada de una alianza entre a la UE y China, en parte porque secciones de la Ruta de la Seda pasan por su territorio, pero además porque empujaría a Europa cada vez más hacia el Este, poniendo distancias mayores con EEUU.
En el peor de los casos, si la alianza UE-China tropezara, el imperio decadente de Wall Street y el Pentágono tendría una sobrevida, con mejores condiciones para estirar su agonía. Todos los actores globales saben perfectamente lo que está en juego: el diseño de un orden pos-EEUU, que se acelerará después de la pandemia.