Científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y del Museo de Historia Natural de Atacama realizaron el primer hallazgo de fósiles de pliosaurios (del griego, "más cercano al lagarto"), en el desierto de Atacama, sector oeste de Calama, reptil acuático que es considerado el depredador más mortífero del que se tenga registro del período Jurásico.
Otero explica que, si bien en 1895 investigadores alemanes consideraron como pliosaurios a unos restos provenientes de la Isla Quiriquina, ubicada al sur de Chile, "hace unos años se probó que correspondían a otro tipo de reptiles". Razón por la cual estos fósiles hallados "corresponden a los primeros restos efectivamente pertenecientes a pliosaurios".
Este reptil marino, que podía medir hasta 15 metros de largo y tenía una mordida cuatro veces más poderosa que el Tyrannosaurus rex, se desplazaba utilizando sus aletas delanteras y ocupando las traseras como método de propulsión para cuando necesitaba cazar, alcanzando con ello gran velocidad para obtener a su presa, además de lograr importantes niveles de inmersión, llegando incluso a los 300 metros de profundidad.
"Eran animales marinos, con extremidades adaptadas como aletas, tenían cuerpos hidrodinámicos, cuellos robustos y cortos, y cráneos grandes con dientes de varios centímetros", detalla Otero.
Según estudios de distintos fósiles encontrados, el pliosaurio tendría un peso estimado de 45 toneladas, y sus dientes podían medir cerca de 30 centímetros.
La importancia de este hallazgo en Chile, además de ser el primer registro en el país sudamericano, radica en la edad de los fósiles, que datan de 160 millones de años aproximadamente, fecha que según precisa Otero llena un vacío en el registro global de pliosaurios.
"En todo el hemisferio sur, solo se conocían en el Jurásico Superior de Argentina (unos 150 millones de años atrás) y después en varios lugares del Cretácico. Estos restos serían los más antiguos de pliosaurios conocidos en el hemisferio sur", agrega.
El descubrimiento es considerado también una pieza clave para conocer la diversidad de especies marinas que habitaban las profundidades en el período Jurásico superior.
Corredor marino
Hace 160 millones de años no existía la Cordillera de los Andes, y el desierto de Atacama, el más árido del mundo, era una cuenca marina donde habitaban enormes criaturas, como grandes peces y megarreptiles.
"En este cordón volcánico, hacia el este entraba en lo que hoy día es pleno continente, había unas grandes cuencas marinas. Algunas de ellas se extendían incluso hasta la Patagonia argentina, y es en estas cuencas marinas en donde se depositan finalmente los restos de estos reptiles que hoy día, por efecto de la tectónica, quedan expuestos a 3.000 metros de altura."
"Encontramos dos géneros de estos plesiosaurios, que son dos géneros bastante interesantes que ocurran en Chile porque los antecedentes que tenemos de ellos en que uno de ellos que está en Europa y el otro que está en Cuba", detalla Otero.
Los restos fósiles hallados a unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad de Calama corresponden a los géneros Muraenosaurus y Vinialesaurus. El hallazgo fue publicado por la revista Journal of Vertebrate Paleontology.
"Los plesiosaurios eran reptiles marinos que es la como la caricatura del típico reptil con el cuello alargado, con aletas, como el monstruo del lago Ness", grafica el paleontólogo de la Universidad de Chile.
Según los investigadores, hasta ahora se sabía que estos animales marinos habitaban en la zona de Europa y América del Norte, pero tras el descubrimiento en el país sudamericano los especialistas reafirman la idea de la existencia de un corredor marino por el que estos reptiles se desplazaban desde el Atlántico norte y el hemisferio sur durante el Jurásico superior.
"Nosotros con eso estamos de alguna manera verificando que la diversidad de plesiosaurios que habitó el Jurásico superior de Chile tiene directa relación con plesiosaurios que habitaron en Cuba al mismo momento y con plesiosaurios que habitaron en Europa", señala Otero.
Al haber una presencia común de estos reptiles marinos, se desprende que la ruta de intercambio entre el Atlántico norte, el antiguo mar de Tetis y el Pacífico del Jurásico superior, se realizó a través de un corredor oceánico que estaba a la altura del Caribe.
"Y eso se complementa muy bien con el esquema paleogeográfico en donde ya se ha separado el medio continente Pangea, y por el norte te queda Laurasia, y por el sur te queda Gondwana", puntualiza el paleontólogo.
"En ese entonces conocimos a Osvaldo Rojas, que es el director del museo de Calama, y él en esa ocasión nos presentó unos restos de huesos mesozoicos que él había hallado cerca de Calama. Junto con eso tuvo la gentileza de mostrarnos el lugar y, bueno, desde entonces se estableció una cooperación que está empezando a dar sus primeros frutos ahora", destaca Rodrigo Otero.