"El sindicalismo oficialista no defiende los intereses de la clase trabajadora"
Sueños de 'libertad'
Las nuevas generaciones, sobre todo en Europa, han 'sabido' de boca de sus políticos ya a partir de los años 2012-2013, que la crisis que atormentaba al mundo desde los años 2007-2008, ya tocaba su fin: hablaban de que todo había acabado, de brotes verdes, de luz al final del túnel. Pero ese discurso chocaba de frente con la realidad.
Esto convierte a la ya de por sí dura realidad que arrastraban las franjas etarias más atacadas, los jóvenes, en una infamia sin final. Y es que esta situación casi apocalíptica no sólo se remite a quienes hoy salen de la Universidad al mercado laboral: ya los que salían a partir de 2007 y que en el presente van camino a cumplir los 40 años, han vivido la mayoría de esta etapa productiva de la vida, en la más profunda esterilidad.
"Es evidente que hay varias generaciones perdidas", denuncia tajante el economista José Luis Carretero Miramar, quien bucea un poco más profundo en su concepto.
"Esto fue un poco enmascarado por el consumo, entonces la generación que llegamos a la mayoría de edad prácticamente cuando cae el muro de Berlín, somos una generación que ya de por sí habíamos perdido gran parte de las perspectivas históricas que habían tenido las generaciones anteriores", sintetiza.
Promesas vs realidad
El economista advierte que, contrariamente a lo que los padres de esa generación decían a sus hijos sobre lo circunstancial de la coyuntura, y aseguraban que con el paso del tiempo podrían labrarse un porvenir asentándose en buenos puestos de trabajo, no fue lo que vio su generación.
"Si la generación que ahora tenemos 40 o 50 años no vio cumplidas las promesas que se les hicieron cuando eran jóvenes, la generación que ahora tiene 20 o 30 años, lo que está viendo claramente es una situación de descomposición y degradación acelerada del mundo social que se supone que le iba a rodear", denuncia.
En este sentido, apunta a que se han sucedido dos grandes crisis sistémicas muy importantes, que son algo más que coyunturales, que son la del 2008 y la actual del coronavirus. "Entonces, esta gente ya no ha visto la precariedad como algo episódico o temporal, una especie de peaje que se tenía que pagar por llegar a un mercado laboral o a una situación laboral más o menos estable, sino que ve la precariedad como una especie de condena de por vida".
"Lo que tenemos ahora son trabajadores que alternan períodos de desempleo muy grandes, con subvenciones o prestaciones que cada vez son inferiores, con un baile acelerado de puestos de trabajo", advierte. Añade que "a estas generaciones se les está imbuyendo de una narrativa de fatalismo, de que todo va a ir siempre a peor, de que no existe ningún tipo de solución, que obviamente lo que pretende es desarmarles y evitar su legítima rebeldía".
¿Quién dijo que todo está perdido?
Carretero Miramar señala que en España "estamos en unas circunstancias en las que los jóvenes tienen una situación realmente dura frente a sí, en la que la propia economía española parece a punto de deslizarse —y esto puede pasar en relación con la crisis del coronavirus— en una situación en la que pasa a ser una economía dependiente, de tercer mundo como las que vemos en gran parte de América Latina, en África o en Asia".
Entonces, el economista lanza una reflexión lapidaria: los jóvenes "tienen que organizar y generar mecanismos de sindicalismo alternativo combativo que vaya más allá del sindicalismo oficialista que se ha demostrado como un sindicalismo de concertación que no defiende realmente los intereses de la clase trabajadora", sentencia.