Afortunadamente, las demás no se contagiaron, pero las dificultades que afrontan desde hace tiempo para acceder a un servicio de salud adecuado las hace sentir aún más vulnerables.

Frente a esta situación, ella duda si su amiga falleció con una debida atención como cualquier persona, o si hubo un trato diferenciado y negativo por su condición. "Al hospital no dejan entrar a nadie más que al enfermo, quizá la dejaron morir, nunca lo sabremos y me da miedo que, si así fue, me pueda pasar lo mismo si me contagio", confiesa.
Al margen
Para Leyla Huerta, mujer transexual y directora de Féminas Perú, organización de apoyo y defensa de la comunidad transexual, el caso de Maida resume lo que ella considera como una ausencia de políticas de género en el país, además de un problema social de marginalización de la minoría a la que pertenece.
"Yo creo que respecto al Estado podemos usar ese dicho de 'hazte a la fama y tírate a la cama', porque no es nuevo el maltrato que sufrimos y en esta pandemia no sabemos cuántas compañeras han sido bien tratadas en los hospitales", sostiene Huerta.
Una encuesta de 2019 realizada por la empresa Ipsos reveló que el 49% de peruanos tiene una "opinión favorable" respecto a los homosexuales y un 33% manifestaba lo contrario, algo que revela un avance hacia la tolerancia pero que aún guarda un margen considerable para manifestaciones hostiles hacia las minorías sexuales.
"Por la marginalización, muchas mujeres trans se ven obligadas a prostituirse u optan por empleos con lo que se gana para el día e individualmente. Muchas han tenido que huir de sus casas por no ser aceptadas, esa es otra realidad, y el Estado ha entregado bonos económicos (durante la crisis), pero lo ha hecho tomando en cuenta a las familias", dice la directora de Féminas Perú.
Fe en el cuerpo
Para Huerta, estas falencias responden a la falta de una mejor implementación de las políticas de género en el Estado y a la postergada promulgación de una ley de identidad de género. "Es cierto que se están implementando (políticas de género), pero ese es un trabajo cuyos frutos los vas a cosechar en años y mientras tanto la discriminación y violencia está normalizada", denuncia.
"Yo tengo la suerte de vivir con mi familia y preferí no salir, pero muchas compañeras fueron maltratadas porque no hay una ley que permita que en tu documento de identidad (usado para controlar el cumplimiento de la cuarentena) diga que tú eres mujer", sostiene.
Por su parte, Maida confía en sus jóvenes 31 años para poder sortear las adversidades que pueda sufrir en esta crisis, pero más allá de la fe en su cuerpo, confiesa que no tiene mucho más a lo que asirse para no caer víctima de algo más que no sea estrictamente el virus que merodea.