Las residencias siguen siendo en muchos puntos de España las cajas negras del virus. A la espera de datos certeros y actualizados, los cálculos rondan las 20.000 víctimas, Sanidad estima que se supera en ellas el 70% de las muertes provocadas por COVID-19 en España.
En España, con Ley de Dependencia de 2006, la oferta residencial se ha ido concentrando en manos privadas. Grupos como DomusVi, Orpea, Amavir, Vitalia Home y Ballesol copan más de un 25% del mercado en España. Un reciente informe del Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC), revela la desproporción de la oferta. En 2019, la red completa de centros residenciales en España ascendía a 5.400, de los que el 72% eran privados, cubriendo el 4,1% de los mayores de 65 años.

"Leo las noticias de las residencias y ni me quiero imaginar lo que ha pasado ahí dentro", comenta desde su puerta Antonio Sánchez. Nacido en 1951, viudo desde hace 11 años, empresario jubilado, nunca imaginó que viviría en un cohousing. Aunque le cuesta hacerse con el término, "coliving o cohousing", aclara nervioso, es un buen ejemplo de como la alternativa a las residencias puede funcionar. Su casa es ahora una de las 32 viviendas de RUE32, en Sevilla Este, un modelo pionero en Andalucía de viviendas cooperativas.

Las viviendas cuentan con espacios comunes, jardines, patios, salas de estudios y hasta barbacoa. Gestionadas por la empresa de vivienda pública, las viviendas están destinadas a jóvenes, mayores de 65, miembros de familiares desestructuradas y también investigadores universitarios y emigrantes retornados. Un mosaico "muy curioso, aquí hay un poco de cada casa", bromea Antonio que, mientras atiende a Sputnik, pega la hebra con los jóvenes que entran y salen de su casa. "La convivencia es buena, lo bueno es que a mi edad solo te acabas juntando con los de tu quinta, pero aquí nos mezclamos todos".
¿Pueden los coliving y cohousing ser una alternativa?
Estas alternativas son cada vez menos anecdóticas, este mismo día 16 de junio, en Logroño, una cooperativa formalizaba la petición al consistorio para tener suelos donde desarrollar una cooperativa que ya cuenta con 20 futuros residentes. La demanda está en la sociedad, pero la respuesta de las administraciones, no es aún sistemática y depende de cada caso.
El modelo de residencias se ha especializado mucho en la atención sanitaria, el estudio de Envejecimiento en Red confirma que el modelo ha tendido a hospitalizar el servicio, aunque solo en apariencia. "Curiosamente, estos residentes pagan altos precios o copagos por recibir servicios de tipo social y algunos sanitarios en el centro, pero no reciben la atención sanitaria de igual modo que cualquier otro español". La pandemia ha desnudado ese déficit y los protocolos sanitarios para atender a los positivos, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, amenaza con ser una de las polémicas más turbias en esta crisis.

Estas alternativas para los mayores son muy diversas e integran propuestas como la innovadora RUE32. Este modelo deriva de las viviendas autogestionadas, con espacios y servicios comunes que se asientan en la cooperación entre residentes. La vivienda colaborativa tiene precedentes históricos en Reino Unido y los países escandinavos. Cuando en España se compara esta visión con los corrales de vecinos, se hace interesadamente para denostar estas alternativas, ya que están asociadas a pobreza e infravivienda.
Pablo Iglesias apuntaba que "sería lógico que nuestro país recorriera el modelo de los países nórdicos que han apostado por sistemas de atención domiciliaria que se han demostrado no solamente mucho más eficaces sino más adecuados para proteger tanto el deseo como las condiciones de bienestar de los mayores".
Pero otra solución son las cooperativas. En Toledo está a punto de ver la luz un nuevo proyecto de coliving que integra un modelo de arquitectura asistencial en pleno centro urbano toledano, algo no muy común. Los residentes de Vitápolis forman parte de una cooperativa, "el usuario compra su apartamento, aparte de su comunidad tradicional, hay más de 500 metros de zonas comunes con tres piscinas, zonas deportivas, talleres, salas de estar, además, hay un servicio de emergencias 24 horas, con diversos dispositivos en el interior de la vivienda para solicitar asistencia", cuenta el arquitecto Mariano Vallejo, uno de sus creadores.

Este proyecto es finalista de los Premios Europeos de Diseño, su aspecto diferencial, según Vallejo, es "el estudio pormenorizado de las zonas comunes. Socializar es una de las medicinas más terapéuticas. Los grados de convivencia se recogen con el diseño, con espacios más privados hasta otros directamente abiertos a la calle. Se trata de que vivan juntos, pero manteniendo su independencia y dignidad".
Vitápolis no es solo una residencia para mayores, sino que cuenta con espacios para toda la familia y para el propio barrio, "se trata de favorecer que los mayores estén en el centro de las dinámicas sociales, no recluidos ni apartados. Por eso el aspecto exterior es casi monumental, porque es un proyecto dignificador para nuestros mayores".

Otro punto diferencial de las alternativas es el ocio que posibilitan. Son espacios estimulantes que integran a los mayores en dinámicas sociales y no los recluyen en residencias donde, simplemente son atendidos y entretenidos.
En Sevilla, la empresa de vivienda pública, Emvisesa, llevó a cabo un profundo estudio que sirvió para constatar las deficiencias habitacionales para las personas mayores en la capital. El Plan Municipal de Vivienda propulsó precisamente los modelos de coliving "para dar una respuesta pública a la exclusión que padecen los mayores, con familias en dificultades económicas o desestructuradas. En el cohousing, en cambio, los residentes pueden autofinanciarse dentro de estas promociones", explica Felipe Castro, gerente de Emvisesa. En todo momento, "para la administración, el desarrollo de Ia vivienda colaborativa debe ir consensuado y coordinado con los propios colectivos interesados".

Castro confía en avanzar en el afianzamiento de estos modelos experimentales que propician espacios "no solo destinados a los mayores, sino que funcionan también como dotación de barrio para afianzar la relación entre los residentes internos y los externos. Es una manera de propiciar que los mayores puedan vivir sin ser meramente mayores o abuelos".
Las dificultades para desarrollar estos modelos residenciales son la legislación y las restricciones financieras. Propulsar estos espacios desde las administraciones implican que sean catalogados como vivienda protegida, ya que estos modelos no están regulados en la normativa, por lo que existe inseguridad jurídica ya que no hay catalogaciones definidas.
Otro análisis de las viviendas colaborativas llevado a cabo por la Asociación Mayores de Madrid XXI en España, da una idea de la evolución de estos modelos, no solo de personas mayores, sino intergeneracionales y mixtas (dirigidas a personas con discapacidad o colectivo LGTBI). Actualmente el 60% de los proyectos en desarrollo son intergeneracionales, frente al 30% de las que ya están en funcionamiento. El futuro de las residencias implicará a jóvenes y mayores conviviendo. En la puerta de RUE32, Antonio el jubilado, sigue charlando con sus vecinos, jóvenes estudiantes universitarios sobre cómo hacer frente a la plaga de mosquitos que asola a la ciudad estos días.