La captura de Maribel y otros activistas ocurrió cuando grupos ultranacionalistas intentaron boicotear un acto pacífico organizado en el Parque Independencia, para sumarse al tributo mundial a George Floyd, el afroestadounidense asesinado por la policía de Minneapolis.
El acto fue saboteado por personas vinculadas a grupos de corte racista, como la Antigua Orden Dominicana, que acosaron a los asistentes al homenaje, con amenazas que subieron de tono y derivaron en la intervención de fuerzas antimotines de la Policía Nacional.
Pero las autoridades alegaron que la concentración violaba el distanciamiento impuesto para contener la propagación del coronavirus, y optaron por detener a los organizadores de lo que aspiraba a ser una manifestación pacífica.
Ser o parecer haitiano
"Es terrible vivir en un país donde la mayoría de la población es negra o mestiza, pero se cree española", lamentó Núñez en diálogo con Sputnik, poco después de ser liberada.
"Esto es un rigor de la Policía, para que después no digamos que estamos mal. Sin tocarnos ni hacernos análisis, una doctora puso en un papel que estábamos bien", relató Núñez, quien compartió en redes sociales imágenes de un moretón provocado por sus captores.
Para la activista, el racismo vigente en República Dominicana es fruto del colonialismo que cercenó la isla y creó antiguos antagonismos, perpetuados por un sistema de educación que enseña a rechazar lo negro, y que todo lo negro es haitiano.
"Lo peor es que no se puede mencionar el tema del racismo y la discriminación racial, ni impartir una conferencia sobre el tema o hurgar en nuestra historia maravillosa de lucha negra: aquí hay grupos fascistas amparados por el Estado y la oligarquía", recalcó.
El estigma haitiano
República Dominicana y Haití comparten isla, pero su vecindad es conflictiva: por siglos la clase gobernante de Quisqueya alimentó el sentimiento antinegro, cultivando estereotipos negativos sobre el haitiano que calaron en el imaginario popular.
Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), el sentimiento antihaitiano fue una política de Estado, cuyo hito más brutal fue la llamada Masacre del Perejil, ordenada por el tirano en octubre de 1937, y que dejó más de 30.000 muertos de todas las edades.
Otra muestra de racismo institucional fue la sentencia 168 de 2013, mediante la cual la Corte Suprema dejó sin nacionalidad —y por ende sin derechos fundamentales— a unas 200.000 personas nacidas en República Dominicana pero de padres haitianos.
"El racismo cultural y el sistémico se retroalimentan, y mientras el Estado dominicano no haga nada para resolver el problema estructural, la población de ascendencia haitiana seguirá siendo discriminada en todos los ámbitos de la sociedad", advierte Restrepo.
No pueden respirar
La frase "no puedo respirar", que George Floyd repetía con su cuello apretado por la rodilla del policía que acabó matándolo, se convirtió en símbolo mundial de la condena a un racismo que asfixia y lacera otras realidades, como la dominicana.

Reconoci.do denunció en un comunicado la actitud hostil, intolerante y sarcástica de las autoridades al detener a Núñez y otros activistas, y su pasividad ante la violencia con que los grupos nacionalistas invadieron el homenaje y alteraron el orden público.
"Así es —resume Núñez— el fascismo de este país, un país donde un negro no puede ponerle una flor a un negro asesinado vilmente: aquí tampoco podemos respirar".