La digitalización de la vida surgió de manera espontánea como la opción natural para no romper con todos los lazos personales, laborales y sociales a raíz de las medidas de aislamiento tomadas desde el 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud elevó al COVID-19 al grado de pandemia.
Esos dos espacios —detallados en un reciente artículo de la entrevistada— son "las corporaciones de EEUU, el Silicon Valley y las tecnológicas, empresas que producen y son hegemónicas en lo que es soporte físico de la red", apuntó.
Más y mejores
Estas compañías que venían acumulando datos personales en todo el mundo por la interacción en las redes sociales y otras plataformas, ahora han ampliado sustancialmente "no solamente la cantidad de datos que hoy se extraen sino la calidad", según la entrevistada.
"El gran contrincante que ha dado saltos en los últimos años de manera acelerada es China", impulsor de "la otra propuesta que puede desarrollar internet de la cosas, el 5G, la inteligencia artificial". Sforzin también se refirió a Rusia como como un país que "ha avanzado rápidamente en algunos nichos de las TICs [tecnologías de la información y la comunicación]. Ahora hay otro polo de poder", remarcó la socióloga.
Cambridge Analytica y después
"Hay un gran extractivismo de información y de datos: extractivismo porque no estamos pudiendo manejar como Estado la información que se saca a los usuarios de todos esos programas, y como está organizada la estructura geopolítica internacional y de las TIC, quedan en manos de unas pocas corporaciones", reafirmó Sforzin.
"Esto afectó a las democracias, a la capacidad que tenemos como ciudadanos de elegir a los que nos gobiernan, porque todo este sistema lo que hace es también vendernos candidatos, no solo productos y servicios. Una vez que conocen nuestro perfil sicológico y social somos mucho más proclives" a ser influenciados, destacó Sforzin.
Algoritmos versus emociones
La académica argentina consideró relevante el debate sobre estos temas, ya que en caso contrario el nivel de supuesto confort que ofrece la digitalización de la vida social puede conducir a un camino sin salida.
"Estamos negociando nuestros datos por comodidad, dado que es una cultura que se viene instalando en la última década, en la que se está cómodo con esa situación en la que alguna empresa nos brinda servicio delivery o lo que necesitamos pero a partir de obtener nuestra información", describió.
"Somos conscientes de ello, por ejemplo de que Netflix nos ofrece la serie o película que más nos gusta en función de que ha recopilado nuestra información. Eso es comodidad. Estamos tranquilos porque Netflix nos va ofrecer la serie que más está de acuerdo con nosotros, con nuestro perfil psicológico y social", alertó.
"Europa obligó a Google y a otras empresas a que un porcentaje de los productos que expone tengan que ser de producción europea. Latinoamérica no se pregunta sobre esto", lamentó Sforzin.
Si bien reconoció que "Latinoamérica aún no está en su mejor momento de integración", la académica celebró que "hay mecanismos que se pueden implementar y hay debates sociales que se pueden empezar a dar rápidamente".