A los pacientes que han dado positivo del COVID-19, pero tienen una forma leve de la enfermedad, se les recomienda quedarse aislados en casa y buscar ayuda médica solamente si su condición se empeora. Sin embargo, lo que parece una medida perfectamente razonable para evitar la sobrecarga de los hospitales, puede convertirse en un gran problema si los pacientes no pueden monitorear su condición o evaluarla correctamente. Los pacientes mayores, por ejemplo, a menudo evalúan erróneamente su condición.
Schmidt, además de cardiólogo, es el líder de un grupo de trabajo de procesamiento de señales biológicas en la clínica Rechts an der Isar de la Universidad Técnica de Múnich. Desde hace cerca de 20 años participa en estudios dedicados a la evaluación remota de la condición de pacientes con problemas cardíacos, una tecnología que podría ser muy útil durante la actual pandemia del COVID-19. Ahora, la clínica donde trabaja, en conjunto con el departamento de salud de la ciudad, planea realizar un estudio para monitorear el estado de los pacientes en cuarentena a través de medicina sensorial y remota.
Un sensor tomará el control
La propuesta es utilizar un dispositivo que se ajusta al oído para evitar un deterioro crítico de la salud del paciente. A cada 15 minutos, el aparato realiza una evaluación de las funciones vitales del cuerpo, en particular, la temperatura corporal, el pulso, la frecuencia respiratoria y la saturación de oxígeno de la sangre. Otro parámetro monitoreado es el llamado Polyscore, que se mide cuatro veces al día y registra los "mecanismos reguladores internos del organismo" o, más simplemente, "la reserva del organismo en la lucha contra la enfermedad".
"Establecimos un centro especial para monitoreo remoto de coronavirus en la Universidad Técnica. Allí trabajan cuatro equipos que monitorean los datos las 24 horas del día, los siete días de la semana. Por supuesto, no dejamos al paciente a merced de la máquina; nuestros empleados pueden ver la señal en la pantalla en cualquier momento", explicó Schmidt.
La alerta en rojo llama a una ambulancia
La interpretación de los datos es bastante simple: el estado general del paciente es representado con los tres colores del semáforo.
"Con una luz roja, una ambulancia va inmediatamente [a la casa del enfermo] porque tenemos los parámetros digitales que un médico necesita para tomar una decisión como esta", explicó Schmidt.
Según el cardiólogo, si se enciende una luz amarilla, el médico encargado debe llamar al paciente, averiguar cómo se siente y, si es necesario, programar un examen. Si la luz se mantiene verde, se informa al paciente por teléfono que es probable que su estado sea bueno, pero de todas las maneras le preguntan cómo se siente.
"Podemos detectar a tiempo el deterioro de la situación y, así, el paciente será llevado a la clínica en condiciones más o menos aceptables. Existen datos claros que indican que la condición del paciente con coronavirus ha alcanzado la segunda fase, la fase de exacerbación, y que el paciente definitivamente debe ser llevado al hospital", agregó el médico.
De acuerdo con Schmidt, el objetivo principal de la nueva tecnología es reducir la mortalidad entre los pacientes mayores en un 30% en comparación con los pacientes en cuarentena sin dicha observación.
A principio, a lo largo de dos meses, participarán del estudio 1.200 personas que cumplen con tres criterios: son mayores de 60 años, dieron positivo del SARS-CoV-2 y cumplen la cuarentena domiciliaria. Así, se pondrán a prueba por primera vez a gran escala las posibilidades de la llamada telemedicina.
Schmidt pone de relieve que el sistema es completamente seguro desde el punto de vista de la seguridad de los datos de los pacientes. Según el médico, "los datos son anonimizados y el servidor está ubicado en un lugar seguro".