"La carrera científica sí está respondiendo, pero no la estrategia de contención de los gobiernos", afirma Ignacio Molina, Catedrático de Inmunología Universidad de Granada.
Uno de los consensos es que el virus se encuentra adosado a una proteína. Por ello, las partículas son pesadas y tienden a caer a menos de un metro de distancia de la fuente emisora, depositandose en la superficie. De ahí pasa a nuestras manos, que tocan nuestro rostro y poco a poco, todos ponemos nuestro granito de arena para diseminar la enfermedad.
Pero ¿y si pudiéramos detectar las superficies donde está el virus?
Esa cuestión ha movido a un equipo de científicos e investigadores muy heterogéneo a redirigir sus investigaciones para la creación de un prototipo capaz de detectar el virus SARS-CoV-2 latente sobre distintos materiales o superficies que, aparentemente, puedan parecer limpias.
Junto a la Universidad de Sevilla está el Joint Research Center de la Comisión Europea, instituciones sanitarias de Sevilla y Andalucía, pero también un Observatorio Astronómico y como integrante inesperado, los propios TEDAX de la Policía Nacional, dado su bagaje en defensa nuclear, radiológica, biológica y química.
"Vamos a combinar la obtención de varios tipos de imágenes en distintos rangos del espectro electromagnético, desde imágenes del ultravioleta a otras visibles en el rango de infrarrojos tanto del rango cercano, medio y térmico, e incluso llegando al rango de terahercios", explica Emilio Gómez.
Este profesor e investigador ya tiene experiencia combinando tecnologías ópticas avanzadas con Inteligencia Artificial y procesado de imágenes. Sus investigaciones posibilitaron la primera intervención de cirugía intrauterina abierta para corrección de la espina bífida en Europa (2007), por ejemplo.
Por el momento, este proyecto revolucionario cuenta con el respaldo económico del Instituto de Salud Carlos III que desarrolla un fondo específico contra COVID19, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación. El gobierno, en plena carrera científica, acaba de premiar con medio millón de euros a esta revolucionaria propuesta andaluza. La Comisión Europea también integra a través del Joint Research Center de Sevilla esta apuesta, junto a otros 18 proyectos con 140 investigadores.
COVID-19 puede convertirse en enfermedad estacional si 50% de población adquiere inmunidad
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 10, 2020
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El equipo ya investigaba en esta línea, pero ahora se han reorientado los objetivos para detectar la presencia del virus, que posibilitaría sin ir más lejos la limpieza y descontaminación de instalaciones y dispositivos médicos.
Desde el Hub científico del JRC (Joint Research Center de la Comisión Europea) confirman que "aunque en nuestros planesa programamos una primera fase de hasta ocho, esperamos obtener los primeros resultados en unos tres meses. El equipo ofrecerá todos los resultados y diseños en abiertos para que la comunidad internacional pueda usarlos y mejorarlos", confirman a Sputnik. Por el momento, no se contemplan pruebas en pacientes ni habrá interferencia en procedimientos clínicos.
COVID–19 el gran desafío global para la ciencia
Detectar a COVID–19 en una imagen o superficie fija es un reto mayúsculo. Hablamos aún de un gran desconocido, poco se sabe de sus características físicas, su interacción con la luz o con superficies.
Ante el gran desafío al que se enfrenta el equipo de Emilio Gómez, adopta la colaboración y difusión del conocimiento como herramientas, "todos los resultados que vayamos obteniendo vamos a ir publicandolos en formato abierto para posibilitar su uso y compartir todo el progreso con la comunidad científica".
La frenética búsqueda de respuesta a la pandemia despeja todas las dudas, si es que quedaba alguna. El presente científico se asienta en Open Sources y en la Inteligencia Artificial.

Las "gafas" para ver el COVID19 parten de otros logros científicos. Tratar de generar el retrato de COVID–19 a partir de las llamadas "imágenes hiperespectrales" se asienta en los hallazgos de científicos coreanos y recientes publicaciones de investigadoras iraníes abaladas por la Universidad Johns Hopkins. Estos trabajos confirman que los virus actúan de una manera diferente a la luz. Los índices de refracción ante emisiones de terahercios permiten discernir de qué virus se trata y podrían además, aventurar el comportamiento de COVID–19 en determinadas superficies a través de algoritmos de Inteligencia Artificial (machine learning).

Ignacio Jesús Molina, Catedrático de Inmunología de la Universidad de Granada, explica a Sputnik que los grandes procesos siempre beben de otras iniciativas científicas que "en principio, no comparten los mismos objetivos. Sucede por ejemplo con los tratamientos para COVID–19 que se usan ahora, todos proceden de drogas que se usaban para otras cosas. Esto es lo que propicia el avance de la ciencia".
La carrera científica comparte datos y soluciones en las principales revistas científicas que según Molina, ahora propician que se comparta la información.
El desarrollo científico está siendo espectacular, esta semana la revista Nature cifraba en 115 iniciativas en desarrollo para encontrar la vacuna en todo el mundo.
No obstante, las banderas de cada país ondean tras cada solución. ¿Podemos seguir pensando en términos nacionales cuando los laboratorios cooperan de una manera mucho más transfronteriza?
"No tiene sentido una concepción nacional de esta búsqueda, cuando entras en un laboratorio ya no hay más consideraciones que las puramente científicas, otra cosa es la interpretación social. Pero un planteamiento nacionalista de la ciencia no existe, los grandes hallazgos son de colaboraciones internacionales, lo vemos sobre todo en ámbitos como la genómica o en las enfermedades raras", responde Ignacio Molina.
En el ámbito científico, la pandemia constata la velocidad de desarrollo que posibilita el conocimiento compartido y el machine learning, "el desarrollo es espectacular" explica el profesor granadino que compara la respuesta actual a la del sida.
Lamentablemente, para Molina, esta capacidad de respuesta de la comunidad científica contrasta con la falta de una estrategia global de contención de pandemias.
"Esta crisis nos debe ayudar a crear consensos que nos permitan arbitrar órganos globales de coordinación y respuesta rápida. Ahora vemos que la OMS, por ejemplo, es meramente consultiva y no tiene una influencia ejecutiva".
Molina concluye que a nivel de medidas restrictivas "se ha infravalorado al virus, también debido a que las informaciones iniciales chinas no eran del todo ciertas. La respuesta científica ha funcionado bien, no así las estrategias de contención de los gobiernos nacionales".
Un horizonte de posibilidades por explorar en el ámbito científico se abre con esta iniciativa en el sur de España. Las soluciones están en los laboratorios, pero un futuro más seguro ante pandemias depende de la apuesta administrativa e inversiones en el ámbito. Quizás sea el momento de contagiar la política de más ciencia para prevenir éste y futuros virus.