Desde octubre de 2019, los chilenos exigen revertir un modelo político y económico que, según denuncian, ha provocado una profunda desigualdad social. Una realidad que el coronavirus ha dejado más en evidencia.
—Brasil, Ecuador y Chile son los países de América Latina más afectados por el COVID-19. ¿Cuál es la receta que está aplicando el Gobierno chileno para enfrentar esta pandemia?
—Desde mi punto de vista, el Gobierno chileno ha tenido una muy mala gestión para confrontar esta pandemia, porque lejos de seguir las recetas que se han ido afianzando en el mundo, como son las medidas de confinamiento, ha decidido no decretar medidas rigurosas de cuarentena. Lo que tenemos hoy día en Chile es un país prácticamente funcionando de manera casi normal con cuarentena solo en algunas regiones muy específicas. Los trabajadores tienen que seguir asistiendo a sus trabajos, las pequeñas empresas y comercios siguen funcionando con relativa normalidad y el transporte público sigue igual. Digamos que lo único que se ha paralizado es el sector educativo, que en su mayoría están con sus clases virtuales.
—¿Cuáles regiones están paralizadas y cuáles no?
—Las regiones que están paralizadas de manera más importante son aquellas que tienen mayores ingresos, donde viven las personas más acomodadas económicamente, como por ejemplo en el sector oriente de Santiago de Chile, la capital.
—¿Y por qué no se estarían tomando medidas de confinamiento para todos por igual?
—La explicación técnica que se dio inicialmente tenía que ver con que el contagio venía de manera importada de personas que habían viajado a Europa, que fundamentalmente eran de esas comunas más adineradas.
—¿Cuáles son los sectores poblacionales de mayor riesgo en este momento?
Una de las regiones que ha manifestado mayor curva de contagio y que sí está en cuarentena, porque ya es alarmante, ha sido la IX Región, en la zona de Temuco, en el centro del país, donde viven muchos de los mapuches. Allí hay un alto nivel de contagio, es un sector bastante deprimido, con mucha pobreza y alta tasa de desocupación. Nuestro pueblo mapuche está expuesto a un nivel de contagio altísimo justamente por no haberse tomado las medidas rigurosas iniciales.
—Pero Piñera dijo que iba a ayudar a los sectores más vulnerables y que para eso destinaría 2.000 millones de dólares.
—Sí, él ha anunciado dos normativas referentes al empleo y para la protección de la población en general, como la Ley del Teletrabajo, que no incluye a todos los trabajadores, y la Ley de protección del empleo. Pero es bien curioso porque después de anunciarlas hemos visto una ola de despidos. Recientemente, la multinacional H&M despidió a unos 1.500 trabajadores en Chile acogiéndose a esta ley.
—¿Es cierto que en las empresas privadas no están aceptando las bajas médicas por COVID-19?
—Sí. Se ha denunciado mucho que en el sector privado a las personas vulnerables de contagio, o que presentan síntomas, se les rechazan las licencias por este tipo de circunstancias. Entonces son personas que en estas condiciones deben ir a trabajar. Es muy complicado.
—Se prevé que en Chile el pico del COVID-19 sería para finales de abril. ¿En qué condiciones enfrentará el sistema de salud chileno esta pandemia?
—El sistema de salud en Chile, junto al de educación, fue uno de los sistemas públicos más vapuleados de la región desde la dictadura de Pinochet en adelante y por todos los gobiernos que han experimentado en Chile el modelo neoliberal. Hoy en día tenemos un sistema donde el Estado subsidia al privado, existiendo grandes espacios privatizados en el ámbito de la salud, y donde el sector público tiene grandes carencias de recursos, de médicos de cabeceras, de nuevas tecnologías. Ya nuestro sistema de salud ha colapsado en tiempos de influenza, ahora, con este nuevo virus, que es menos conocido y que se espera su pico para pleno invierno, es muy probable que colapse. Por lo tanto es muy difícil para las personas cuya única alternativa que tienen es acudir al sistema público.
Una vez más vemos que el modelo neoliberal se repite: el Estado subsidiario le aporta al privado para seguir privatizando derechos.
—Se ha impuesto un toque de queda todos los días a partir de las 10 de la noche. ¿Cómo ha asumido la sociedad chilena esta medida?
—Uno entiende que la situación pandémica obliga a tener medidas rigurosas, pero también cuestiono si era necesario haber expuesto a la ciudadanía a un toque de queda, a volver a este tipo de imágenes habiendo tantas denuncias recientes de violaciones de DDHH por parte de estos cuerpos y que aún no están resueltas. Me parece que hay otras medidas rigurosas que se pudieron haber tomado, como por ejemplo, haber declarado gratuito el examen del COVID-19 en todas partes, una medida sencilla y fácil de tomar, sin embargo se optó por militarizar el país como primera y principal medida, incluso antes que la cuarentena.
—Desde octubre de 2019 hasta marzo de este año se vivieron inmensas manifestaciones en Chile, un estallido social pidiendo reivindicaciones, mejor calidad de vida para los chilenos. Pero el COVID-19 logró paralizarlo todo, hasta esta revuelta que parecía indetenible. ¿Se perdió todo lo alcanzado?
—No creo que se haya perdido todo.
—Siempre se ha puesto a Chile como el ejemplo a seguir en América Latina y a Venezuela como el mal ejemplo. Incluso, los medios decían que si el COVID-19 llegaba a Venezuela sería una desgracia, pero ha pasado todo lo contrario. Hoy Venezuela es el país que más ha evitado la propagación y Chile uno de los que más lo sufre. ¿Cómo se entiende?
—Para mí es muy ilustrativo todo lo que está pasando. Creo que hoy día la disyuntiva es cómo salvar la vida. Hemos visto que en el modelo neoliberal no tenemos las garantías para poder tener garantizada la salud y la vida de las personas.