La escena parece sacada de una trama de cine absurdo. Un cirujano, un anestesista y un ingeniero le explican a un fontanero cómo debe ser la apertura del conducto para que pase el oxígeno. Mientras, otro miembro del equipo de veterinarios está monitorizando minuto a minuto las evoluciones de un pulmón animal conectado al nuevo aparato que están creando.
En concreto están pendientes de un cerdo al que inevitablemente este inédito grupo le ha cogido cariño, algunos le llaman Benito. Y todo esto sucede a altas horas de la madrugada de un domingo en las instalaciones de la Facultad de Ingeniería de Málaga. Son momentos de la génesis de un nuevo respirador artificial.
No hay descanso ni tiempo que perder. "La capacidad de trabajar todos juntos hacia un mismo objetivo, que era generar algo alternativo, saliéndonos de la industria médica ha sido espectacular", explica apasionado José Luis Guerrero, integrante del equipo médico.
"Se trataba de dar una solución a un problema presente… nunca había imaginado que íbamos a poder barajar estos plazos tan rápidos, no es habitual ni en el ámbito de la ingeniería ni por supuesto en el clínico hallar soluciones en solo cuestión de días".
La máquina que este inédito equipo está creando "tiene que estar lista para ayer", dice uno de sus creadores. Se trata de un aparato Frankestein, podríamos llamarlo. Un respirador artificial compuesto con dispositivos mecánicos y materiales ajenos a la saturada industria médica.
"Es algo creado para este momento en el que muchos países necesitan una cantidad de respiradores que ni existen, ni se pueden fabricar a la velocidad que precisamos", aclara el padre intelectual de este revolucionario respirador, el cirujano cardiovascular Ignacio Díaz de Tuesta.
"Empleamos sistemas y conceptos ajenos a los respiradores comunes y que están disponibles en el mercado de equipamientos industriales. Por ejemplo, el control central de la respiración lo hemos diseñado con un dispositivo que se usa para abrir y cerrar puertas de garajes. Y las piezas dinámicas construidas por impresoras, las hemos sustituido con válvulas hidráulicas comunes del sector de la fontanería".
Una de las características de este invento, más allá de sus asumibles costes de fabricación que podría rondar los 600 euros, según cálculos de la Junta de Andalucía, es su rápida producción, algo esencial ahora, con una fabricación de solo dos horas. Esta propuesta está ligada a la ciudad de Málaga, uno de los ecosistemas médicos y de I+D de España.
Ignacio Díaz de Tuesta era solo un estudiante hace décadas, cuando ideó en su tesina respiradores asequibles y accesibles. De aquello procede esta idea de un respirador de bajo coste y rápida producción que el pasado viernes era un mero boceto y días después, tras noches de duro trabajo e insomnio, ya estaba en vías de fabricación.
Aún así, el nuevo respirador tiene que validar todo un intenso protocolo, "hemos pasado por el comité ético y estamos a la espera del científico. Si todo está correcto para esta primera semana de abril, ya puede estar funcionando", aclara De Tuesta.
Los prototipos ya están en fabricación de una empresa privada a la espera de la certificación del Ministerio de Sanidad y la Agencia Española del Medicamento.
"Es un gran logro, pero nosotros no somos comerciales, solo somos científicos desinteresados, médicos y personas como cualquiera que pueda tener a un padre o un hermano en necesidad de respirador. Yo, como médico, no quiero tener que decidir a quien dejo sin respirador porque no hay suficientes", confiesa un agotado Ignacio.
La falta de respiradores está vinculada a la alta tasa de mortalidad que registra España en la lucha contra COVID–19. En los ámbitos clínicos definen a la industria médica como un mercado persa en estos momentos por el exceso de demanda y la falta de garantías a nivel global.
No obstante, el equipo clínico aclara que estamos ante un dispositivo revolucionario sí, pero accesorio, "es un respirador de campaña", no diseñado para sustituir a los respiradores normales, "lo mejor que nos puede pasar es que no tengamos que usarlo, eso querría decir que nuestras Unidades de Cuidados Intensivos no han colapsado", espera José Luis.
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Por el momento la sanidad andaluza encuentra destellos de luz en la tormenta gracias al ingenio y dedicación de un equipo que insufla aire fresco en medio de la pandemia. El gobierno de la Junta de Andalucía se ha apresurado a sacar pecho de esta gesta, pero como señala uno de los protagonistas de la hazaña, José Luis Guerrero, "el Instituto Biomédico es de Málaga, el equipo es malagueño, pero la solución no es territorial. Se trata de salvar vidas" y esa es una cuestión que atañe ahora a todo el mundo más que nunca.