"En los últimos años aprobamos la nueva ley de lavado y una nueva ley de financiamiento al terrorismo, adecuándolo a lo último en la materia, o sea que la parte teórica la tenemos muy bien (…pero) en la efectividad del sistema estamos en un regular, a mitad de tabla; tendríamos que mejorar", explica el funcionario.
Espinosa refiere así a los resultados del más reciente informe de evaluación del Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat), publicado en enero, y que muestra el estado de situación de Uruguay en términos de combate al lavado de activos y financiamiento al terrorismo.
Espinosa explicó que en los últimos años Uruguay ha mejorado su capacidad de control, incluso ampliando las áreas de fiscalización para prevenir el lavado de activos, pero destacó que en algunos aspectos estas mejoras son todavía incipientes.
Así, el informe de Gafilat advierte sobre los "riesgos internos" para controlar a las llamadas "actividades y profesiones no financieras designadas", que incluyen al sector inmobiliario, la construcción y las zonas francas, entre otros sectores considerados "de riesgo" en términos de facilitar el lavado de activos.
"Desde 2007-2008, el sector financiero uruguayo ya tiene normas importantes, controladas por el Banco Central, y en el sector no financiero no había un control fuerte, aunque tenían la obligación de controlar; entonces en diciembre de 2015 se resolvió que la Senaclaft pasara a controlarlos en materia de lavado", explica Espinosa.
De ese modo, la secretaría comenzó a realizar inspecciones, pero también recomendaciones y capacitaciones para los diferentes actores.
"Si no hay supervisión, sanción, capacitación incluso, (estos actores) no cumplen" con la normativa, afirmó el funcionario, quien destacó la importancia de "marcar presencia".
"Siempre que empezás a aplicar una nueva norma hay incumplimiento, pero a veces no es mala voluntad; ahí les hacés recomendaciones, pero lo importante es estar en la cancha y que los otros sepan que estás ahí", explicó Espinosa.
La evaluación del organismo señala que las "obligaciones específicas" de estos sectores son recientes, lo que los vuelve "particularmente vulnerables en materia preventiva y pueden ser utilizados como canales idóneos para el lavado de activos y la financiación del terrorismo".
"En estos años creo que hicimos mucho, pero en realidad falta, y eso es lo que te critican", explicó el funcionario.
Según el informe de evaluación, de las 40 recomendaciones, Uruguay tuvo 16 cumplidas y 23 mayormente cumplidas. La recomendación restante no recibió calificación.
Transición
Según informó más temprano Álvaro Delgado, quien será el secretario de Presidencia de la nueva administración, la Senaclaft será encabezada por el expresidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Chediak.
Sin embargo, como ha ocurrido en varios organismos, no fue posible realizar un proceso de transición, o bien porque el Gobierno electo aun no designó autoridades, o bien como en este caso, lo hizo el último día de función de los actuales jerarcas.
"Pero no tuvimos otra", lamentó.
Asimismo, Espinosa se refirió a los contenidos del borrador de la ley de urgente consideración, un paquete de reformas económicas, sociales y estructurales que el nuevo Ejecutivo presentará al Parlamento.
Una de las mayores polémicas tiene que ver con la derogación de algunos puntos de la ley de inclusión financiera, que anula la obligatoriedad de pagar salarios o realizar transacciones monetarias que superen los 4.000 dólares, a través de entidades bancarias.
"Cuanto más economía informal, es más difícil combatir el lavado. Eso se mide a nivel mundial. Si tenés toda la economía sumergida, ¿qué control de lavado vas a hacer?", cuestionó Espinosa.
Respecto a las transacciones, criticó duramente que se habilite realizar compras millonarias, o de cientos de miles de dólares, en efectivo.
"¿Por qué permitís que un campo o una casa de un millón de dólares, se compre en efectivo? ¿Cuál es el argumento?", inquirió.
Si bien el Gafilat realiza monitoreos anuales, sus informes de evaluación son publicados cada cinco años.