En La Paz me lo encontré muchas veces por la calle. Una vez en el cruce de las calles Potosí y Camacho le hice una pregunta sobre la demanda de Bolivia a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya y no me respondió, pero me dio un argumento satisfactorio.
Nunca fue un aliado de Evo Morales, pero trabajó con el entonces mandatario por el bien de Bolivia. Fue, junto con el también exmandatario Eduardo Rodríguez Veltzé, uno de los delegados por la demanda marítima.
Pero llegaron las elecciones de octubre y Mesa vio cómo su tren se le iba, se le escapaba tal vez su última oportunidad de llegar al poder con el respaldo del voto popular, y gritó fraude.
El arrastre del referendum de 2016
Poco después de ganar con facilidad las elecciones de 2014, Evo Morales y sus seguidores pensaron que sería bueno continuar en el Palacio Quemado y desde el seno del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido en el Gobierno, se lanzó la idea de un referéndum para reformar la Constitución y permitir la reelección, otra vez, del presidente y el vicepresidente.
Lo cierto es que el pueblo dijo 'no' el domingo 21 de febrero de 2016 por margen de 51 a 49, y no se pudo reformar el artículo 168 de la Carta Magna.
La pregunta en la boleta decía: "¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos dos veces de manera continua?".
Muchos se afilaron los dientes, sin Morales en las boletas en 2019 se veían con opciones el empresario Samuel Doria Medina y el otrora mandatario Jorge Tuto Quiroga, habituales derrotados por el líder indígena. Y hasta Mesa, que se había mantenido al margen, pensó que podía ser su oportunidad.
Aún así trabajó con Morales, aunque de vez en cuando rompió alguna lanza a favor de la democracia con críticas veladas hacia el entonces mandatario.
Las elecciones y el triste papel de Mesa
Cuando comenzó la carrera por el poder y centrado en la campaña que terminaría en octubre de 2019, Mesa, hombre inteligente por sobre todas las cosas, sabía que era imposible vencer a Morales en las urnas. La mayoría de los bolivianos lo respaldaban. Lo que se consiguió desde 2006 hasta entonces no era difícil de observar, más allá de la memoria corta de los pueblos en muchas ocasiones.
🇧🇴 ¿Cuánto más durará el Gobierno de facto en Bolivia?
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) December 21, 2019
👉🌐 https://t.co/AwyfJrpkUx pic.twitter.com/2KA9ba18nl
El MAS ganó. Las encuestas lo adelantaban. Las realizadas a boca de urna también. Los 10 puntos necesarios para imponerse en primera ronda apenas se superaban y entonces se acentuó la campaña contra Morales y apareció el argumento de un fraude colosal en el cual no solo se involucró al mandatario sino también al Tribunal Electoral.
Las voces ocultas se levantaron como nunca, miles de personas enardecidas salieron a la calle ante el llamado de Luis Fernando Camacho y algunos otros, pero sobre todo de Carlos Mesa, aquel que parecía que jamás iba a mentir en un tema tan delicado. Y cayó en la trampa.
Entonces se destapó un baño de sangre. Masacres en El Alto y Cochabamba contra todo el que defendiera el régimen anterior. Y Carlos Mesa insistía en el fraude, como el primero.
Además, la proclamación del fraude llevó a enfrentamientos, y estos a muchos heridos y a la muerte de más de una treintena de personas por las cuales no solo Áñez y sus militares y policías debieran responder, sino también los instigadores.
La verdad sobre el fraude
A pesar de que la actual presidenta encargada —y candidata a la presidencia— Jeanine Áñez, insistió en el fraude y nombró nada menos que a Tuto Quiroga para que se encargara de explicarlo, parece que a Almagro, a Mesa y a todos aquellos que lo aseguraron les salió el tiro por la culata y van a quedar muy mal parados.
Muchas voces negaron que hubiera habido timo en los comicios, pero si eso lo dicen desde Estados Unidos, desde medios de prensa prestigiosos, citando a personas con experiencia en este tipo de estudios y alejadas de la situación boliviana, es como para creer que lo del engaño no se sostiene. Un invento de Mesa, sobre todo, que le costó el triunfo a Morales y terminó con el dominio del MAS.
El estudio asegura que el expresidente Evo Morales ganó con "alta probabilidad" y sin fraude en los comicios presidenciales de octubre pasado, según un análisis estadístico realizado por dos estudiosos estadounidenses.
Los investigadores, pertenecientes al Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales del MIT, han estudiado la tendencia del escrutinio antes y después de que se interrumpiera el conteo rápido al 84%, punto en el que los opositores a Morales denunciaron el inicio del supuesto fraude, que después ratificó la OEA
Según la investigación "el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecen profundamente defectuosos". Y ahí queda mal Almagro, todos los voceros del fraude y, por supuesto, Carlos Mesa.
Las últimas encuestas
Si en los comicios de octubre Mesa reclamaba fraude, porque, supuestamente, la distancia con Morales era de menos de 10 puntos, lo que podría llevar a una segunda vuelta, los últimos sondeos lo ubican bastante lejos del ahora candidato del MAS, el otrora ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora. Pero por el momento nadie ha dicho que haya fraude en las encuestas.
Si no se impone en las elecciones de mayo próximo, Carlos Mesa, con 67 años y un periodo de cinco de espera hasta los próximos comicios, pudiera decirle adiós a sus deseos de volver a ser la principal figura política del país y quedarse con su mandato de un año y siete meses, desde el 17 de octubre de 2003, como sucesor constitucional de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien renunció y escapó del país tras los sucesos de la llamada Guerra del gas.