Los territorios perdidos de la República es el título de un libro escrito en 2002 por un grupo de profesores franceses de izquierda en el que denunciaban que el antisemitismo, el sexismo y el islamismo se apoderaban de los colegios y escuelas en la región de París. Algunos de sus autores escondieron bajo seudónimo su identidad; los que optaron por firmar con su nombre fueron perseguidos y amenazados de muerte. Todos ellos, fueron considerados como islamófobos y racistas. A los insultos se le añadió el silencio mediático y el desprecio de la mayoría del mundo intelectual.
Por supuesto, los voceros del islam político y una parte de la izquierda huérfana de obreros y votantes siguen insistiendo en denunciar como "islamófobo" —término creado para impedir la crítica a una religión— toda crítica al islamismo, que es un fenómeno político y cultural. Esa presión ha hecho dudar a muchos políticos, incluidos presidentes, de tomar medidas para paliar el avance de lo que algunos imanes progresistas llaman "la enfermedad" del islam.
✒️ Francia tiembla ante la infiltración de sus servicios de inteligencia y la existencia de un topo en sus entrañas
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 7, 2019
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A la presión de la que hablamos se ha unido también el clientelismo de muchos responsables políticos locales, de derecha o de izquierda, que durante décadas han admitido el pacto con el islam radical en sus ciudades, a cambio de votos. A un mes de las elecciones municipales, Macron también utiliza el asunto.
No es Al Raqa, es Francia
En ciertos barrios franceses un visitante perdido se creería más en Al Raqa bajo dominio de ISIS (prohibido en Rusia y otros países) que en territorio europeo. No es una exageración.
Mezquitas ilegales, monopolio de comercios 'halal', peluquerías no mixtas, cafés donde las mujeres no son admitidas, clubes deportivos subvencionados con dinero público que son simples tapaderas para ocultar centros de lavado de cerebro, mujeres obligadas a vestir indumentarias que oculten cada centímetro de su piel y la cabellera completa… Eso, en el aspecto exterior.
Emmanuel Macron dice haber tomado conciencia del problema y manifestó, por primera vez desde los dos años y medio que lleva de mandato, que "las leyes religiosas nunca sustituirán a las de la República".
Al concepto de "comunitarismo", Macron prefiere utilizar el de "separatismo islamista". Una palabra que, según él, refleja mejor las intenciones de quienes quieren dividir a los franceses.
Macron y su Gobierno hablan de "conquistar" "esos barrios alejados ahora del Estado". Sus servicios cifran en 47 los objetivos de "reconquista republicana", y en 15 las zonas más específicas de lucha contra la radicalización islamista. Otras fuentes, entre ellas algunos especialistas, enumeran 150 barrios "sin ley", o más bien, bajo la ley islámica.
Una ley tótem que impide el control del islamismo
Macron asegura que durante su mandato se han cerrado mezquitas, se ha expulsado a imanes radicales y se han cerrado negocios que eran una simple vitrina de centros de alistamiento radical. El jefe del Estado ya ha adelantado una serie de medidas para hacer frente al problema:
- retorno de los servicios públicos a las zonas abandonadas
- especial atención a la enseñanza en esos barrios
- reorganización del culto musulmán, que incluye acabar con la financiación extrajera.
Y es ahí donde se centra el hándicap de una República laica cuya ley de 1905 sujeta toda la arquitectura intelectual para proteger las libertades de los no creyentes y de los creyentes de cualquier fe, pero que, al tiempo, protege al Estado de cualquier influencia religiosa. Esa ley impide que se pague con dinero público a los imanes que predican en los más de 2.500 lugares de culto musulmán. Tampoco admite que se construyan mezquitas, sinagogas o iglesias con parte del erario.
Macron propone que, a partir de ahora, esos imanes sean formados en Francia, después de haber asegurado que dominan perfectamente la lengua. Pero no deja claro cómo y quién llevará a cabo la selección y la formación. Es una de las contradicciones de este primer plan "antiseparatismo islamista". Las objeciones no acaban ahí.
Catar paga mezquitas en Francia y yihadistas en Malí
Emmanuel Macron expuso su proyecto en un barrio 'difícil' de la ciudad de Moulhouse, al noroeste del país. Es allí donde se está construyendo el lugar de culto musulmán más grande de Francia y de Europa, el centro An-Nur.
Si el Estado francés no puede pagar las mezquitas, alguien debe hacerlo, por supuesto, pero la Qatar Charity ha sido acusada recientemente de haber financiado grupos yihadistas en Siria y Mali, donde las tropas francesas les combaten. Además, el organismo que gestiona el proyecto An-Nur, la Unión de organizaciones islámicas de Francia (UOIF), desde 2017 rebautizada como 'Musulmanes de Francia', es la filial francesa de la organización Hermanos Musulmanes, una de las instancias extranjeras denunciadas por Macron como foco de la penetración del islam político y generador del secesionismo islamista en su país.