La mezquita Abdallah es la única de su tipo en Cuba y está situada en la céntrica calle Oficios, del casco histórico de La Habana, donde antes se encontraba el Museo del Automóvil. El local se remodeló para que los fieles musulmanes tuvieran un lugar de culto y fue inaugurado en el 17 junio de 2015, correspondiente al primer día del mes de Ramadán.
Cuando Kira Romero entró por primera vez a la mezquita, lo hizo acompañada de su padre, un médico que había regresado de cumplir misión como internacionalista en Venezuela donde se había convertido al islam. Al poco tiempo, ella decidió seguir los pasos de su padre y dio la shahada, el testimonio de fe para entrar al islam. Padre e hija pasaron a formar parte de la comunidad islámica en la isla, que hoy cuenta con casi 7.000 fieles, de los cuales 1.300 son mujeres, según datos de la Liga Islámica de Cuba.
Para Kira y su padre, siempre fue una inquietud desarrollar a la comunidad con un negocio próspero. Después de muchas vueltas surgió la idea de un bazar que respondiera a la demanda de indumentaria propia de la religión orientada a las musulmanas, aunque el proyecto es mucho más abarcador.
Así surgió Firdaus, nombre de la tienda que se refiere en árabe al nivel más alto del Paraíso, un lugar al que se accede en una vida posterior a la muerte, lleno de comodidades y lujos, y que se encuentra ubicado bajo el trono de Allah (Alá, Dios único del islam).
Maryam Camejo, comunicadora de Firdaus, contó a Sputnik que Cuba tiene una comunidad musulmana creciente: "a medida que pasan los meses escucho de gente nueva que llega a la religión. No obstante, aquí no existe como en otros lugares, ese espacio donde las musulmanas cubanas puedan encontrar ropa acorde para vestirse", comentó.
Entre las musulmanas cubanas, el hiyab es el velo islámico más común, permite dejar al descubierto todo el rostro mientras el cabello queda oculto. En el mundo existen otras modalidades como el chador (velo largo negro, típico de Irán), la burka (una especie de malla negra que cubre el rostro y hasta los ojos, típica de Afganistán), y el niqab (cubre el rostro pero deja ver los ojos).
Pero conseguir un hiyab en Cuba puede ser complicado: "a veces se venden como bufandas en tiendas de la isla a precios exorbitantes", explicó Camejo. Por ello Firdaus pretende cubrir estas necesidades de la comunidad islámica de la isla, aunque también está pensada para todas las mujeres.
"Habrá vestidos largos para cubrir los brazos y las piernas, típicos de las musulmanas, pero también faldas y blusas que puede usar cualquier mujer. Un velo puede funcionar como bufanda", dijo Camejo, quien también es musulmana.
Además, resaltó que habrá un gran espacio para la bisutería, "desde las prendas más económicas hasta algunas de mayor valor". La mayor parte de la materia prima para confeccionar la ropa es importada. No llega precisamente de países islámicos, sino "de donde se pueda conseguir".
También dijo que en Cuba, aunque parezca sorprendente, hay un gran mercado para estos productos. "Hay muchas estudiantes de países musulmanes por las becas de los programas médicos, también llegan de algunas zonas de Asia, diplomáticas y esposas de diplomáticos que viven en la isla por misión. Pero la idea es que Firdaus también sea un espacio para todas las mujeres", remarcó.
Materializar este proyecto no ha sido fácil. En Cuba, este tipo de negocio implica solicitar una serie de permisos. "Emprender en la isla es algo que todavía está en una fase muy primaria: para un solo negocio hay que tener licencia de artesana, de modista sastre, entre otras, y la licencia de comunicadora no existe", observó Camejo.
Ser musulmana en Cuba
"Uno de los objetivos de Kira, y de todos lo que estamos vinculados de alguna manera a este comercio es también demostrar que la mujer musulmana no es sumisa a ningún hombre ni oprimida. Nosotras no estamos negando que esto sucede así en el mundo, pero hay una diferencia muy importante", opinó Camejo sobre su comunidad religiosa.
En Cuba, las mujeres que asumen el islam se reconocen como hidyabis, es decir que sólo usan el hiyab. "Nosotras somos musulmanas cubanas y eso por idiosincrasia nos separa en cierta medida de musulmanas de otros países, es la realidad. Las cubanas no tendemos a quedarnos calladas cuando se habla de interpretaciones extremistas o machistas del islam", dijo enfática.
A su juicio, es importante aclarar que abrazar esta religión es una decisión de identificación personal, sin la intención de protagonizar ningún proceso de transculturación, ni de arabización. "Eso no nos interesa", reforzó.
"Es muy difícil que una musulmana cubana acepte la idea de que una mujer por ser musulmana pertenece a su esposo. Yo misma soy divorciada", reconoció Camejo.
Asimismo, subrayó que Firdaus es un emprendimiento de mujeres y para mujeres: "lo que te demuestra que para nosotros juega un papel fundamental que la mujer se desarrolle y que busque un entorno donde pueda sentirse realizada". Ellas tampoco incurren en la discriminación por orientación sexual. De hecho, aseguran que al bazar serán bienvenidos todos, sin importar su raza ni orientación.
"Así como nosotros pedimos que se nos acepte sin importar cómo vestimos ni cómo expresamos nuestra religión, también tenemos que respetar y convivir con las demás personas", concluyó Camejo.
Camejo describe el islam como una religión de paz. "Aún cuando los grandes medios occidentales quieran decir lo contrario y cuando existan muchos grupos terroristas que se autodenominan musulmanes, esto no tiene que ver con los fundamentos y principios del islam", aclaró.