— Su cartera es una de las más importantes para cualquier país. Afortunadamente, nosotros vivimos en una zona de paz, donde no hay conflictos ni armas nucleares. ¿Qué cuadro de situación se traza usted como ministro de Defensa y cuáles son las principales amenazas como país y región?
— La política de Defensa está íntimamente relacionada con la política internacional. La Defensa es subsidiaria de la política exterior de la nación. Indudablemente nos reivindicamos como parte de un continente de paz y estar en una zona donde los conflictos bélicos hace tiempo que no existen, al menos con los niveles de intensidad y de tensión tradicionales que uno ha conocido. Lo que sí ha pasado en los últimos cuatro años es que ha cambiado el contexto de América Latina.
Recuerdo que, en 2013, la primera vez que asumí como ministro de Defensa, el debate era cómo se involucraban las Fuerzas Armadas en las cuestiones de seguridad interior. Había una tendencia en la mayoría de los países de América Latina, independientemente de su posicionamiento ideológico, a involucrar a las FFAA en el combate al delito narco y al crimen organizado. De distintas maneras, algunas más abiertamente, como el caso de México. En ese momento Brasil tenía autorización para que las FFAA se involucraran en un espacio geográfico determinado y en un espacio de tiempo determinado, como la intervención en las favelas. En Perú era en cuestiones específicas. Gobiernos progresistas como el de Evo Morales en Bolivia tenían habilitada una ley de derribo que nosotros en Argentina nunca tuvimos.
Ese debate de hace siete años atrás, hoy no está. Hoy lo que aparece es que ese viejo actor de la política latinoamericana que son las FFAA empieza a tener niveles de protagonismo que nosotros creíamos que ya no iban a aparecer. Hace 30 o 40 años que no aparecía. Entonces aparecen las FFAA con un nivel de protagonismo importante, de involucramiento en la vida política de los países. El caso del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con un vicepresidente militar, con ministros que responden directamente a las FFAA. En el caso de Bolivia, generando el golpe de Estado, siendo las que terminan de consumando el golpe al presidente Evo Morales.
No es el caso de Argentina. Creo que las FFAA están bastante lejos de esa situación. Pero entiendo que es imposible no tener en cuenta ese contexto a la hora de analizar cuáles son las políticas de Defensa.
— ¿Pero las cúpulas de las FFAA argentinas sienten que no tienen que involucrarse en política como en el caso boliviano o brasileño?
— Estoy convencido de que es así, porque la experiencia que han tenido las FFAA argentinas ha sido una experiencia negativa. Lo que nosotros veníamos diciendo se viene cumpliendo. Recuerdo que en mi anterior gestión como ministro de Defensa yo les decía a los militares que sería un gravísimo error que se involucren en cuestiones de seguridad interior. Si se involucran en el combate al delito narco van a salir más desprestigiadas de lo que salieron de la dictadura. De hecho, el involucramiento en el combate contra el delito narco fracasó absolutamente en todos los países. Y las FFAA salieron más desprestigiadas.
— Colombia sería el ejemplo máximo de eso.
— Bueno, Colombia, con una inversión enorme de los EEUU en el Plan Colombia, logró reducir a su mínima expresión a las FARC pero no tuvieron éxito en el combate contra el delito narco. En México, el primer país que involucró a las FFAA en el combate contra el delito narco, hace cuatro años atrás conformó una Gendarmería para que sea una fuerza de seguridad independiente de las FFAA que lleve adelante esa política. Desde ese punto de vista, creo que, así como las FFAA argentinas no se sumaron a la ola de involucrarse en las cuestiones de seguridad interior, no están influenciadas en la idea de la participación política.
📸🇲🇽 No es novedad que el narcotráfico en México siempre ha sido una preocupación, no solo para el gobierno sino para la población que le ha tocado sufrir sucesos horrorosos de primera mano
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— Hubo un cambio entre el momento en que usted fue ministro de Defensa por primera vez y hoy, algo negativo. En aquel momento existía la Unasur, el extraordinario Consejo de Defensa Suramericano, donde todos los ministros se ponían en contacto, intercambiaban información y hasta tenían planes conjuntos. Eso murió. ¿Qué se puede hacer hoy día en relación con la situación en Bolivia o en Brasil?
— Nosotros reivindicamos esa idea de Unasur y el Consejo de Defensa Suramericano era un consejo que funcionaba y mucho. Obviamente eso nos permitía tener un marco de relacionamiento multilateral con las FFAA y los ministerios de Defensa de todo el continente, cosa que hoy no existe.
La ventaja que tenía el Consejo de Defensa Suramericano es que funcionaba independientemente del posicionamiento ideológico de los gobiernos que allí participaban. En ese momento participaba el ministro de Defensa de Venezuela y el de Colombia. Eso le daba muchísima riqueza. Ahora en las relaciones bilaterales hay que poner un mayor esfuerzo y una mayor vocación para mantenerlas y seguir llevándolas adelante.
— En cuanto a la doctrina argentina, debe haber cambiado en relación con Venezuela. Recuerdo que en la gestión anterior del expresidente Mauricio Macri llegó a haber una insinuación de que el Ejército argentino podía formar parte de un Ejército mayor de la región para intervenir allí.
— La política exterior nuestra es clara en ese sentido. Creemos que los conflictos hacia el interior de cada uno de los países se tienen que resolver en base al diálogo, y bajo ningún punto de vista apoyamos ni auspiciamos una invasión o intervención militar en ningún país del continente. Habría que reivindicar los ejercicios de diplomacia política para poder resolver los conflictos que existían.
Volviendo a la gestión de Unasur, recuerdo el intento de golpe que tuvo que soportar el entonces presidente Rafael Correa. En ese momento Néstor Kirchner era secretario general de Unasur. Convocó a todos los presidentes de los países de la región. Vinieron los presidentes Hugo Chávez y Juan Manuel Santos y se ratificó la vigencia de la democracia en Ecuador. Ese es el camino que nosotros tenemos que recuperar hacia el interior de América Latina. La posición de nuestro presidente es recuperar lo mejor de la tradición diplomática argentina que es el multilateralismo, la no intervención y el respeto por la autonomía de cada uno de los países.
✒️ 2019, el año del retorno del protagonismo militar en Latinoamérica
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— Sí, es cierto que el mundo cambió mucho. EEUU está mucho más involucrado en América Latina, con visiones más militarizadas. En ese sentido imagino que usted debe recibir presiones más fuertes que en el periodo anterior. ¿O no?
— En cualquier ámbito de la política recibe presiones quien quiere ser presionado. En la gestión anterior de la que participé, y en la actual, lo que tratamos de hacer es mantener una relación con todos los países del mundo en materia de política de Defensa. La teníamos con EEUU, que usted sabe que es el principal productor de material bélico del mundo. Tenemos una cantidad de componentes de las FFAA que necesitan mantenimiento de los EEUU. Pero eso no nos privó en la gestión anterior de mantener relaciones con China, con Rusia.
De hecho, acompañé el último viaje que hizo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a Moscú y mantuve una reunión bilateral con el ministro de Defensa de Rusia de ese momento. Y cuando fui designado ministro de Defensa en esta oportunidad, primero me reuní con el embajador chino, después con el embajador ruso. Esta semana he recibido al embajador de EEUU. Mantengo un intento de relación equilibrada con todos los países en función de lo que le sirva a Argentina en un determinado momento. En mi anterior gestión compramos cuatro buques remolcadores rusos que estaban trabajando en el Ártico, pero también helicópteros Bell 412 a EEUU. La política de Defensa no va a tener alineamiento automático con ningún país y va a seguir la política exterior de autonomía.
— Cuando asumió la ministra de Defensa Nilda Garré en la gestión de Néstor Kirchner hubo un cambio muy significativo en las FFAA, sobre todo en lo que tenía que ver con los planes de estudio, la orientación en derechos humanos y género, en subrayar los principios democráticos. Usted continuó esa tarea. ¿Cómo encontró la situación ahora y cómo se sigue de aquí para adelante en cuanto a la formación de las FFAA?
— La tarea de la exministra Garré fue fenomenal. Ella fue quien más hizo por dejar establecido este tema de la conducción civil de la Defensa, que me parece que es núcleo del debate, porque esta vuelta de los roles protagónicos en las FFAA en la cuestión política se dio en aquellos países donde las FFAA, incluso bajo gobiernos de líderes populares, siguieron manteniendo niveles de autonomía.
Me parece que eso es lo sustancial: reafirmar la conducción civil de la Defensa. En ese marco, el instrumento militar tiene una misión muy importante, de reclutamiento, adiestramiento, formación, preparación e instrucción del personal militar y, obviamente, el despliegue operativo a cargo del Estado Mayor Conjunto. Los principios de democracia y de respeto a los derechos humanos siguen estando vigentes hacia el interior de las FFAA. Hay que intensificarlos permanentemente porque hay que acentuarlas. Un párrafo aparte merece la incorporación de la mujer. Es el hecho cultural más trascendente que han tenido las FFAA desde la recuperación de la democracia. No es solamente tener que hacer baños y vestuarios para mujeres, sino que, en una organización claramente vertical y fuertemente rígida, se produzca un hecho disruptivo como es la presencia de la mujer genera una cantidad de cambios culturales que son fuertemente provechosos y hay que seguir alentándola, protegiendo o tratando de hacer el camino más fácil a todas las mujeres que quieran ser parte de las FFAA argentinas.
— Una paradoja o algo a corregir es la empatía del ciudadano hacia las FFAA. Nosotros tuvimos una experiencia muy mala por muchas décadas en relación con las FFAA. Ni hablar del golpe cívico-militar de 1976. Aunque son defensoras de nuestra patria, en lugar de admirar o elogiar a los militares, sentimos cierto temor o rechazo. ¿Eso se trata de trabajar?
— Ese ha sido el eje de mi anterior gestión, es decir, tratar de fortalecer ese vínculo entre FFAA y la sociedad civil. Para eso hay áreas de las FFAA que te permiten mostrar y salir de este mundo tan críptico. El área de participación de efectivos militares en cuestiones de emergencia te involucra con la sociedad civil.
Somos la agencia del Estado que mayor cantidad de personal tiene en las comunidades wichi que han tenido el fallecimiento de cinco chicos por problemas de desnutrición. Ahí estamos con una planta potabilizadora, estamos haciendo pozos de agua permanentemente, trabajando con el conjunto de la comunidad. En los hospitales militares se atienden militares y civiles. La Universidad de la Defensa ha permitido también que civiles se involucren con los temas de Defensa. Los mecanismos de puertas abiertas que permiten a los civiles que se involucren o vean lo que está pasando hacia el interior de las FFAA convocan a muchísima gente. Es una batalla cultural, pero creo que estamos mucho mejor.
No es el principal problema que tiene hoy las FFAA. Tenemos que dar vuelta la página en el sentido de que en Argentina se debata la política de Defensa y no tanto la cuestión militar y su relación con la democracia y los derechos humanos. Las FFAA tienen un rostro cada vez más amigable para el conjunto de la sociedad del que tenían antes.
— En mi caso es una cuestión generacional.
— Eso está claro. Nosotros lo tenemos absolutamente incorporado. De hecho, recientemente he nombrado a Eduardo Jozami como director nacional de DDHH del ministerio de Defensa. Es un compañero que estuvo ocho años preso durante la dictadura militar junto a su compañera Lila. Eso también hace a la riqueza de que en la conducción civil de la Defensa haya compañeros que no solo pusieron su cuerpo para tener democracia y vigencia por los derechos humanos.
— ¿Cuál es la prioridad de la Defensa argentina?
— Las FFAA necesitan reequiparse. Esto es así. Después está la realidad del país. Si uno sigue promocionando que haya aviadores militares, entonces tienen que haber aviones para volar. Si se sigue promocionando que haya chicos y chicas que se incorporen a la Armada, tienen que haber barcos para que naveguen. Para eso necesitamos reequipar las fuerzas y tratar de definir un perfil de FFAA.
— En una entrevista al diario Página 12 dijo que el ministerio de Defensa podía aportar al desarrollo económico nacional y habló de las fabricaciones militares y de los astilleros. Le quiero preguntar por la creación del Fondo de Defensa para invertir en modernización. ¿Esto tiene que ver con esto que decía recién?
— En cualquier país desarrollado industrialmente la Defensa es una industria estratégica por lo que significa la inversión en ciencia y tecnología. Las principales potencias, EEUU, China y Rusia, tienen una industria de la Defensa altamente desarrollada. Los adelantos tecnológicos más importantes de la humanidad en los últimos años han nacido en las FFAA. Internet y los celulares fueron militares y después se convirtieron en uso civil. Para eso necesitas una industria de la Defensa que se desarrolle. Y esa industria se va a desarrollar hacia el equipamiento de las FFAA, que cuando tenga un nivel de desarrollo se podrá exportar.
Conozco las urgencias cuando uno tiene que gobernar. En épocas de paz, el ministerio está atravesado por la coyuntura. En este país hay cuestiones que pueden esperar. La Defensa está siempre entre esas cuestiones que pueden esperar. Para que esto no suceda, la forma es un Fondo de equipamiento que le dé un horizonte a las futuras generaciones. Les dije a los generales que el Fondo de Defensa no está pensado en ellos, sino en el subteniente, en el guardia de Marina, en el alférez, en aquel que ingresa y sabe que tendrá unas FFAA con nivel de equipamiento razonable.
— ¿Y la Fanazul?
La Fanazul es una de las fábricas militares que cerró el Gobierno del expresidente Macri. Tengo la decisión política de reabrirla. Lo primero que tengo que hacer es una auditoría técnica de cómo están las instalaciones, porque me dicen que antes de ser desmantelado absolutamente todo hay que ver qué se puede reutilizar. Mi idea es reactivar Fanazul.
✒️ FIRMAS por Raúl Zibechi
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Entre la corrupción y la parálisis puede definirse la situación que de las fuerzas armadas latinoamericanas. Sin rumbo, sin recursos, carcomidas por denuncias de violaciones a los derechos humanos y de corrupción.
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— ¿Qué se fabrica allí concretamente?
— En Fanazul se fabricaban explosivos. Tenemos tres fábricas de explosivos: Fanazul, Villa María y la de San Juan. Hay que ver cómo se orienta eso. Tiene una parte química y ver si se pueden hacer fertilizantes. Estamos viendo distintas alternativas.
— ¿Y hay contactos con Embraer de Brasil, o con China, Rusia y EEUU para formar científicos o ingenieros para mejorar este tipo de industria?
— Entre Embraer y Fadea (Fábrica Argentina de Aviones) hay un acuerdo. Brasil fabrica un avión para la Fuerza Aérea brasileña que es el KC 390, un poco más chico que el Hércules, a tubo a reacción. Argentinas participa en la fabricación de seis partes que tiene el KC 390. Estamos negociando la ampliación de la cantidad de partes que podemos participar. Con EEUU hemos hecho una modernización y remoción de obsolescencias de los Hércules C 130. El primero de ellos se hizo en Dallas y los otros cinco en Fadea. Fueron técnicos de Fadea a Dallas y ahora participan técnicos e ingenieros norteamericanos en Fadea.
— Usted dijo que Colombia es un país geoestratégicamente importante, y que tal vez nuestro país no es tan central. Pero el tema que se viene y pondrá a Argentina en el centro de muchas polémicas tiene que ver con la Antártida. En los próximos años va a revisarse el Tratado Antártico y nosotros somos un país principal: tenemos la base más antigua, una proximidad y también disputas con los británicos y con los chilenos. ¿Cómo se está viendo ese tema?
— Respecto a Colombia, dije geopolíticamente por el apoyo de EEUU al Plan Colombia y la guerra que empezaron contra las FARC, que terminó dejándoles un Ejército y unas FFAA casi iguales que las brasileñas. Para un país de la proporción de Colombia, es enorme el peso de sus FFAA. Creo que Argentina tiene una importancia geoestratégica. Uno de los aspectos es la cuestión de los recursos naturales, compartida por toda América Latina. Una de las cosas que perdimos con Unasur es esta cuestión.
— Además, el calado de los barcos ya no les permite pasar por el Canal de Panamá, por ejemplo.
— La presencia de Gran Bretaña en Malvinas y el hecho de haber convertido a Malvinas casi en una fortaleza militar, donde hay mayor cantidad de soldados británicos que habitantes malvinenses, tiene menos que ver con la pesca y con la explotación hidrocarburífera que con la ubicación geoestratégica de ese estrecho y sobre la Antártida. Para el Ministerio de Defensa de Argentina, la Antártida es el despliegue operacional más importante que realizamos año tras año. Se moviliza una cantidad de recursos materiales y humanos, con más de mil hombres que participan de las campañas, de las cuales seis son permanentes y siete son temporarias. Tenemos una zona que reclamamos, y que es la misma zona que reclaman los británicos, por Malvinas, y la misma que reclaman los chilenos.
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Con Chile tenemos un espíritu de cooperación muy amplio. Alternativamente utilizamos la base chilena Frei para hacer el puente aéreo de Río Gallegos a la Antártida, cuando no podemos bajar en Marambio. Claramente durante mucho tiempo tuvimos una de las bases más australes del mundo, la Base Belgrano II. Somos uno de los pocos países, si no el único, con argentinos que nacieron allí. Tenemos familias enteras que viven en la Base Esperanza, que es casi un pequeño poblado, con escuela y con directores que dependen del Ministerio de Educación de la provincia de Tierra del Fuego. Tenemos muchísima actividad, y hay que seguir fortaleciéndola. Hemos recuperado, después de una reparación importante, el rompehielos Almirante Irízar. Estuve navegando en él desde Buenos Aires hasta La Plata.
La Antártida es importantísima. Hay una acción de investigación científica que estamos llevando adelante con muchísimos científicos instalados. De hecho, hay una base científica que pertenece al Instituto Antártico, que es la Base Carlini. La presencia de argentina es enorme en todo sentido.
— Una de las preocupaciones en torno a Malvinas es que el Gobierno del expresidente Macri hizo unas concesiones, como el Acuerdo Foradori-Duncan, relacionado con la explotación de los hidrocarburos por parte de Gran Bretaña.
— Malvinas está dentro del área de Cancillería. De hecho, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner había creado una secretaría de asuntos específicos para Malvinas, donde había designado a Daniel Filmus, y que desapareció durante los cuatro años de Macri. Ahora se vuelve a recrear con involucramiento de la cuestión antártica.
En 2015, el secretario de Defensa de Gran Bretaña tuvo que ir a la Cámara de los Comunes a explicar por qué se había pedido un aumento presupuestario para las instalaciones militares en Malvinas. En esa reunión hubo legisladores laboristas que le preguntaron al secretario de Defensa para qué se necesitaba mayor cantidad de efectivos militares y de presupuesto, cuando en realidad Argentina no tiene capacidad bélica.
Dijo que era porque Argentina los molestaba en todos lados, en todos los foros internacionales Argentina reclamaba por Malvinas. Eso es lo que incomoda. A esta altura de la evolución del mundo, ningún país quiere parecer imperialista. Y este es un acto de coloniaje. Tener una posesión a miles de kilómetros de distancia de donde está tu país es un acto de coloniaje inadmisible, inclusive cuando se discute la cuestión de Malvinas en la ONU, ni siquiera EEUU vota en contra de Argentina, se abstiene. Es tan difícil salir a defender la posición de Gran Bretaña.
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Lo que habíamos logrado en las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner ha consistido en un amplio y cada vez más intenso apoyo. Cuando la defensa es tan enfática en una cuestión de derechos soberanos, a sus aliados uno le puede pedir mayores niveles de acompañamiento. Cuando la posición del Gobierno es laxa, sin tanta energía, los países aliados se preguntan qué pueden hacer ellos.
— La última pregunta tiene que ver con el ARA San Juan, un submarino argentino que se hundió en el Océano Atlántico. Sé que usted estuvo ya con los familiares, que han pedido un monumento o una forma de recordatorio que usted aceptó. ¿Cómo se recordará a los tripulantes del ARA San Juan? ¿Habrá otro submarino para la Argentina?
— Lo primero que hice cuando tomé contacto con los familiares fue que no vieran al Ministerio de Defensa como un enemigo, sino como alguien para ayudarlos y resolver los problemas que tuviesen. Recibí previamente muchas críticas por el maltrato que habían tenido en la gestión anterior. Más del Ministerio que de la propia Armada, que ha estado más cercana con los familiares.
— Recordemos que se hundió justamente durante la gestión anterior, que es la que debería haberse hecho cargo.
— La primera decisión que tomé es nombrar a una funcionaria, que es la jefa de gabinete, y se comunicó con cada uno de los familiares para ponerse a disposición para cada una de las cuestiones. La segunda decisión fue hacer dos reuniones con la totalidad de los familiares. Una la vamos a hacer el 10 de febrero en Mar del Plata, con los familiares que viven allí. La otra será el martes 11 con los familiares que viven en el resto del país.