Todo indica que la muerte del general iraní Soleimani fue sellada en la reunión en Lisboa del atribulado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el evangelista sionista Mike Pompeo, exdirector de la CIA y hoy secretario de Estado. El encuentro desembocó, 29 días después, en su asesinato al haber caído en la "doble trampa" que le tendió Trump, según las perturbadoras confesiones del saliente primer ministro iraquí, Adel Abdul Mahdi.
Según Ilan Goldenberg, exasesor de Obama, el asesinato del general Soleimani "no es del interés de EEUU" —que cometió desde el punto de vista estratégico un "gran error"—, sino del "interés de Israel".
Yo agregaría como triunfadores, en esta fase, a los yihadistas sunnitas, cuyos invaluables servicios puede volver a utilizar EEUU para la reconfiguración del nuevo mapa de Oriente Medio.
No se puede soslayar la relevante votación del Parlamento iraquí con la que se exigió al poder Ejecutivo la expulsión del ejército estadounidense. Cabe señalar que en este notable punto funcionarios de EEUU anotaron en forma pertinente que no habían acudido a votar las minorías sunnitas —de árabes y kurdos—, frente al aplastante voto de los legisladores chiitas árabes.
Menos de un día después del asesinato de Soleimani, Trump acudió al sur de Florida para arengar a las huestes de sionistas evangelistas que conforman su aguerrida base electoral. Junto a Trump se encontraron festejando felices la crema y nata del evangelismo sionista: Tony Perkins, el pastor Robert Jeffress y Paula White, consejera espiritual de Trump.
No fue gratuita la elección de Florida, un estado volátil que puede decidir la elección presidencial de noviembre del 2020.
En la elección anterior, el 80% de los evangelistas sionistas se volcaron por Trump, aunque ahora han cundido algunas disensiones después del lacerante editorial de Mark Galli, anterior editor jefe de la influyente revista evangélica Christianity Today. Exhibió a Trump de ser merecedor del impeachment debido a sus pecados capitales anticristianos.
La guerra de EEUU contra Irán, que comporta varios aspectos con altas y bajas, tiene 41 años de vida: mucho más que la guerra religiosa de 30 años entre protestantes y católicos en Europa que concluyó con el Tratado de Westfalia de 1648.
Desde la toma de los rehenes en la embajada de EEUU en Teherán en 1979 por los epígonos de la Revolución jomeinista, la confrontación de EEUU —la segunda superpotencia nuclear y militar del planeta detrás de Rusia, hoy dotada con armas hipersónicas— contra Irán, una potencia regional mediana sin armas nucleares, ha tomado aspectos multiformes y caleidoscópicos en casi medio siglo.
Ya había abordado aquí la triple alianza en el continente americano del evangelismo sionista protagonizada por la tripleta de Donald Trump, Benjamín Netanyahu y Jair Bolsonaro.
Entre los varios rubros de la multidimensionalidad de la guerra todavía híbrida de EEUU contra Irán librada en varios frentes, el primer ministro iraquí Adel Abdul Mahdi confesó que Trump deseaba quedarse con el 50% del petróleo de su país y que su acercamiento para abastecer a China molestó a EEUU, además de que la guerra contra Irán en suelo iraquí sabotea la Ruta de la Seda de China.
El general ascendió al rango hagiográfico del panteón chií de Oriente Medio, tomando en consideración su notable porcentaje de población chií de más del 15% en Afganistán y en Pakistán, dotado de 110 bombas atómicas.
La guerra del evangelismo sionista del quinteto de Trump, Pence, Pompeo, Netanyahu y Kushner contra los chiíes jomeinistas puede alcanzar un perturbador nivel escatológico que versa sobre la cosmogonía de ambos sobre el fin del mundo: con la parusía de Cristo para los evangelistas sionistas y la reaparición del duodécimo imán oculto para los chiitas jomeinistas.
Pompeo no ha salido bien librado de las razones por las que empinó a Trump para asesinar al general Soleimani. El portal de los cristianos sionistas informa de que Pompeo proclamó que Trump "es la nueva Ester consagrado a salvar a Israel". Nancy LeTourneau demuestra cómo "Pompeo alinea la política exterior de EEUU con los cristianos sionistas".
La metáfora de la judía Ester que evoca Pompeo proviene del siglo V a.C., cuando, según la discriminativa y solipsística narrativa paleobíblica, Haman, asesor del Rey Jerjes en el Imperio persa, planeaba asesinar a todos los judíos.
Los dos Mike —Pence y Pompeo— son copartícipes de la agrupación evangelista sionista Cristianos Unidos por Israel (CUFI, por sus siglas en inglés) fundada por el pastor evangelista de la ciudad de San Antonio John Hagee y que en su libro de hace 14 años enarbola la profecía escatológica para destruir hoy a la antigua Persia.
¿Se encamina Trump a implantar la escatológica teocracia del evangelismo sionista en EEUU mediante la controvertida metáfora de Ester (en su versión hebrea) común a judíos y protestantes?