Uno de los principales motivos de la rebelión popular en Chile fue los bajos ingresos y la escasa cobertura del sistema de Administradoras de Fondos de Pensión (AFP).
Mientras, una de las reformas más resistida que impulsa el Gobierno de derecha de Brasil de Jair Bolsonaro es la previsional, que pretende elevar la edad para que el trabajador tenga derecho de jubilarse.
En estos tres países de Latinoamérica la cuestión previsional es abordada de diferente modo, desde una posición regresiva como en Brasil hasta una progresiva en Argentina.
Varios estudios académicos destacan que los sistemas previsionales de América Latina y el Caribe producen o reproducen la desigualdad entre sus beneficiarios, consolidan factores que excluyen a amplios sectores de la población del derecho a la previsión social y transitan crisis de sustentabilidad.
Equilibrio
Los problemas de financiamiento del sistema se dan en un contexto de envejecimiento poblacional. Expertos en la materia dicen que se necesita diseñar un esquema que garantice su sustentabilidad en el mediano y largo plazo.
Lo que plantea entonces es que hay que repensar las instituciones vinculadas al sistema previsional, que nacieron hace más de 130 años cuando el canciller alemán Otto Bismark creó el primer régimen de retiro laboral.
La clave pasa entonces sobre cómo financiar un sistema con cada vez más jubilados y cada vez menos trabajadores activos aportantes.
En base a esos criterios se define la política previsional que puede ser amplia, como el caso argentino, pero con niveles de ingresos de medios para abajo, o restrictiva, como el régimen chileno con escasa cobertura poblacional y muy bajas prestaciones.
Chile
La Superintendencia de Pensiones de Chile informa que el 50% de las personas que cotizaron durante 30 o 35 años en una AFP se jubilaron con montos equivalentes o menores al 82% del sueldo mínimo.
Se parece a un sistema de ahorro forzoso más que a régimen de seguridad social.
Las AFP recaudan el capital de las cuentas de los afiliados y lo invierten en el mercado de capitales. Es decir, reciben dinero fresco de trabajadores y lo entregan a banqueros y empresarios para que concreten negocios que pueden generar pérdidas o ganancias.
El cálculo era que para el año 2020 esa tasa de reemplazo sería del 100%, es decir, pensiones iguales a las remuneraciones del período laboral activo. Hoy, solo alcanzan el 20%, con subsidio del Estado sube al 40% en el mejor de los casos.
El sistema previsional chileno reproduce y hasta profundiza todas las desigualdades económicas, lo que explica que la resistencia a las AFP se convirtiera en una de las principales banderas de resistencia de las inmensas movilizaciones populares de estos meses.
Brasil
El Senado brasileño aprobó la reforma previsional, que prevé un objetivo de ahorro fiscal de unos 217.500 millones de dólares en diez años. Falta el tratamiento del proyecto en la Cámara de Diputados.
La ley propone varias medidas controvertidas. Eleva la edad mínima de jubilación para las mujeres a 62 años y para los hombres a 65.
También impone un tiempo mínimo de contribución a la seguridad social de 15 años para las mujeres y de 20 años para los hombres que aspiren a la jubilación.
El mercado laboral brasileño se caracteriza por la informalidad. Proponer una contribución de 20 años como mínimo impide que, por ejemplo, no se jubile 46% de la población negra.
En 2018, 50% de las mujeres que se jubilaron por edad, no contribuyeron ni 16 años.
La reforma jubilatoria de Bolsonaro reproduce un carácter sexista y racista de las elites de la sociedad brasileña y pretende reproducir el modelo de capitalización individual, fallido en otros países de la región.
Argentina
El plan de reconstrucción del régimen previsional del Gobierno de Alberto Fernández después de que fue debilitado en cuatro años de administración de Mauricio Macri comenzó con la entrega de un bono de emergencia de 5.000 pesos en diciembre y otro de igual suma en enero para las jubilaciones mínimas.
También se decidió modificar la movilidad jubilatoria previo a su suspensión por 180 días. Se convocará a una comisión para proponer una fórmula alternativa y si no se define una nueva se reestablecerá la actual.
En ese período, los aumentos trimestrales serán por decreto con el criterio de favorecer al 70% del total de los jubilados respecto al 30% restante.
Esta medida tiene una concepción política e ideológica: disminuir la brecha de haberes (achatar la pirámide previsional) para mejorar la equidad distributiva y que el Estado, de ese modo, a través de pagos de jubilaciones, no replique como herencia la desigualdad del mercado laboral.
Esa recaudación tributaria es fundamentalmente de impuestos indirectos, que alcanzan en mayor medida a quienes se ubican en la base de la pirámide de ingresos.
Entonces éstos deberían ser privilegiados porque hacen un aporte proporcional mayor. Se sabe que el sistema previsional hace muchas décadas ha dejado de ser sólo contributivo.
Derecho
El derecho a la previsión social, entendido como la garantía de protección social y bienestar que asiste a todos los trabajadores al momento de la vejez o ante situaciones de incapacidad, goza de reconocimiento constitucional en la mayoría de los países latinoamericanos y del Caribe.
En los sistemas previsionales se expresan con claridad muchas de las desigualdades, exclusiones y discriminaciones que marcan la vida de la clase trabajadora en la actualidad
El panorama de los sistemas previsionales en la región difiere de país en país. Si bien las pensiones contributivas (financiadas con aportes de trabajadores y empleadores) constituyen la columna vertebral de los regímenes de la región, programas de pensiones no-contributivas (financiadas a través de rentas generales) han proliferado en paralelo en los últimos años.
Estas y otras dimensiones, como el aumento en los índices de longevidad, obligan a repensar el diseño de los sistemas previsionales de modo de garantizar su sustentabilidad en el tiempo.
Propuesta
Las reformas conservadores proponen un aumento de la edad jubilatoria, rebaja de los aportes patronales, reducción de los haberes y, con el objetivo de máxima, la privatización del sistema.
Existe otra forma de pensar el sistema previsional para este nuevo contexto laboral y de transformación económica.
Esto significa que, aunque la proporción de trabajadores activos descienda, la riqueza per cápita se mantiene.
Por lo tanto, reducir las jubilaciones por el cambio demográfico significa, en la práctica, redistribuir el ingreso en forma regresiva.
La propuesta, para eludir la trampa conservadora respecto a la exigencia de reformar el sistema jubilatorio reduciendo derechos, es vincular la solidez de las jubilaciones a la evolución de la productividad.
De ese modo, los jubilados también participarían de la mayor riqueza creada en la economía de cada país.