Antes de que estallaran en forma espectacular las manifestaciones en Francia por el repudio a la reforma de pensiones del presidente Emmanuel Macron, en Brasil, en forma no menos sorprendente, el presidente Bolsonaro hizo aprobar por el Congreso las reformas a las pensiones que estaban atoradas dos décadas, lo cual fue festejado ruidosamente por su ministro neoliberal de finanzas, Paulo Guedes, un Chicago boy remoldeado en Chile por el pinochetismo dictatorial.
Las revueltas de los millennials en Sudamérica, que exhibieron la flagrante disparidad de sus índices Gini —la brecha entre pudientes y pobres— ha frenado la marcha triunfal de las reformas neoliberales de la dupla Bolsonaro/Guedes, ya que la mayoría de las fronteras de Brasil han sufrido fuertes sacudidas.
A nivel electoral, el caso de Argentina, donde Mauricio Macri, aliado de Bolsonaro, sufrió una humillante derrota ante el retorno del peronismo del binomio de los Fernández (Alberto/Cristina).
Las revueltas caleidoscópicas de los millennials, que hoy carecen de futuro, incendiaron sus fronteras: Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia. También Ecuador y, sobre todo, Chile, con quienes carece de fronteras, están incendiadas y sus llamas planean alrededor del Congreso de Brasilia y de las calles desde Sao Paulo hasta Río de Janeiro cuando el incendio social de Brasil —el mayor país de Latinoamérica en territorio y su principal economía— puede ser de mayor envergadura que el reciente incendio del Amazonas.
El gasto en seguridad social en Brasil es uno de los mayores del mundo: en 2018, constituyó el 44% del presupuesto federal y el 8,6% de su PIB.
El "pacto federativo" aboga crear un Consejo Fiscal conformado por el presidente, la cabeza de la Suprema Corte, los líderes de ambas cámaras del Congreso, el jefe de la Corte de Auditoría y los gobernadores estatales, con el fin de vigilar los presupuestos federal/estatal/municipal que tendrían un botón rojo para declarar 'una emergencia fiscal' en caso de rebasar el tope y así propinar una serie de medidas de austeridad que recorten los salarios y las horas de trabajo de los servidores públicos.
Muchos venden que el ministro de finanzas Guedes es el segundo hombre más poderoso, después del presidente, debido a que concentra otros cuatro ministerios: Comercio, Trabajo, Industria y Desarrollo. Hasta cierto punto, ya que la estructura militarizada del presente Gobierno exhibe como vicepresidente al muy influyente exgeneral Hamilton Mourao, de 66 años, de mayor jerarquía militar que el excapitán Bolsonaro de 64 años.
Por cierto, la reciente onceava cumbre de los BRICS en Brasil reanudó sus optimas relaciones con China y Rusia, lo cual quizá indispuso a Trump quien propone elevar las tarifas del acero y aluminio importados tanto de Brasil como de Argentina (en la fase del saliente Macri).
El Consejo Editorial del rotativo neoliberal Financial Times, que controlan los banqueros esclavistas Rothschild, alentó a propinar golpes militares en Brasil y Latinoamérica para intentar salvar de su colapso al neoliberalismo pinochetista que es el modelo que mejor beneficia los intereses de la plutocracia anglosajona.
El rotativo británico hizo la ditirámbica apología del ministro de finanzas, Paulo Guedes, quien amenazó con reinstaurar el Acta Institucional 5 (AI-5) del Gobierno militar de 1968 con el fin de frenar las movilizaciones sociales encabezadas por el recientemente liberado de la cárcel, el expresidente Lula da Silva.
Para el editorial del Financial Times, Bolsonaro debe tener control de sus nervios y no ser asustado por el "populismo", ya que, con el riesgo de no aplicar las reformas económicas, "las ventanas para el cambio (sic) se cerrarán, quizá por años, y los inversionistas internacionales voltearán a otro lado".
Financial Times se acongoja de que sea probable que "las reformas en Brasil hayan perdido su momento para Bolsonaro" debido a las revueltas en Chile (sic) y a la confusión política doméstica.
Más que las revueltas en sus otras fronteras incendiadas, las erupciones del volcánico país a seguir son las de Chile debido a la compenetración de Paulo Guedes con su modelo pinochetista/neoliberal fracasado del que abrevó durante mucho tiempo.
El problema de Guedes no es solo su ultrareduccionismo mental, sino su adicción al fracasado neoliberalismo colapsado por doquier, al exhibir una grave ausencia de sensibilidad política llegando a creer, cuando fue aprobada la reforma de pensiones, que existía "una nueva (sic) política en Brasil".
Las alucinaciones financieristas de Guedes no tienen limite y, sobre su experiencia en Chile, comenta que cuando vivió en su capital Santiago, "Chile era más pobre que Cuba y Venezuela que hoy, y los Chicago boys la arreglaron. Ahora (sic) Chile es como Suiza", desechando los costos sociales de un desempleo del 21% en 1983.
Por lo pronto, la reforma para podar los salarios de los empleados públicos, ha sido pospuesta por temor al castigo en las urnas de cara a las próximas elecciones municipales de octubre del 2020.
Lo peor de todo es que Guedes carece de cultura geopolítica y no sabe que en caso de una reelección de Trump puede ser desechado al basurero por los militares de Brasil, sea por su mismo hoy aliado el excapitán Bolsonaro, sea por el exgeneral Mourao.
Dejando de lado a Mourao y sus opciones geopolíticas contrarias al presidente, la esquizofrenia gubernamental alcanza niveles inconcebibles entre la alianza maldita de Bolsonaro con Guedes al carecer de viabilidad operativa.
Bolsonaro, es el aliado evangelista sionista de Trump y de Netanyahu, mientras que Paulo Guedes, es epígono de George Soros. Quizá Bolsonaro y Guedes ignoren que Soros es el peor enemigo en el planeta de los aliados de Trump y Netanyahu.