Lula dejó la cárcel de Curitiba en noviembre declarándose lleno de energía y dispuesto a liderar la oposición a Bolsonaro, pero puede ser prematuro definir qué papel tendrá el exmandatario, según el profesor Gilberto Maringoni, de la Universidad Federal Paulista y uno de los autores del libro "La verdad vencerá" sobre su encarcelamiento.
Lula tiene dos condenas por delitos de corrupción en segunda instancia, de 12 años por el caso del apartamento de Guarujá y de 17 años por el de la finca de Atibaia (ambos en el sureño Sao Paulo), pero es muy poco probable que vuelva a la cárcel a corto plazo, dado que el Supremo Tribunal de Justicia decidió que es inconstitucional que alguien esté preso mientras pueda seguir recurriendo a instancias superiores.
Para recuperar sus derechos políticos necesita que el Supremo anule las dos sentencias.
Maringoni cree que Lula y su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) deben dejar de pensar en las elecciones de 2022 y trabajar urgentemente para recuperar su base social y electoral, hablándole sobre desempleo, crisis económica y los recortes del actual Gobierno.
"La oposición no está consiguiendo hablar con el Brasil de hoy (…) la gente no quiere salir a la calle a manifestarse, quiere garantizar su puesto de trabajo, un plato de comida… No sirve de nada decir "Fuera Bolsonaro"; eso le sirve a mi conciencia, pero no toca a una porción bastante grande de la población", advirtió.
Para Maringoni el partido necesita entender por qué esas personas acabaron "desorientadas".
En su opinión, la respuesta está en una cuestión que considera tabú dentro del PT: lo que ocurrió entre 2014 y 2016, en los últimos años del Gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016).
Cuando Lula habla de los logros sociales de los años del PT, prefiere omitir lo que ocurrió en esos años, según Maringoni.
"Dilma hizo un ajuste fiscal que provocó la mayor recesión de la historia del país; el PIB (Producto Interno Bruto) cayó ocho puntos, el desempleo pasó del seis al 11% en pocos meses… Todo eso generó el "antipetismo" de masas", explicó.
Lo más determinante, entonces, fue el rumbo neoliberal que Rousseff impuso a la economía, porque decepcionó a su electorado tradicional, según Maringoni, en contra de la creencia mayoritaria de que el PT pagó en las urnas el desgaste por los casos de corrupción.
El candidato presidencial que reemplazó a Lula el año pasado, Fernando Haddad, consiguió 47 millones de votos frente a Bolsonaro en la segunda vuelta.
Para Maringoni, Lula será central en la izquierda mientras esté vivo, porque es la figura culminante de todo un movimiento social que se remonta a los años 70.
Por ello, el experto cree que opciones alternativas, como el dirigente del Partido Democrático Laborista (centroizquierda) Ciro Gomes, están abocadas al fracaso.
Gomes, que quedó tercero en las últimas elecciones, elevó el tono contra Lula y el PT en los últimos meses, por lo que cada vez parece más difícil una unión de toda la izquierda brasileña para hacer frente a la ultraderecha de Bolsonaro.
El expresidente ya ha dicho que el PT debe presentar candidaturas competitivas en el máximo posible de ciudades capitales, sin ceder espacios a otros partidos de la izquierda, aun cuando tengan más opciones de triunfo.