América Latina termina un año que ha reconfigurado su mapa de fuerzas. Han ocurrido hechos disruptivos como la autoproclamación de Juan Guaidó en Venezuela; el golpe de Estado en Bolivia; el estallido de levantamiento en territorios de estabilidad neoliberal y el regreso de militares para hacer frente a las protestas sociales en Ecuador, Chile y Colombia.
En ese contexto tuvo lugar el seminario de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH) en Caracas. Acudieron intelectuales de varios países de América Latina, en un encuentro que "tuvo la peculiaridad de hacerse en la ola, el torbellino de lo que está pasando", como explicó Héctor Díaz Polanco, miembro del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, en México, y autor de numerosos libros.
"Es un momento crucial y de la evaluación de eso va a depender lo que podamos hacer para ayudar a que las cosas se encaminen", señaló Díaz Polanco, resaltando la necesidad de combinar "los análisis nacionales y globales de la región a partir de las experiencias de cada uno de los países".
La tesis errada del fin del ciclo progresista
Ese ciclo había estado marcado por las presidencias de Luis Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil; Rafael Correa en Ecuador; Evo Morales en el Bolivia; el Frente Amplio en Uruguay; Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, o el gobierno del Frente Farabundo Martí en El Salvador.
Ese fin de ciclo habría comenzado con algunos hechos centrales, como la victoria electoral de Mauricio Macri en Argentina en 2015 o el golpe parlamentario y destitución de Rousseff en 2016, seguido del encarcelamiento de Lula da Silva en 2018 y la posterior victoria de Jair Bolsonaro.
A pesar de estos eventos, Díaz Polanco considera que la tesis de un fin de ciclo "quedó enterrada", porque "es algo mucho más complejo, es un proceso de múltiples facetas, ritmos diferentes, nudos de contradicciones diferentes".
Esta tesis buscó instalar la idea lineal "de un ciclo progresista, luego el fin de ese ciclo, para dar lugar a otro", señaló. Pero los hechos políticos dieron la espalda a ese análisis en los últimos tiempos, con la victoria de Andrés Manuel López Obrador en México en 2018 como uno de los hitos centrales para comenzar a desmentirlo.
Según Díaz Polanco, esa visión "en lugar de ayudar nos confundía, hacía más complicado el proceso de análisis". La realidad continental de este 2019 fue particularmente compleja, con muchos escenarios simultáneos y diferentes, mostrando un proceso de "contradicciones, de caídas, de éxitos".
El elemento común: el proyecto neoliberal
El conjunto de acontecimientos de 2019 era predecible, según analiza Díaz Polanco. En efecto, todos están unidos por el "neoliberalismo como proyecto". Así, algunos acontecimientos fueron de resistencias en las calles contra ese orden, mientras que en otros casos existió el intento del proyecto neoliberal de recuperar terrenos perdidos.
Lo que sucedió en México debería haber pasado antes, pero no pudo ser debido a "un fraude descomunal probado en el 2006, en el 2012 ocurrió algo parecido", y en ambos casos López Obrador no pudo asumir la presidencia.
La victoria de un proyecto antineoliberal en las urnas también tuvo lugar este año en Argentina, con la victoria de Alberto Fernández en las elecciones de octubre, luego de cuatro años de Gobierno de Mauricio Macri que aplicó los pasos económicos clásicos de neoliberalismo.
El hecho que sorprendió a muchos fue el levantamiento chileno que comenzó en octubre contra el modelo más estable de neoliberalismo en la región, construido desde la dictadura encabezada por Augusto Pinochet. Chile representa un caso paradigmático para comprender las profundidades del orden construido por el neoliberalismo: "Es un caso sumamente interesante para entender la capacidad que puede tener un modelo para modificar, moldear la visión del mundo de la gente que llegó a aceptar prácticas increíbles, como no poder estudiar sin endeudarse, como la forma natural de ser de las cosas".
Esa naturalidad se quebró, "la gente despertó en el medio de la efervescencia política dándose cuenta", explica Díaz Polanco.
Ese mismo orden neoliberal es el que ha venido a reinstalarse en Bolivia luego del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales del pasado 10 de noviembre.
México a la cabeza
La victoria de López Obrador en México volvió a darle al país un lugar en la región que había perdido. Uno de los primeros hechos que generó un impacto mediático fue la invitación a su juramentación del presidente Nicolás Maduro, contra la corriente predominante de los gobiernos de derecha que le habían cerrado la puerta hasta desconocerlo y reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado.
Eso mismo fue utilizado en el caso de Evo Morales, a quien se le ofreció el asilo para poder escapar de Bolivia a los días del golpe de Estado.
Esa recuperación de una tradición histórica se asoció a una mirada de fondo: "un cambio de enfoque importantísimo, un planteamiento abierta y contundentemente antineoliberal". Eso mismo había sido establecido en el proyecto de López Obrador, que estrechó sus lazos con el nuevo Gobierno argentino en un marco de mayoría de gobiernos de derecha y neoliberales, cuestionados por levantamientos populares, y alineados a la estrategia norteamericana.
EEUU no es invencible
Este 2019 ha dejado en evidencia el papel de Estados Unidos en los conflictos de la región. En Venezuela, con el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado; en Bolivia con el reconocimiento de la presidenta de facto Jeanine Añez; en Cuba con el aumento del bloqueo, y en Ecuador, Chile y Colombia con el respaldo público a los gobiernos ante las protestas.
La lista es larga y ha quedada explicitada por John Bolton, ex asesor de seguridad, quien en el marco del intento de derrocamiento del Gobierno venezolano afirmó: "En esta administración no tenemos miedo de usar la frase Doctrina Monroe", refiriéndose a la doctrina del presidente norteamericano, John Monroe, quien en 1823 sentó la base fundamental para justificar que toda América le pertenecía a Estados Unidos.
México enfrenta la cercanía de Estados Unidos como ningún otro país de América Latina, y este año ha dejado un conjunto de conflictos desencadenados por la administración de Donald Trump. El último ha sido la amenaza de nombrar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas.
"Van a hacer todo lo posible para salirse con la suya también en lo que hace a la relación con México por supuesto, tratarán por todos los medios de obtener ventajas de todo tipo, y nuestra tarea es hacer que eso no ocurra en detrimento de los intereses de México, eso es lo que está haciendo el presidente López Obrador".
Por último, destacó un punto central: "Estados Unidos no tiene un poder absoluto que puede definir cuál es la trayectoria de un pueblo y ser capaz de casi predeterminar la historia". La victoria de López Obrador fue muestra de eso, así como la capacidad del gobierno venezolano de mantenerse en pie luego de varios años, y en particular este 2019, de haber recibido agresiones económicas, políticas, diplomáticas, mediáticas y armadas.
El año que termina dejó un mapa en disputa en América Latina. El año que se avecina anuncia nuevos escenarios de grandes conflictos en las urnas, como en las elecciones que deberían tener lugar, por ejemplo, en Bolivia, así como en las calles.