En Chile, Ecuador, Colombia y otras naciones hubo masivas protestas contra el deterioro de la calidad de vida.
En Bolivia además hubo un golpe de Estado, instalando una situación de excepción. Este contexto regional está poniendo en riesgo décadas de construcción democrática, periodo en el cual se desplazaron los regímenes autoritarios que habían sido la norma en América Latina.
Desaceleración
Las tensiones políticas son emergentes de tensiones sociales generadas por un ciclo económico débil que ya se extiende por varios años. El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la CEPAL ofrece oportunos análisis y estadísticas para comprender lo que está pasando en la región.
En este año, a diferencia de anteriores recientes, 18 de los 20 países de América Latina, así como 23 de las 33 economías de América Latina y el Caribe, presentan una desaceleración en la tasa de crecimiento de la actividad económica.
Esta debilidad generalizada se originó en el menor dinamismo de la demanda interna, acompañado por una baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales más frágiles.
Este escenario de estancamiento impulsó las crecientes demandas sociales y presiones por reducir la desigualdad. El 2019 fue el año que precipitaron esos reclamos con impactantes rebeliones populares. Más que un mal año en términos económicos, el cuadro de exclusión acumulada era un caldo de cultivo para esas explosiones.
Este balance es más que elocuente para entender el hastío social que se reflejó en las calles en estos meses en varios países.
En 2019, las economías de América Latina y el Caribe crecerán a una insignificante tasa promedio del 0,1%. Es un estadio de estancamiento que no se registraba desde hace décadas. Las proyecciones de crecimiento de la CEPAL para 2020, si bien mejoran un poco respecto a esa desalentadora cifra, no son muy alentadoras.
La estimación es de apenas 1,3% en promedio que, si se confirmara, concluirá el septenio (2014-2020) de menor crecimiento económico en la región en los últimos 40 años.
El impacto internacional
La debilidad de las economías latinoamericanas, cuya base se encuentra en el predominio de políticas neoliberales, también tiene su origen en una economía mundial de escaso dinamismo.
El mayor impacto para la región proviene del menor crecimiento de los EE.UU. y China, que son sus dos principales socios comerciales.
Si 2019 no fue muy alentador, para la CEPAL el 2020 no presenta perspectivas mejores. En el informe destaca que "la actividad económica y el comercio mundiales se encuentran débiles, y los riesgos están sesgados a la baja". Agrega que "las tensiones comerciales han afectado los niveles de confianza y de inversión de algunas economías cuyos sectores están fuertemente expuestos al comercio internacional".
El comercio mundial se encuentra muy condicionado por las disputas globales entre las dos grandes potencias (EE.UU. y China). Esto queda reflejado en las estadísticas: entre enero y septiembre de 2019 el volumen del comercio mundial disminuyó 0,4% en comparación con el mismo periodo de 2018.
Para la CEPAL, "la tendencia a la baja se mantendrá en 2020 en gran parte de los productos básicos que exportan los países de la región".
La cuestión social
El comportamiento regular de la macroeconomía tuvo su reflejo en un marcado deterioro de la cuestión social.
El deterioro del mercado laboral se observa también en la expansión de la informalidad. El trabajo por cuenta propia se expandió 3%, mientras que el empleo asalariado lo hizo en apenas 1,5%.
La cantidad de asalariados registrados tuvo ese leve incremento, pero fue por debajo de la expansión del número de ocupados y de no asalariados, indicadores del deterioro de la composición del empleo. La CEPAL también apuntó que hubo un aumento del subempleo y de la informalidad laboral.
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El crítico cuadro laboral se complementa con un estancamiento de los salarios medios reales del empleo registrado. En Argentina, con una tasa de inflación por encima del 50% anual, la pérdida fue sustancial, cercana al 20%. En Brasil, con retroceso de la inflación, también hubo pérdida de la capacidad de compra real de los ingresos de los trabajadores.
Con este contexto económico, regional y mundial, las proyecciones del mercado laboral no son muy alentadoras. La CEPAL no espera repunte en la generación de empleo de calidad y evalúa como lo más probable que continúe la tendencia al deterioro de la composición del empleo, ya sea en las categorías de ocupación, subempleo e informalidad.
También proyecta salarios reales estancados y un alza de la desocupación regional al 8,4% en 2020. O sea, se incorporaría otro millón de personas al ejército de desempleados.
Desafíos
Como se detalló, 2019 fue un año con resultados macroeconómicos, laborales y sociales poco favorables, con una economía mundial que no ayudó a moderar la tendencia negativa.
Esto se daría porque identificó un aumento de la incertidumbre y la vulnerabilidad, puesto que las disputas comerciales se mantienen latentes. Se ha instalado de ese modo un marco global que ha afectado los niveles de confianza y de inversión.
En términos de los mercados financieros internacionales, la acumulación de deuda a nivel mundial impulsada en parte por las bajas tasas de interés de los principales bancos centrales, ha alcanzado niveles récord.
En el segundo trimestre de 2019, el nivel de endeudamiento alcanzó el 320% del PIB mundial.
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Además de estos niveles absolutos de endeudamiento, que son descomunales, un factor de riesgo para la economía mundial y, por lo tanto, para América Latina, es la creciente proporción de la deuda pactada con rendimientos negativos.
Esa deuda suma en la actualidad unos 17 billones de dólares, equivalente al 20% del PIB mundial.
El riesgo a la estabilidad aparece entonces porque la ambición por conseguir rendimientos mejores incentiva el frenesí especulativo en activos riesgosos.
Además con riesgos geopolíticos, en un mundo con variados conflictos, las perspectivas 2020 no son mejores de lo que fue el 2019. Para la CEPAL "no es posible descartar nuevos episodios de aumento de la volatilidad y empeoramiento de las condiciones financiera que vayan acompañadas de un mayor freno a la actividad económica en distintas regionales, incluida América Latina y el Caribe".
Propuesta
Ante ese cuadro global, la región debería alejarse de las políticas de ajuste, más aún frente a las demandas sociales de recuperar bienestar y empleo.
Para recuperar el sendero del crecimiento sostenido en América Latina y el Caribe, es necesario fortalecer las políticas fiscal y monetaria para que se conviertan en factores de expansión y no de contracción. Y, fundamentalmente, para que empiecen a brindar respuestas a las fuertes demandas de mejoras sociales y ampliación de derechos que las rebeliones populares expresaron en el 2019.