La historia más increíble que causa recuerdos muy vivos de las películas de James Bond es la de los "quince peligrosos espías rusos que han utilizado durante años Los Alpes franceses como base de operaciones en toda Europa".
Una historia para hacer película o bien para destituir a los jefes de los servicios de contrainteligencia de algunos países europeos…
La verdad es que toda esta historia hace recordar un lema defendido recientemente en un artículo publicado en El Periódico de Cataluña "La culpa de todo es de los rusos". Además, muy hace poco hablamos de las informaciones publicadas en algunos medios españoles que nos contaban la historia de una "célula de espionaje ruso" en Cataluña.
Lo más destacado en toda esta historia es que las autoridades españolas, en particular el ministro de Exteriores saliente, Josep Borrel, respondieron a los medios que se trataba de un "invento", una "noticia falsa".
La situación con el artículo de Le Monde es parecida. No ha habido reacciones, ni confirmaciones oficiales. Sin embargo, esto no impide al autor circular versiones cada vez más atrevidas. En particular, supone que la base rusa en Los Alpes "obviamente, tenía que ser puesto a 'dormir' y probablemente sería organizado de nuevo por Rusia".
Y añade que "según los servicios de inteligencia europeos, el Kremlin estaría utilizando otras células de agentes clandestinos desde el caso Skripal".
"Alemania expulsa a dos diplomáticos rusos y relaciona al Kremlin con el asesinato de un asilado georgiano en Berlín", titula a una de sus crónicas RTVE.
Lo más curioso o misterioso de las dos historias es que coincidan, es decir aparecen una tras otra. Y ambas aparecen pocos días después de la revelación de la llamada "célula de espionaje ruso" en Cataluña.
No puede ser casual, más aún porque las noticias de Berlín nos llegan ahora, mientras el asesinato en cuestión se produjo, como acabamos de escuchar, en agosto. Desde este enfoque no debe extrañar la reacción de Moscú que calificó la expulsión de los diplomáticos rusos como un "paso hostil".
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que Rusia se tomará su tiempo para responder a estas acusaciones "infundadas" y a la expulsión "inamistosa" de los dos diplomáticos rusos. "Somos gente reflexiva. Primero estudiaremos de qué nos acusan y cómo ha sucedido todo esto", declaró a la agencia Interfax.
La reacción rusa parece bastante suave y prudente. Más aún, cuando la afirmación de que el presunto asesino podría ser un empleado de los servicios especiales rusos no viene de fuentes oficiales sino de la revista Der Spiegel, que además reveló el "verdadero nombre" del supuesto asesino.
Y la principal prueba de esta versión de nuestro colega es el hecho de que el nombre del presunto asesino no figura en las bases de datos rusas y el número de su pasaporte es similar a los de los oficiales de la inteligencia militar rusa.
La verdad es que da la impresión de que los medios internacionales están obsesionados con el tema de las bases de datos y los números de pasaportes que relacionan con la inteligencia militar rusa. Hay cada vez más expertos en el tema que se dedican a contar a su público sobre la famosa unidad especial, la llamada 29155, acusada de preparar operaciones subversivas casi en todo el mundo.
Uno de los medios que ha dedicado hasta el momento más espacio al tema del espionaje ruso es el diario español El País. Recientemente publicó un estudio titulado: "La inteligencia militar de Rusia y sus células de élite con tentáculos en el exterior".
Tal y como dice el artículo de El País, el Kremlin siempre ha rechazado las acusaciones que vinculan a su inteligencia militar con operaciones de injerencia o desestabilización. El Gobierno ruso asegura que esos informes y evidencias forman parte de una campaña de desprestigio occidental.
Mientras tanto, los medios casi hacen caso omiso al tema de los "espías extranjeros" que operan en el territorio ruso. Sí, aunque parezca mentiras hay espías extranjeros en Rusia!
"Rusia denuncia ser víctima de una 'campaña de desinformación masiva' por el caso del supuesto espía Paul Whelan", titula a una de sus crónicas la agencia Europapress.
A los medios internacionales aparentemente no interesa investigar las actividades de Whelan en Rusia para ver si realmente se trata de espionaje. En vez de hacerlo, le presentan como una víctima de malos tratos y dicen que su vida corre peligro.
Porque realmente hasta el momento no hemos visto historias tan increíbles como la que ofrece Le Monde, sobre los quince peligrosos espías rusos que tenían su base de operaciones en Los Alpes franceses.
Esta historia es de cine, para hacer una nueva buena película de James Bond que desarticula una "célula roja" en el corazón de Europa. Francamente recomendamos a nuestros colegas que escriban un guion y lo vendan bien. Pero a la vez rogamos que no confundan el cine y la profesión de periodista y que siempre tengan presente que son dos cosas distintas.